feria y paradoja
Me pasé la
mañanita del pasado miércoles festivo por el ferial cuando, bajo un sol repleto
de buenos auspicios, el personal rellenaba las tripas de las casetas y los
feriantes reculaban hacia su merecido descanso esas enormes cabezas tractoras
que trajeron en sus lomos los cacharritos que hacen las delicias de la
chiquillería. Esperaba encontrar un montaje alicaído, de tono menor, acorde con
la que está cayendo y me equivoqué de plano.
La feria
estaba de dulce, repleta de trabajadores, de modo que, en busca del contraste,
me acerqué un ratillo por las cercanías de las dependencias del SAE para
comprobar los efectos de la honesta convocatoria de ese luchador Bloque roteño a
celebrar en la calle del 1 de mayo de los currantes. No más de ciento treinta
personas se habían concentrado y manifestaban con orgullo la firmeza de sus
convicciones y la coherencia de sus reivindicaciones justo en estos momentos en
que sobre las espaldas de obreros, funcionarios y clase media baja está
descargando la banca su crisis y su mala leche.
Dice el
diccionario de la RAE que una idea
extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas es una paradoja. Ignoro si os pasará lo mismo
que a mí pero, a mi alrededor, la gente
asegura, mirándose sobre todo los bolsillos, que las estamos pasando de a kilo
y que la que nos queda por venir va a ser de aúpa. Todos nos quejamos y cada
día alguno pierde un escalón del nivel existencial en que se movía ayer.
De modo que muchos creíamos que no estaba la cosa para festejos sino para reivindicaciones, que menos para rebujitos
y más para exigir los derechos que nos están arrebatando en nuestras mismas
narices, al menos hasta que este 1 de mayo nos ha demostrado lo contrario.
¡Vaya mierda de parajoda!
2 comentarios:
La verdadera paradoja es que algunos aun tengamos ganas de cambiar un mundo que se resiste al cambio. Triste paradoja.
¿Y qué le vamos a hacer, Julio, si estamos hechos así?
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