de culo
desde ROTA con amor
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Con tanta gente conocida que se mueve por aquí, fundamentalmente
en verano, se han desarrollado en Rota algunos interesantes resortes
lingüísticos. Es muy frecuente escuchar que te comenten, como de soslayo, que “por aquí suele venir el Chuchi, ayer mismo estuve con él”, lo
que viene a querer significar que alguien vió al Gran Wyoming acodado en la barra con unos amiguetes (probablemente hasta mencionen para precisar
a su colaborador local, Maikol) y
se colocó a su lado.
Todavía conservo recuerdo -si no amargo, al menos contradictorio-, de cuando el doctor Monzón peleaba en las cuevas madrileñas reverendos con Lola Canales, en aquellos lejanos entonces de los ochenta, a la sazón mi esposa, precedente histórico de la copla españoleá de Martirio y cuya competencia le traía a tan mal traer al luego famosísimo Wyoming “con la mano entre las piernas, cuando voy montando en bici…”.
Me incitan a trasladarme mentalmente desde Rota a las profundidades de aquella Mandrágora preñada y luchadora, en noches de Cava eternas a lo largo de las que nunca dejé de preguntarme qué narices pintaba por allí Albertito Pérez entre tanto genio suelto como Sabina y un parvenu medio canadiense llamado Javier Krahe de quien ya cantábamos las Madres del Cordero, antes de conocerle, lo de la monjita en el hospicio.
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Encontré una foto de autor desconocido al que ruego la máxima comprensión por mi coyuntural pirateo, una foto que me parece definitiva porque muestra desde cómo se puede llamar a un taxi con autoridad no exenta de cierta elegancia hasta de qué manera subrayar la divinidad etérea de algún secreto comunicador siempre dispuesto a mantener línea directa con los millones de este empresario sin empresa, de este habilísimo inversor en flotantes dividendos mágicos que se incrementan de oficio en cuanto miras para otro lado.
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