domingo, 7 de julio de 2013

bajan por miles

Me dicen que ésta es la imagen más antigua que hay de Rota
No recuerdo si os he contado ya, en esta columna, que habito en las alturas y que el frontal de mi domicilio corta en perpendicular la playa de la Costilla a tan corta distancia que a veces parece que la arena forma parte de nuestro mobiliario urbano. Símil que a mi esposa (y a mí, cuando compartíamos las labores domésticas) nos parece excesivamente alejado de la metáfora y demasiado próximo a la realidad: el polvo de arena es nuestro más fiel e involuntario compañero, sin duda.

Me refiero a cuando nuestros visitantes, la Sevilla, el Jerez y hasta Bollullos de la Mitación en pleno, deciden bajar por miles a la playa al mismo tiempo,  en unos movimientos que, de tan coordinados, más parecieran maniobras de un disciplinado ejército que decisiones individuales de cada mater-familias de las que mandan. Cada día por distintas razones, tras evaluar objetivamente elementos en presencia, temperatura, calidad del levante, previsiones metereológicas, disposición de los astros o vaya usted a saber qué datos más, que desde luego ignoro, las jefas del cotarro deciden lo mismo y un enérgico ¡vamono ya!, pone en movimiento a su entorno exactamente a la misma hora.

Resulta definitivamente milagroso que desemboquen todos ellos a la vez, que un momento antes pareciera que la playa estaba vacía e instantes después que no cabe en ella un alfiler. ¿A qué oscuros designios obedece esta unidad? ¿Cuáles son las claves que generan tan idénticas decisiones?

¡Cuánta inquietud produce mi propia ignorancia! Será la caló.

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