lunes, 17 de septiembre de 2012

carta a una ciudadana que piensa que esto se va a arreglar



Hola, compatriota desconocida. ¿Sabes?, están sonando campanas a muerto y no las oyes. No puedes escucharlas, es normal, porque de verdad te crees que lo que está ocurriendo en España se pasará pronto, que se acabará enseguida y que todo volverá a ser como antes. A la buena gente le resulta natural ser optimista, no le cabe en la cabeza que nadie pueda hacernos a todos tanto mal.

Lo siento, pero estás muy equivocada. Daría mi vida por despertar tu conciencia, ciudadana. Están cambiando el mundo delante de nuestras narices, están destrozando nuestra bendita tierra, pero nadie nos lo dice de manera que podamos entenderlo.

Me habría gustado hablar contigo directamente, sentados cara a cara, para que comentáramos cómo los amos del dinero nos están arrebatando poquito a poco el bienestar, la alegría y el futuro de nuestros hijos a cambio de reconstruir España a su manera. Cómo algunos políticos que entre todos hemos elegido están llevando a la ruina a la mayoría de la población, día a día, después de aceptar empobrecernos a todos porque, según sus sabios economistas, no había otra salida que financiar a los Bancos con el dinero de todos para evitar que reventaran.

Quise creer que Zapatero no sabía que eso era mentira, pero me cuesta trabajo perdonarle porque fue precisamente él quien puso a los mandos de las cosas económicas a los principales defensores de que el dinero de nuestros impuestos, el dinero público, está al servicio de los intereses privados. O sea, de los Bancos.

De lo que está haciendo ahora Rajoy, a quien votó la mayoría porque dijo que él iba a acabar con la crisis, ya lo vas viendo tú en casa. Tu marido en el paro, tus hijos sin salida, la hipoteca a duras penas, de la compra mejor no hablar… Pero, ciudadana, tengo que avisarte, por desgracia, de que lo peor de todo es que esto no ha hecho más que comenzar.

Han condenado a España a eso que la prensa y la tele llaman rescate. Hace unos meses, ya ‘rescataron’ a Grecia y a Portugal. ¿En qué consiste ese rescate? En prestarnos todo el dinero que ahora mismo necesita la economía española para ‘ponerse a cero’. No parece que eso sea malo, ¿verdad? Pues no. Es lo peor. Porque, como tú sabes de sobra, nadie te presta nada a cambio de nada. Los alemanes, los que mandan en ‘los mercados’ y en ‘la troika’ (Banco Central Europeo, Fondo Monetario Internacional y Comunidad Europea), nos dejan ese dineral simplemente para que les podamos devolver la Deuda. No para que arreglemos la economía, ni las empresas españolas, ni resolvamos el paro, ni salgamos de la crisis. NO.

Nos ‘rescatan’ para que podamos pagarles lo que dicen que les debemos, más los intereses de sus préstamos, más los de la nueva deuda que supone el rescate, más el propio dineral del rescate… En realidad, ciudadana, es como si tu Banco te volviera a dar un crédito para que le pagues la hipoteca entera, empezando por los intereses. Tú les pagas a ellos, pero sigues debiéndoles incluso más dinero que antes. En una palabra, el país entero HIPOTECADO PARA SIEMPRE. Eso es el ‘rescate’ del que tanto hablan. Dinero para ellos que les deberemos nosotros.

Pero, además, nos ponen condiciones. Ya no seremos los españoles los que administremos nuestro propio dinero. Serán ellos, los funcionarios de los bancos europeos, los que dirán qué se paga y cuánto se paga y cómo se paga en España. En Grecia hay toda una planta del Ministerio de Economía ocupada por los “técnicos” enviados por el BCE y dirigidos por un alemán, casualmente. En Grecia, amiga mía, la gente se suicida por las calles. Créetelo, porque es la verdad.

Te preguntarás, con tu criterio de habitual administradora de tu casa, de dónde saldrá el dinero para pagarles. Lo tienen todo previsto. Saldrá de las pensiones, que las rebajarán más todavía, de la cobertura del paro, que irá desapareciendo, de los impuestos, que seguirán subiendo, de la factura de la luz, de la del agua, de las medicinas, de cobrarnos por estar enfermos y atendernos en los mismos hospitales que se construyeron con nuestro dinero, de los libros de tus hijos, de rebajar los sueldos de los pocos que mantengan sus trabajos, de suprimir las pagas y los derechos acumulados, de quitar profesores de la enseñanza pública, de desatender las escuelas…, de todo eso y de todo lo que se les ocurra. De nosotros, de la ciudadanía, de la inmensa mayoría de la población española. Imagina ahora la vida que nos espera si no hacemos algo.

Ni siquiera se plantean ir contra los millonarios, ni contra los que sacan dinero de España, ni contra los que defraudan a la hacienda pública, ni contra los que lo tienen a buen recaudo en los paraísos fiscales, ni contra las estafas de los Bancos con el Euribor o las preferentes, ni suprimir los gastos innecesarios en aeropuertos fantasmas, en financiar confesiones religiosas, en todo tipo de corrupciones, en gastos militares… A ellos, ni tocarlos.

Te escribo a ti, ciudadana mujer, porque eres casi siempre la que lleva sobre los hombros tu casa, a la que aportas tu lógica para hacer las cuentas y tu entrega sin límites. Porque sé que estás preocupada por lo que vendrá mañana, por lo que ves que les está pasando a tus chicos, lo que sucede en el mercado y en el súper y cómo te desesperas porque no te llega. Mucho más que tu marido, desde luego, que los hombres somos tan torpes que casi nunca sabemos mirar hacia el futuro. Y también porque sé que, si lo decides tú, podremos ponerle remedio entre todos.

Esto solo se arregla, creo, si somos capaces de poner la economía a las órdenes de las personas. Ni más, ni menos, como en tu casa. Frente Cívico.