lunes, 29 de agosto de 2011

emociones del vino

Debo estar gilipollas, interpretación que nunca descarto, pero anteayer sábado me emocioné viendo a la gente pisar la uva. Más precisamente, la uva Tintilla, variedad autóctona de aquí, de Rota, actualmente en alto riesgo de extinción -ante el que muchos nos rebelamos. Fue en un acto local, tras una brillante conferencia en la que quedó claro cómo estos pagos han pasado de tierra vinícola a tierra de nadie gracias a la Base americana y al turismo. Sobre un escenario, ante el castillo de Luna (que se reconstruyó al gusto franquista de la época, sin respeto ni coherencia histórica), un pequeño lagar recibió no más de doscientos kilos de nuestra uva autóctona, de igual ADN que la graciano riojana o la parraleta aragonesa, pero más antigua y cultivada en terreno arenoso. Este año se ha adelantado la cosecha, acaso por mor del levante traicionero, y ha habido que recogerla porque estaba ya perdiendo peso. Al lagar fueron a parar esos doscientos kilos y al escenario se fue subiendo la gente, un padre con su hijo en brazos, familias enteras o algún grupo de chicas, jóvenes y mayores animados, alegres, descalzos y sobre todo fieramente humanos, a pisar la uva como se ha hecho siempre, al placer de sentir en sus plantas reventar la vida, renacer en caldo y en hollejo, a disfrutar la ceremonia que fecunda el tránsito de la tierra a la bodega, del campo abierto al silencio de la gruta, de la cepa al milagro dentro de una botella.

A mediada que los olores del mosto, que chorreaba abundante por el caño a las vasijas, impregnaban la plaza, a todos los presentes se nos iba poniendo cara de tontos, esa sonrisa inadvertida y algo boba por la que se nos escapa sin querer, en momentos especiales (cuando ningún convencionalismo sujeta el gesto y puede la emoción fluir a su antojo, emergiendo de adentro), esa expresión que resulta ser lo más parecido a la felicidad de que disponemos.

Evoqué entonces aquellos pasados días de vino, los tiempos en los que vivir era compartir, en que trabajar era noble y aceptarlo sensato y hacerlo con alegría expresión de solidez y de salud mental. Tiempos mas sencillos y sabios, tiempos de armonía con lo natural, de pertenencia al paisaje, de risotada, de charla a la atardecida, tiempos de cerezas y vino, siempre de vino como cultura, solaz, trabajo, trasiego o cata, pero sobre todo tiempos de vino en compañía.

Y me emocioné como un viejo idiota. Más vivo que nunca.

sábado, 27 de agosto de 2011

..., y dicen que llueve

Ha bastado una carta, con remite del Banco Central Europeo. Esa misma carta que hasta el impresentable Berlusconi ha mostrado en público y de la que Zapatero niega la existencia mientras la esgrime a escondidas para convencer ipsofacto a las dos erres que le orbitan, Rubalcaba y Rajoy. ¿O es que alguien puede creer que haya un sobre para Italia y no lo haya para España? Una carta en la que el dinero exige que se modifique nada más y nada menos que la Constitución de un país, la Carta Magna, la Ley de Leyes que representa y contiene la soberanía popular. Así, por las bravas. Así, con dos cohone que decimos por aquí. Así, que hay que cumplir al pie de la letra el Pacto del Euro si queremos que ellos, los que realmente mandan en el mundo, le salven el culo a nuestra economía, esa misma que ellos echaron a perder con su avaricia cuando los bonos basura y gracias a que el Estado acudió a endeudarse gastando el dinero de todos para salvar a los Bancos. Aunque, la verdad sea dicha, con carta o sin carta la cosa es igual, que ya nos quedó clarinete el mensaje cuando nos contaron la milonga del mencionado pacto.

Pero hoy quiero poner el énfasis en un par de cosas. Siempre nos decían que la Constitución era intocable, ¿recordáis? Aseguraban que cambiarla era poco menos que derribar los palos del sombrajo que nos cobija o pretextaban que hacía falta mucha paciencia y mucha discusión para siquiera mover una coma. Pues va a ser que no. Que nos mentían como acostumbran, como siempre, con alevosía. Que sus grandes y enfáticas palabras solo ocultaban una triste y cruda realidad. Que no les daba la gana modificarla, que sabían de sobra que no era sagrada, pero que les interesaba seguir a salvo resguardados bajo su paraguas. Grande, gigantesca su mentira de vividores y paniaguados, de trileros de la política.

En otro orden de cosas, aunque tenga mucho que ver con lo anterior, durante tres décadas nos han estado asegurando que endeudarse era bueno. El propio Estado, decían, lo hace por sistema. Es síntoma de solidez, de eficacia, de confianza en el futuro, ¿recordáis? Despreciaban, miraban por encima del hombro al que no se hipotecaba, al que no vivía por encima de sus posibilidades, se reían del que hacía la cuenta de la vieja y gastaba solo y parte de lo que realmente tenía. ¡Qué antiguo! Ahora, a todos ellos se les llena la boca de austeridad, ellos que han gastado sin cuento ni medida, ellos que son precisamente los responsables del despilfarro, de los miles de coches oficiales, de malbaratar la hacienda pública, de no perseguir ni acabar con el fraude, de permitir las enormes bolsas de economía sumergida, de aceptar y participar en los paraísos fiscales y la ingeniería financiera, de indultar a los defraudadores de postín (o de Botín), ellos, estos mismos bandarras son los que ahora han descubierto el bálsamo de Fierabrás y, convertidos en corderos, lo argumentan con palabras como austeridad, prudencia, economía contenida, insistiendo en lo bueno que resulta no gastar más de lo que se tiene cuando llevan treinta años haciendo, los unos y los otros, exactamente lo contrario. Como sinvergüenzas. Engañando una y otra vez a su pueblo.

Nos siguen meando encima, queridos, y dicen que llueve.

martes, 23 de agosto de 2011

a toro pasado

Vuelto el morlaco a su redil vaticano, sosegadas las crispadas aguas del laicismo machacado por los perros policías de un gobierno aconfesional pero con los pantalones por las rodillas ante banqueros y obispos, me pregunta un amigo por qué no he intervenido en cuestiones tan candentes, con lo que me gusta la bronca. No lo sé, pero creo que ha sido por el colesterol o la tensión arterial o cualquier mandanga exculpatoria. Es broma. Lo cierto que ha sido por culpa de la playa.

Bajo todas las mañanas a bañarme a La Costilla, a eso de las nueve, que es la hora de las gordas, las pescadoras rezagadas, las atléticas corredoras que persiguen una forma inalcanzable y unos glúteos y barrigas de diseño que sólo existen en sus deseos y que jamás alcanzarán por mucho que corran, la hora de las paseantes a ritmo de salsa, de los iPods a todo tren, las conversaciones despellejantes, la hora punta del paseo de las ancianas, las rehabilitadas, las convalecientes y las ampliamente orondas como yo misma, joder lo que me cuesta este estilo quincemayista de hablar en femenino hasta que me repito mil veces que es así porque me refiero a personas y no a sexos, a ver si os enteráis. Paseo un poco por la orilla, calzado con unas horrendas cangrejeras amarillas de goma para no fastidiarme las plantas con el pedregal que arroja la mar todos los días, dejo camisa, toalla y raybans en un montón bien a la vista desde nuestra terraza y me meto luego en el mar pausadamente, sin titubeos, caminando hacia dentro hasta que el agua me cubre. Esté fría o caliente, hago de esta ceremonia de la indiferencia cuestión de honor, que no se note desde fuera que se me está encogiendo el escroto o que me tiritan hasta los pelos del cogote cuando una puñetera ola me salpica los desprevenidos pezones y se me ponen como escarpias mientras yo, impertérrito, hago de mi capa un sayo y quedo como un señor ante una pléyade de espectadores fantasmagóricos que admiran mi valor y osadía pero no me aplauden porque tampoco tienen manos. Es mi privada, hasta ahora, ceremonia de inmersión en lo cotidiano, para que tampoco me asuste ni me den los siete males al afrontarlo cada día, con lo que suele traer, mi manera de simbolizar la otra ceremonia, la de la vida, además de que lo tenga que hacer por prescripción facultativa para refrescar la circulación perezosa que corre por las venas de mi pata derecha vaya usted a saber por qué.

Luego, tras dos o tres amagos de ejercicio con los brazos, me acerco al paseo, me doy una ducha, me seco al sol y me subo para casa tras aclararme los pies y su horrible ornato a tomarme con mi chica el segundo café y seguir como si tal cosa con la jornada, tan feliz de haberme conocido.

No voy a permitir que la maldad, la vergüenza ajena o la ira propia me amarguen estos momentos. Que les den.

sábado, 6 de agosto de 2011

Rubal-cava su propia fosa

Como a un Pinocho invertido, cada vez que el candidato Rubalcaba miente, le disminuye su expectativa de voto. En vez de crecerle la nariz, lo que sería en exceso evidente, el candidato cava su propia fosa cada vez que pretende pasar una mano por el lomo de las exigencias del 15M mientras que, con la otra, se postula ante sus dueños de toda la vida mintiendo para defender la indefendible actuación de la policía del Estado en la noche del 4 de agosto. Está el hombre tan convencido de sus capacidades para la política, entendida como la entienden los que viven de ella, y tan seguro de esa proverbial inteligencia que le suponen y proclaman cuantos le rodean (mientras twittean como locos planean vivir a su sombra), tan pagado de sí mismo, en suma, que todavía no se ha percatado de que su única alternativa para que no le revuelque en las urnas el incompetente Rajoy (el hombre que no tiene nada que decir, según The Economist) es hacer creer a sus votantes potenciales que ha recibido y aceptado el mensaje de la calle expresado a través del movimiento 15M.

A quien me tilde de exagerado al hacer estas afirmaciones le recomendaría darse un garbeo por la reciente encuesta de IPSOS para comprender el enorme calado que este movimiento, del que tan orgulloso formo parte en mi Rota del alma, está alcanzando entre la población española, que son sus hipotéticos votantes. Entre 6 y 8,5 millones de españoles (y me refiero, claro está, a los que tienen la edad de responder a una encuesta) manifiestan haber colaborado activamente con nuestro movimiento, al que dicen conocer un 78% de los encuestados y del que el 76% manifiestan que sus reivindicaciones son más que razonables y que tienen el derecho democrático a luchar por ellas. Así que es más que probable que el candidato Rubalcaba esté patinando en su estrafalaria decisión de poner cada día una vela a Dios y otra al Diablo, creyéndose que a un ser superior como él todo le está permitido.

No ha caído en la cuenta, posiblemente, porque anda el hombre instalado en la misma visión elitista de que hace gala su ilustre compañero de Partido y Presidente del Congreso, José Bono, que hace bien poco manifestaba que "desde una tienda de campaña no se pueden resolver los problemas de un país". Claro que no cabe esperar otra cosa de quien ningunea en público al 20% de la población española al manifestar en TVE que "los partidos minoritarios en las urnas pintan poco", probablemente porque piensa que van a importar menos aún con las modificaciones de la Ley Electoral pactadas recientemente a favor del más descarado bipartidismo, y feliz hasta la incontinencia verbal ante la próxima visita del preceptor espiritual de su cinismo, el experto Ratzinger.

Pero no olvidemos que este país es más que nunca de los bancos, que la esquizofrenia de los mercados no es otra cosa que el capitalismo financiero desbocado, que el Pacto del Euro es y será (mientras no cambiemos las cosas) el ABC de la política que aplicarán todos y cualquiera de ellos, sean PP, PSOE, Convergencia u otros, con su contenido de bajos salarios, privatizaciones inmediatas y legislación a su medida, o que los sindicatos, al menos hasta ahora, son incapaces de defender a los obreros frente a la pérdida y dejación de cuanto conquistaron con su lucha histórica.

Vergüenza de país, digno de candidatos como este mal Pinocho, si no se levanta y grita. ¡Basta!

viernes, 5 de agosto de 2011

sangre para el Papa

Parece que la consigna era limpiar las calles de Madrid para que el 16 de agosto los "arraigados en Cristo" pudieran recibir a su prócer en loor de limpia multitud, caros perfumes incluidos en el gratis total. Había que desaparecer los vestigios perrofláuticos de esas gentes de baja condición reunidas alrededor de no se sabe qué extrañas reivindicaciones y presentar ante los niños del Lacoste una ciudad alegre y confiada, no fuera a ser que les saltaran a los ojos las miserias humanas que el Vaticano bendice. Para ello, había que imponer en Madrid la autoridad y sus propias leyes, ante las que palidecen por innombrables los párrafos garantistas de la Constitución, que ya han dicho el BCE y el FMI y los banqueros unidos del mundo entero que, si hay que cambiar las leyes, pues que se cambien y ya está, así que no ha de ser tan malo empezar a ignorarlas.

De modo que los valientes chicos de Camacho, esa mano derecha de Rubalcaba que afirma desconocer lo que hace la izquierda cuando rebusca el voto del 20N entre los mismos del 15M a los que su heredero golpea, se han lanzado a ocupar las calles y plazas de Madrid emulando a Fraga y conculcando cuantos derechos constitucionales les han venido en gana, que para eso las porras, el gas y las balas de goma expresan sin pudor su propio lenguaje frente a las manos y la palabra de los que hemos renunciado a cualquier violencia. Curioso personaje este Camacho, tan pobre de nacencia como aspirante en su día a trabajar con corbata, desertor de las filas obreras y temporalmente vendedor del corteinglés, y ahora ministro de la cosa interior, cuán olvidadizo nos ha resultado el andoba.

Anoche, mientras aquí, en Rota, los de Attac nos explicaban las verdades de la Deuda y del Pacto del Euro, los chicos de Camacho golpeaban y reprimían sin pudor a gente pacífica que ejercía sus derechos constitucionales, salpicando las calles de la capital de una sangre que es a la vez y por costumbre la bienvenida que los parias de la tierra ofrecemos siempre a los poderosos. La R de Rubalcaba, en connivencia con la R de Rajoy y la doble R escondida de Aguirre y de Gallardón se unían en una R gigante de Represión contra esta molesta gente sin educación que no quiere que Madrid esté limpia para recibir a la impoluta R de Ratzinger.

La noche del 4 de agosto poblará ya en adelante nuestros recuerdos así, como el advenimiento de su erre de bien coaligada y mandona, tan chula ella. Grave error, porque a su erre contestará hoy día 5 de agosto por todas las tierras de España nuestra erre que erre de Resistencia frente al autoritarismo, de Reacción frente a sus agresiones, de Rebeldía ante la injusticia, de Respuesta solidaria y de pacífica Revolución para cambiar de una vez todo lo podrido y vergonzoso de esta sociedad que no nos gusta, de esos políticos que no nos Representan, de esos banqueros para los que solo somos mercancía.

Frente a su erre de noche, exhibamos orgullosos nuestra brillante y solidaria erre de cada día, erre de Sol, erre de indignación, erre de dignidad, o esa erre que duerme amagada y escondida en los entresijos de la palabra LIBERTAD.