viernes, 19 de julio de 2013

la soledad del corredor de fondo

Aquellos que, cumplidos ya bastante años, hemos asumido finalmente que disfrutamos ante el espectáculo del deporte ajeno, pasadas ya aquellas militancias en las que deporte /alienación era el binomio de moda, cuando cualquier “responsable político” se permitía el lujo de ponerte de chupa dómine porque te gustaba, pobre de ti, el fútbol-opio del pueblo…

Aquestos  los obsoletos que dejamos pasar buena parte del verano en manos de otro bendito binomio para pobres, ese que forman la tele y el ventilador, sobre todo cuando la primera vino de serie con el HD de nuestras entretelas y los programadores deciden hacernos llegar desafíos, carreras, combates, partidos y demás distracciones innobles.

Nosotros, es decir, muchos de ustedes lectores conmigo, vamos pasando este veranito que los agoreros presumían fresco, entre unas y otras convocatorias deportivas delante de la pantalla. En ese transcurrir, estamos teniendo derecho a la contemplación cercana de uno de los dramas que mejor asume el deporte moderno, que a mí me parece ser el de la soledad.  ¿Os habéis parado a pensar en la inmensa soledad del portero ante una tanda de penaltys? ¿Cómo puede llegar a sentirse el corredor de maratón ante los mensajes cruzados de agotamiento que le remiten sus neurotrasmisores cuando lleva cuarenta kilómetros soportados en sus piernas? ¿Desde qué sentimiento de vacío no arrancará un ciclista cualquier ataque al que le obligue su marca comercial en ese muro del Alpe d’Huez?

Todos entendemos el deporte como espectáculo, ya que a esa consideración nos remite su uso al servicio del negocio, pero muy a menudo, a través de los rinconcitos en los que el realizador bajó la guardia, nos es permitido, si miramos bien, atisbar, en una simple mirada, el drama que se esconde bajo esa lucha superviviente.


Qué cerca me siento, entonces, en esa mirada solitaria, del deportista de élite.

(Sospecho que ha resultado una columna fallida o excesivamente críptica en cuanto al trasfondo que deseaba fuera evidente y comparable entre las soledades en las que me encuentro por la situación de mi salud y la que vemos en algunas angustias en el deporte de élite. En fin, cosas de mi mala cabeza, sin duda)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Tú paras todos los penalties, jefe. Un abrazo fuerte.
Superantipatico.