bajan por miles
Me dicen que ésta es la imagen más antigua que hay de Rota |
No recuerdo si os he contado ya, en esta columna, que habito
en las alturas y que el frontal de mi domicilio corta en perpendicular la playa
de la Costilla a tan corta distancia que a veces parece que la arena forma
parte de nuestro mobiliario urbano. Símil que a mi esposa (y a mí, cuando compartíamos las labores domésticas) nos parece
excesivamente alejado de la metáfora y demasiado próximo a la realidad: el
polvo de arena es nuestro más fiel e involuntario compañero, sin duda.
Me refiero a cuando nuestros visitantes, la Sevilla, el
Jerez y hasta Bollullos de la Mitación en pleno, deciden bajar por miles a la
playa al mismo tiempo, en unos
movimientos que, de tan coordinados, más parecieran maniobras de un
disciplinado ejército que decisiones individuales de cada mater-familias de las que mandan. Cada día por distintas razones,
tras evaluar objetivamente elementos en presencia, temperatura, calidad del
levante, previsiones metereológicas, disposición de los astros o vaya usted a
saber qué datos más, que desde luego ignoro, las jefas del cotarro deciden lo
mismo y un enérgico ¡vamono ya!, pone
en movimiento a su entorno exactamente a
la misma hora.
Resulta definitivamente milagroso que desemboquen todos
ellos a la vez, que un momento antes pareciera que la playa estaba vacía e
instantes después que no cabe en ella un alfiler. ¿A qué oscuros designios
obedece esta unidad? ¿Cuáles son las claves que generan tan idénticas
decisiones?
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