domingo, 6 de diciembre de 2009

de viaje

Vaya por delante de partida una somera interpretación de mi pertinaz silencio. Como decía entre líneas en mi anterior entrada, me encontraba entonces en pleno esfuerzo de preparación y organización de un viaje que había proyectado ofrecer a mi amada que, por sus características y condiciones, resultaba delicado y dificultoso hacerlo sin levantar la liebre. Lo hice.

Lo hice tan bien que acabamos de regresar de unas minivacaciones de una semanita en París, en la que he disfrutado como un enano de ver disfrutar a mi chica, que es una de las cosas que más me gustan en este mundo. Alucinar con el brillo de sus ojos ante la sorpresa, comprobar una y otra vez su extraordinaria capacidad para el asombro, el gozo y el disfrute de la novedad, de lo gustoso, de lo inesperado, de lo sorprendente, es, para mí, una fuente inagotable de éxtasis, por lo que podría decirse sin exagerar demasiado que este viaje ha sido, en el fondo, un cualificado acto de onanismo o un excéntrico monumento al egoísmo, vaya usted a saber.

En cualquier caso, ha constituido un jodido éxito de crítica y público, una producción perfecta hasta en los menores detalles y su organización ha resultado precisa como un reloj suizo y tan previsible como que nos iba a llover durante toda la estancia, cosa que ocurrió implacablemente. París, por otra parte, sigue por do solía, repleta de japos y españoles también de escapada, que viva la crisis, carísimas las cosas tan exclusivas como las joyas de la Place Vendôme, el agua de la nevera del hotel o los grand crème en terraza, lujo asiático a cuatro o cinco euros por cabeza. Los croissants-beurre siguen apetitosos, los taxis sorprendentemente asequibles, el metro anticuado y sucio, los campos elíseos abarrotados, le Marais hermoso y reventón de diseño, la Place des Vosgues tan hermosa como solía, los parisinos sorprendentemente amables con nosotros, la comida habitualmente estupenda, el couscous de Chez Bébert maravilloso, el Chartier tan lleno y poblado de tercera edad como ya acostumbraba, Barbés negro como mis pulmones y el barrio latino con ese no sé qué emocionante que te pellizca el alma camino de Nôtre Dame.

En resumen, compartir con vosotros una sorpresa que salió de maravilla y cuyo contenido todavía, una semana después de volver, alumbra la vuelta a la normalidad que nos esperaba en esta postal en la que vivo.

viernes, 6 de noviembre de 2009

parece que fue ayer

Parece que fue ayer cuando cumplí los sesenta tacos. Eran las cero horas en punto, la noche del 4 al 5 de este soleado noviembre, cuando entró en la habitación mi chica con dos velas blancas ribeteadas en rojo apenas clavadas en una sabrosa bayonesa de cabello de ángel, que es la que más me gusta. Tarareaba lo del cumpleaños feliz más preocupada por el precario equilibrio de las llamas que de afinar en exceso. Dos velas. Dos cifras. Nada menos que un seis y un cero, la hostia, tu.

Sabía que se acercaba mi cumple, hasta ahí podíamos llegar, pero lo cierto es que no había caído en la cuenta hasta la tarta del cambio de tercio que suponía estrenar esta nueva década. Parece que fue ayer cuando tenía 59, pero era anteayer sin embargo. Luego me he puesto a pensar. Todo el día dándole vueltas a la dichosa cifra que arranca mi sesentena. ¿Por qué tanto jaleo? ¿A santo de qué refocilarme en esa especie de desasosiego absurdo? Las horas se han tornado interminables mientras caía la tarde hasta que, de repente, he visto la luz y comprendido a ciencia cierta la razón del comecome que me ha roído las tripas hoy a modo de happy birthday.

Os lo quería comentar, por eso me he sentado al teclado en cuanto Lucas ha despachado a los Estopa, y he arrancado a todo meter con este escrito. No me preocupa cumplir años. Es más, habitualmente miro con cierta conmiseración a quienes se resisten al paso del tiempo en batalla perdida. No quiero ser como ellos, sé que no soy como ellos aunque hoy lo haya parecido por unas horas.

Lo que me pasa es que mi aparente edad es una gran mentira de la que me niego a ser cómplice. Aunque el DNI se empeñe en aseverar que fue aquel lejano 1949 el año que me vio nacer, no os lo creáis. Mi edad, la que arde en mi interior y anima cuanto hago día a día, es la que canta en mis sueños, la que vive mi condición de enamorado, la que anima con fuerza los proyectos que arranco, tejo y desarrollo a cada paso, la que esconde los viajes que proyecto, despierta mi sexo, inspira mi cocina, sonríe con cada cosa nueva que aprendo..., mi edad está presente en los muebles de IKEA que monto tirado por el suelo, en el Estudio sobre el uso de las Nuevas Tecnologías en la sociedad roteña que iniciaré en breve, en mi deseo por desentrañar los profundos misterios del pescado de roca, en la ilusión por un secreto que planifico con mimo, en averiguar si el último modelo de tele que procuro trae canal de retorno o MHP, en hacerme cuanto antes el carné de identidad electrónico...

El bargueño que me traje de la casa de mi madre sí que tiene 60 años. O más. Yo tengo la edad que vivo. La que me da la gana.

lunes, 2 de noviembre de 2009

grilletes

Se escandalizan algunos, con más morro que razones, de que se vea en televisión a gentecilla como Maciá Alavedra o el alcalde de Santa Coloma esposados y recuperando sus pertenencias guardadas dentro de bolsas de basura. Ahí claman algunos, más interesados por la presunción de inocencia que por la égalité, y manifiestan argumentos a mi entender espúreos, por lo que convendría poner los puntos sobre las íes.

En esta democracia, como en cualquier Estado de Derecho, los cuerpos de seguridad del Estado, léase policía, guardia civil, policía judicial, municipal o autonómica, carecen de capacidad de opción a la hora de manejar la persona del detenido. Su obligación, mientras carezcan de orden superior en sentido contrario, no es otra que inmovilizar al detenido para impedir su fuga, y esto es válido tanto para el que acaba de levantar un bolso pillado en flagrante delito como para el ladrón de guante blanco. Ni es su responsabilidad ni está entre sus privilegios discernir acerca de la peligrosidad de un detenido, el riesgo de fuga que supone o cualquier otra circunstancia. Todos iguales, todos esposados. De vosotros para mí, me gustaría escuchar a esos mismos corifeos que ahora se rasgan las vestiduras ante el trato recibido por los detenidos de alcurnia si uno de ellos se escapara y se perdiera su rastro en Las Azores. Así que me queda claro. Detenido por supuesto delito es igual a esposado para su traslado hasta que un juez decida lo contrario.

Otra cosa, muy distinta, es el tratamiento supuestamente informativo que le pueden dar a estos hechos las cámaras de televisión. ¿Por qué no se toman las medidas exigibles por cualquier detenido en orden a salvaguardar sus derechos? ¿Quién decide que estos (o cualesquiera otros) tengan que bajarse del vehículo de conducción para su ingreso en los juzgados a la vista de cualquiera? ¿Quién avisa a las televisiones del día y hora en que van a acontecer estos hechos? ¿Cuánto cobra el avisador por ello, o por no proteger con los biombos instalados la intimidad de esas personas, sea en pasta gansa o en posicionamiento a medio plazo para cuando vuelvan los suyos?

Aunque cualquier teoría conspirativa acerca del uso de estas imágenes pudiera resultar válida, apuntando al máximo responsable de Interior como el Rasputín que urde y maneja estas imágenes en beneficio del Gobierno, a mí me cuesta trabajo creerlas sobre todo si, como es ahora el caso, afectan a varios miembros de su propio partido. ¿En otros casos sí y no en éste? Podría ser. Pero también cabría especular acerca de que a alguien con la capacidad directa para ordenar que se preserven las imágenes del escándalo se le ha ocurrido que tenía en ese momento a su disposición la posibilidad de permitir que se vea esposados a detenidos socialistas ya que antes se pudo ver en el caso Gürtel en las mismas circunstancias a detenidos del PP.

En este caso, como en los anteriores, deberíamos exigir la intervención de un juez para perseguir estos supuestos delitos contra el honor de las personas, intervención que yo reclamo inmediata, tajante e intransigente como única manera eficaz de aviso a los navegantes. Una acción judicial radical para que a nadie se le ocurra en adelante "permitir" que ocurran estos hechos sin temor a que se le pueda venir encima el peso de esa Ley que supuestamente defienden.

En esta sociedad que reclama a gritos una total regeneración de la vida pública, sería una manera de devolver poquito a poco parte de la confianza en los administradores de los poderes que nos han ido quitando unos y otros de entre las manos.

viernes, 30 de octubre de 2009

tempos

Por razones personales hemos estado tres días en Madrid, con coche y todo. No las tenía todas conmigo, no os vayáis a creer, consciente de que la función crea el órgano tanto como la disfunción lo anquilosa, al pasar en un pispás de la soleada calma en la que habito a esa furia feroz del tráfico madrileño, temiendo no estar a la altura. Ya en el trayecto de ida, sin embargo, intuía yo que mis temores resultarían infundados, al pisarle sin vergüenza por la Autovía de la Plata comprobando que la fiera que creía dormida seguía latiendo en mí presta al combate por un quítame allá un ceda el paso.

Lo cierto es que lo de vivir en una postal genera unos ritmos vitales, unos tempos más cercanos al minué que al rock and roll, para qué nos vamos a engañar. Aquí me suelo desplazar a pie, los objetivos están a tiro de pìedra y cada vez que lleno el depósito tengo para más de un mes, y eso que este cacharro que tenemos chupa más que el tesorero del PP. Pero, sobre todo, este entorno vitalista y perezoso se va adueñando sibilino de tu naturaleza hasta que donde antaño hubo enérgico varón de súbitas decisiones y rápidos movimientos, (obsérvese qué preciso manejo de las esdrújulas, que trasmiten subliminalmente un estadio de aceleración y hasta cierto desasosiego), transita ahora un gozoso contemplador sereno de la vida y lo que a ella rodea. A esa mutación me refería cuando alentaba mis temores acerca de la que suponía compleja adaptación al entorno hostil en el que iba a zambullirme..

Hete aquí, sin embargo, que mis miedos a no estar a la altura resultaron infundados. Incorporado al vértigo enloquecido de la madrugada del lunes, apenas pasaron diez segundos cuando me descubrí blasfemando en arameo, pitando desaforado al primer soplagaitas que me hizo una cola de pez, a mí, qué se habrá creído el idiota, acelerando sin compasión para sellar contra la trasera de un autobús de cercanías al incauto taxista que se había permitido intentar salir de su carril para evitar el mamotreto, sonriendo de medio lado al lograrlo, pisándole fuerte, apurando los semáforos en casirojo, engallando la cabeza, los sentidos alerta, la mano urgente, la mirada viva y los reflejos a flor de piel. ¡Había vuelto la bestia!

En los páramos de La Serena me detuve, ya de vuelta, a echar una cabezadita. Era noche cerrada y, en cuanto salí del coche, se me vinieron encima los millones de estrellas que la luz de mi ciudad/postal esconde y cela. Mirando al cielo, poco a poco, dulcemente, el animal dio un par de vueltas sobre sí mismo, se acomodó de nuevo en el fondo de su guarida, y suavemente entornó los ojos, mientras yo seguía detallando emocionado el brillo insolente de la Casiopea.

Y aquí sigo, tan tranquilo.

jueves, 15 de octubre de 2009

darlo por perdido

Hoy es el día de la acción bloguera por el medio ambiente, demostrable al contemplar mi correo electrónico petado de buenas intenciones, que no me caben ni los saludas de mis amigos más lejanos, así que como di mi palabra os hablaré de algún tema relacionado con eso.


Os podría informar acerca de la catástrofe ecológica que se está desarrollando en la Tablas de Daimiel, donde a los ojos del Guadiana les sale el fuego por las órbitas en lugar de aparecer y desaparecer todo un río como era su costumbre. La turba (ese carbón vegetal del que consumimos en posguerra porque no había otros) depositada en las entrañas de la tierra ha entrado en combustión espontánea y con ello está desapareciendo el ecosistema ante la inercia culposa del Ejecutivo, cuya ministra Espinosa (jodío apellido para ser responsable de la cosa del medio ambiente) mira para otro lado cuando se debería anegar la zona como única solución. Lo más probable es que haya dado por perdidas las Tablas esa buena mujer.

O podría llamar vuestra atención acerca de la última moda en árboles artificiales, algunos en forma de fálicas farolas, otros cual matamoscas gigantes, destinados a convertir el CO2 en oxígeno, en una especie de fotosíntesis de cartón piedra y acero inoxidable con discreto consumo energético y resíduos almacenables en profundidad. Debe ser que los responsables de la cosa se van inclinando por los parches y que con ello dan por perdida la repoblación y reforestación que a todos nos parecen los métodos ideales para devolverle a nuestro planeta el sistema de fotosíntesis guay del que se había dotado madre Tierra para hacer habitable este lugar. Como los malos boxeadores, noqueados antes de besar la lona, los responsables de la habitabilidad de nuestro mundo dejan caer los brazos y que ahí me las den todas, mientras nosotros, que somos en el fondo y en la forma los que se lo permitimos, hacemos como que no lo vemos.

Así que yo, en un arranque de honestidad ambiental sin precedentes, he decidido pasar a la acción ecológica y tomar ese toro por los cuernos. No sólo me acabo de congelar el sueldo siguiendo regios ejemplos, sino que estoy valorando muy seriamente mear en la ducha, siguiendo las directrices brasileñas. Con los 4.000 litros de agua que ahorraré con esta guarrería (que además tiene efectos definitivos contra los hongos de los pies de atleta), más los que pueda conseguir de vosotros los fieles seguidores de esta página que ya es como el Guadiana, me propongo elevar una propuesta para que los utilicen para anegar las Tablas y que lo que quede, que será bastante si imagino bien, sirva para regar los bosques que necesitamos replantar si no queremos que nuestro paisaje se convierta en otro lunar repleto de consoladores gigantes.

O algo habrá que hacer, si no queremos darlo todo por perdido.

jueves, 8 de octubre de 2009

La experta mentirosa

El pasado 9 de febrero, Esperanza Aguirre manifestaba públicamente: Mi gobierno no tiene ningún contrato con la trama, refiriéndose a la entonces casi nonata Gürtel. Las niñas ricas, lo sabemos, nunca mienten. Desde niñas maman entre bordados de blonda las Gil de Biedma y similares lo de engañar con las palabras, falsear por omisión, cruzar los tiernos deditos tras la falda de tweed de las exclusivas clarisas mientras ponen cara de inocencia al afirmar algo más falso que un billete de trece euros; las nenas de buena familia aprenden desde la cuna que la única verdad que admiten es la de sus intereses, que todo es relativo y más aún la certeza.

Es tan manifiesta la relación con la mentira de las niñas ricas que ésta surge en ellas tan espontánea como el pipí de las mañanas y fluye con idéntica facilidad hasta confundirse en un todo con el entorno, el uno con el agua del sumidero y la otra en el cortex cerebral de la reina de la casa. La mentira se integra de tal modo en su cerebro que acaba por convertirse en una segunda naturaleza, el fruto maduro de un aprendizaje permanente y de una práctica constante. La misma mediante la que se alcanza la caradura necesaria para aparentar en cualquier circunstancia que no han roto en su vida no ya un plato, sino tan siquiera el aire al caminar o las aguas al parir. Sé que los niños ricos también mienten, pero jamás soñarían con alcanzar el grado de sutileza y mimetismo que adorna a sus hermanas, de eso no os quepa duda.

Sólo desde el conocimiento de la trayectoria vital común a estas niñas ricas (me vale también para la Cospedal y la Santamaría), de los infalibles trucos de infinitos matices practicados desde el primer balbuceo, puede entenderse realmente la facilidad para la burla política que estas mujeres ejercen día tras día.

Ahora, cuando se ha desvelado apenas la tercera parte de un sumario de dimensiones olímpicas, empieza a aparecer el verdadero sentido de las palabras de la "lideresa". Ella, realmente, se refería justo al momento en que se producía su afirmación, no a los 358 contratos que todos y cada uno de los departamentos de su Gobierno habían firmado con la trama por más de tres millones de euros, ni a esa rara unanimidad de los responsables de las adjudicaciones a la hora de segmentar esos contratos en varios menores para evitar que vayan a concurso y poder así concederlos a dedo, fruto sin duda de la casualidad.

Ella, la jefa, la máxima responsable de todas las actuaciones de sus sucesivos gobiernos, seguirá mirando a las cámaras sin pestañear y afirmará sin pudor que quien haya actuado mal lo pagará, mientras los madrileños se fían tanto de su firmeza que olvidan que toda la responsabilidad en la colaboración con la trama encarcelada y la que está por caer es suya, al menos en Madrid, que también fue ella la que nombró un corrupto al frente de la comisión parlamentaria que debía investigar la corrupción, luego disuelta por ella misma manu militari, ella la del campo de golf donde prometieron un parque, la de los espías, la privatizadora de la sanidad y el agua, la de la estación del AVE a kilómetros de Guadalajara pero en tierras de su familia...

Con cara de inocente mirarán a cámara sus ojos de miel, intentará que el estrábico no se salga del cuadro y afirmará cualquier cosa que le sirva para perpetuarse en el cargo. A la niña rica le viene de familia.

lunes, 5 de octubre de 2009

los últimos en enterarse

Las gentes de mi edad, que empieza a resultarme ominosa a estas alturas, veíamos al franquismo como el principal impedimento a la hora de acceder a una sociedad diferente y, sin duda, mucho mejor. La ciega obstinación del dictador por condenar y perseguir cuanto cupiera en nuestro tierno concepto de libertad, la proverbial cruzada inmovilista de su principal baluarte ideológico, la misma Santa Madre Iglesia que sigue en sus trece aunque condenada, ¡ay!, a la pérdida definitiva del protagonismo que ostentaba, haga cuanto haga por mantenerse en el machito, el rechazo a cualquier mínimo cambio que pusiera en peligro sus privilegios y prebendas por parte de los innumerables burócratas que chupaban del bote en nombre de Franco, de la Obra, de la Falange traicionada o de la otra, de la División Azul o de quien les hiciera falta invocar, que tanto daba con tal de hacerse una carrera, la febril y muy negra actividad de su policía política, todos estos árboles nos mantuvieron engañados durante mucho, mucho tiempo. ¡Qué equivocados estábamos!

Con la confusión que adorna los pocos años y el mucho ánimo, algunos hicimos frente a la Bestia y otros, los más, sencillamente se animaron poco a poco a degustar las mieles de esa misma libertad por la que otros se partían el pecho. Fue la nuestra una pelea social, por mucho que estuviéramos convencidos de que era política e ideológica. En el fondo de todos nosotros, aquellos revolucionarios no por tan ilusos menos brutos, latía, creo ahora, el diseño de una sociedad plenamente justa y equilibrada, en el que el trabajo fuera un mal menor aceptado, la unidad popular una radical alternativa, el lucro personal una lacra, la salud y la cultura un objetivo indiscutible, la solidaridad un banderín de enganche, la naturaleza una aliada cuyas heridas restañaríamos con prontitud y eficacia... Aunque la concibiéramos desde toda una dictadura del proletariado, dimos más de lo exigible por un mural chino repleto de sonrisas o una zafra cubana de igualdad y grandeza. Algunos hipotecamos la vida, otros la inmolaron en el dudoso altar de la lucha consecuente. Honor a ellos, lo que hace más cruda todavía la paradoja sobre la que escribo.

Estábamos equivocados. Ahora lo sé. Mientras los fuegos artificiales del franquismo nos mantenían entretenidos y chamuscaban poquito a poco nuestras fuerzas y entendederas, a la vez que se sucedían las sórdidas o gloriosas batallas que librábamos, ya sentaba sus bases el enemigo en la sombra hasta crear el inextricable y proceloso bosque tras los árboles que nos ofuscaban. Creció como la mala hierba tanto entre los combatidos como entre los combatientes, hasta llegar a ser tan asfixiante como lo es ahora. Y lo que te rondaré, morena.

Otro día os describiré a este enemigo con detalle, léase saña. Hoy os trasmito sólo esta especie de sentimiento previo que acera las garras cuando, a tu alrededor, las tozudas realidades te sitúan frente a aquel futuro que entonces no supimos ver. El homini lupus, el rey del sistema .

lunes, 28 de septiembre de 2009

quien siembra oro

Recientemente he tenido conocimiento de una anécdota real que ignoraba completamente. Tiene que ver con mis padres, ya fallecidos, y salió a colación mientras abordaba con uno de mis hermanos la siempre ingrata tarea de expurgar de cualquier elemento personal la casa materna, antes de proceder a su completo vaciado físico. Rebuscando cajón por cajón y armario por armario, con la maniática precisión que solo alcanzan los desesperados (y nosotros lo estábamos porque realmente ninguno hubiéramos elegido estar allí ni hacer lo que hacíamos), apareció en una cajita una baratija desvencijada en un lugar que nos pareció inverosímil, no sé si dentro de un sombrero o de algo anacrónico de ese jaez. Al hilo de los comentarios suscitados acerca de lo rara que es la mente humana para imaginar escondites, mi hermano me contó la anécdota a la que quería llegar.

Al parecer, hace más de veinte años, mis padres tenían que salir de viaje y se encontraron en esa extraña angustia agorera que asalta a algunos cuando abandonan sus pertenencias a la buena de dios, que no lo debe ser demasiado a pesar de tan alto padrino. Tras darle sin duda muchas más vueltas de lo que la ocasión requería, decidieron juntar todas las joyas que tenían, meterlas en una bolsa de plástico y ocultarlas bajo la tierra de una maceta de la terraza. No dijo el cronista si había o no planta en ella, ni si arbusto o si con flores, por lo que de hecho supongo que se trataría de una maceta yerma, por lo que sembrar en ella los oros y las pedrerías (más bien escasas, presumo), me parece un gesto que adquiere a mis ojos un inestimable valor simbólico.

Acaso se trataba de hacer cierta la fábula de la planta del dinero, o tal vez era mayor la confianza en las pocas dotes agrarias de los cacos modernos que en la buena esa que decíamos antes, pero lo cierto al parecer fue que mi padre, al que sí le gustaban las plantas y jugar a jardinerías, no debió soltar la bolsa en el fondo de la maceta y cubrirla sin más, como habríamos hecho cualquiera, sino que de fijo la trató como a un tierno esqueje, dejándole su fondo de apoyo y tapando el resto someramente para no ahogar lo sembrado. Vamos, que si no regó su obra al final debió ser por la continencia de la que en su ancianidad hacía gala.

Sólo así se explica que cuando decidieron, meses después, replantar las macetas de la terraza y utilizar para ello un mantillo recién comprado, nadie reparara en la bolsa de plástico que se fue a la basura revuelta con la tierra vieja.

lunes, 14 de septiembre de 2009

la piel del oso

Los españoles disfrutamos revolcándonos en la piel del oso con anticipación. A cazarlo previamente se le aplica la misma premisa que al valor en la mili. Se supone, y basta con ello para precipitarse sin vergüenza en las especulaciones más escandalosas y en las certezas de gloria más absolutas. Entre nosotros, el éxito no se alcanza a través del buen trabajo, del esfuerzo permanente, de la disposición y las cualidades, ni de una miaja de suerte, sino porque sí. ¡El oro está en Polonia!, ¡tiembla Sudáfrica!, se desgañitan los que viven de la gloria de los demás sin pudor. El mundial de fútbol es nuestro, aseguran a coro con la certeza más absoluta, que es un no parar de vender ilusiones, aunque sea la nuestra desde siglos tierra de desafueros, en la que igual da encumbrar a cualquiera sin contar con él que clavarle luego a un poste entreteniéndose con el mazo.

Aunque esto sucede también con cualquier personaje público, me refiero hoy a los recientes éxitos deportivos, pórticos sin duda de los previsibles holocaustos que se avecinan. Ya pasó con Nadal, antes con Raúl o Ferrero, ahora mismo con Verdasco y ya asoman indicios de similar comportamiento de las masas con la hasta ahora intocable selección española de baloncesto. Basta leer los comentarios de Internet para que te tiemblen los pelillos del cogote. Los mismos que levantaron manifestaciones desmesuradas de trasnochado honor patrio, exactamente los mismos jugadores a los que perseguían las gentes por los pasillos de los hoteles y los accesos a los aeropuertos, aquellos por los que cualquiera sacaba pecho antes de la finalísima olímpica, Pau, Rudy, Navarro y compañía serán, están ya siendo, crucificados sin rebozo en cuanto las cosas no marchen al gusto del respetable. En este lugar de frustrados y envidiosos del triunfo ajeno, nadie perdona que le roben una ilusión y enseguida exhiben la factura a la que no tienen derecho.

El deporte profesional, que no es otra cosa que una fábrica de dinero con los sueños de las mayorías, está sometido inexorablemente a criterios de eficacia, preparación, oportunidad y opción, como cualquier negocio. En el caso del baloncesto de la Selección, se cambió de entrenador por intereses espúreos y el nuevo, italiano aunque afincado, ni se ha olido de qué iba la cosa, tragándose la propaganda hasta las cachas. Así que creyó que podría cambiar el estilo sin problemas. La ha cagado, punto, consiguiendo que los chicos no sepan a qué juegan. Pero eso es todo. Se perderá, hoy o pasado mañana, y a casa, como tantos otros. Nada habría que decir. Nos han entretenido un rato y sanseacabó. Gracias, chicos, por el esfuerzo.

Pero esta tierra que adoro no perdona, como bien sabemos. Ya pueden los muchachos de Del Bosque poner las barbas en remojo, que después irán ellos.

viernes, 11 de septiembre de 2009

la musaraña del recuerdo

Nunca he sabido muy bien por qué, a veces (y casi nunca con previo aviso), te atacan los recuerdos y pasas las horas pensando en las musarañas. Será esta vez a causa de haber tenido que vaciar una docena de cajas (todavía quedan diez con el precinto virgen, qué martirio) provenientes del trozo de mi pasado que estaba recluido en el trastero de mi madre desde tiempo inmemorial, o tal vez por efecto del minucioso recorrido que hemos realizado la semana pasada un hermano y este servidor por la ahora vacía casa familiar desbrozando papelajos, destripando armarios y distinguiendo sin base lo susceptible de quedarse de lo condenable al olvido o la destrucción, o acaso porque hemos conseguido mi chica y yo encontrarles su sitio en casa a dos de los muebles que me acompañan desde mis recuerdos más remotos, el mueble-bar con sus luces que se encendían al abrirlo, en el que una vez se escondió un ratón cuando tendría yo mis cinco o seis años, allá en Zaragoza, que vete a saber por dónde se colaría aunque recuerdo con viveza el triste final que le aconteció en forma de certero escobazo, y el bargueño tallado a mano con un romano en la puerta y las tripas repletas de cajoncillos entre los que hay uno secreto que todos conocíamos, o quizá porque anoche estuvo en casa viendo el partido un viejo amigo y contemplamos algunas fotos de cuando éramos ambos un poco más jóvenes que ahora y nos dieron las tantas en ello..., no sé por qué será pero el caso es que los que me asaltan son casi siempre recuerdos fútiles o anecdóticos, lo que me lleva a sospechar que no guarda uno memoria de lo trascendente sino de lo que, por alguna razón que se me escapa, la mente, la casualidad o la matemática aleatoria han decidido que mantengas vivo en tu cajón y que eso casi siempre coincide con elementos retrospectivos que tu al menos consideras episódicos, casuales o intrascendentes cuando en estricta justicia debieran ser los más importantes aquellos que quedaran grabados a fuego en tus vericuetos neuronales.

Sospecho que las musarañas se han hecho un hueco en las circunvoluciones de mi azotea y que pasean por ellas su orgullo de mamíferos sorícidos y raquíticos, insensibles al daño tal vez irreparable que podrían estar causando en mis otrora ordenados esquemas mentales. Como no se vayan con viento fresco voy a buscar la escoba que ejecutó a su primo aragonés y se van a enterar de lo que vale un peine.

domingo, 6 de septiembre de 2009

la quincena del abuelito

Sin una palabra de rechazo, al menos nunca expresada, sin un mal gesto, con la templanza que nace de viejas sabidurías, la abuela y el abuelo se hicieron cargo de sus nietos en cuanto los papás tuvieron que incorporarse a la faena, el que la tiene, claro, ahora que todavía colean los restos de este verano agridulce remiso a pasar a mejor vida. La playa, que aborrezco, está repleta de homenajes a ese sentido del deber tan acendrado en una generación de mayores que no discuten desde que entraron los nacionales, que no alzan la voz ni se rebelan ante las disposiciones impuestas por unos hijos criados a su costa en aquello de "primero yo, después yo y lo que quede para mi".

De poco sirvieron las ciáticas repentinas, ni las próstatas rebeldes, ni los súbitos ataques de caspa y varices que asomaron a los postres, como por casualidad, los últimos días del ferragosto en familia. Nada escapa a la voracidad de unos hijos aprendices de dictadores que disponen de los demás mientras pretenden organizarles. No se les puede dar con queso porque, además de sospechar la evidente farsa, es más que notorio lo poco que les importarían tantos achaques aunque fueran ciertos. Así que no se hable más y os quedáis con el nene y la nena unos días más, así disfrutáis del mar y la yaya se pone tan morena que será la envidia del geriátrico.

Repaso sus andares dubitativos, los callos de sus pies, lo mal que corren cuando a la niña se le antoja salir de naja, su evidente nostalgia de la serenidad perdida, sus sonrisas forzadas porque hay que cumplir y, además, qué culpa tienen los críos. Creo que me dan pena y que les entiendo. Pero sonrío.

Sonrío al pensar que a los hijos se les está acabando el chollo porque estos sufridos abuelitos de septiembre son los últimos de Filipinas. Ellos, los marimandones, no saben que las inmediatas generaciones de abuelos les van a mandar a freír espárragos posiblemente el año que viene. Además, sin excusas ni vergüenzas.

Vosotros haced con los niños lo que queráis, hijos, que la abuela y yo nos largamos a París, que está precioso en otoño.

sábado, 23 de mayo de 2009

Pérez Rodríguez, Florentino: el aspirante (y II)

Como os amenazaba hace unos días, ésta que ahora publico es la segunda y última, por el momento, parte del artículo que preparé por encargo. Su paso por El Mundano me ha dejado más de 20 comentarios y el reencuentro con algunos viejos amiguetes, lo que no es parca cosecha. Espero que os guste y os informe de algunos claroscuros de la figura de este magnate "self made man" que volverá en breve, sin duda, a regir los destinos del Real Madrid proporcionándonos con ello, a los que nos gusta el fútbol, las cabriolas y volatines que acostumbraba. Para hacer negocios, está claro que no se la pilla con papel de fumar. Pero, en cuanto al fútbol...


Entre 1983 y 1986 demostró nuestro Floro otras nuevas particularidades de su ya bien forjado carácter negociador: su habilidad para sacar ventajas en la derrota y su buena disposición para agradecer los servicios prestados. Tras la caída en picado de la UCD de sus entretelas, no tardó demasiado en abrazar los postulados de la aventura liberal de Roca i Junyent llamada Partido Reformista Democrático, formación de la que llegó a ser secretario general y candidato en las generales del 86. Aunque no se comieron un colín, que diría el castizo, aquel ingeniero ya empresario del que dicen que entraba sin llamar en el despacho del ministro Arias-Salgado estableció lazos indelebles con el político catalán, quien acabaría casualmente de consejero en la cúpula de ACS en 2003, sentándose al lado de figurones como Juan March de la Lastra o Javier Monzón, presidente de INDRA. Claro que posiblemente las buenas relaciones con el Banco de Sabadell no hayan sido ajenas a tan tardío reconocimiento.

En tiempos del pelotazo, al que tan proclives resultaban buena parte de los presidentes del Real Madrid, como Lorenzo Sanz o el breve Martín de MARTINSA, que tanto le gustaba a Jiménez Losantos, justo es decir que Pérez ha apostado siempre por otras vías de crecimiento y de negocio menos arriesgadas. Salvo mejor información, nunca ha formado parte de los constructores que compraban empresas en quiebra (en 2007 todos sabían ya lo de la burbuja) con créditos de las mismas “caixas” que se las vendían, fabricando así beneficios ficticios, operaciones oscuras ahora perseguidas más por las circunstancias que por los inspectores del Banco de España. Acaso sea esa la causa de que la crisis no esté afectando seriamente su poderío ya que el 85 por ciento del área de negocios del grupo está dedicado a Obra Civil y edificación no residencial. Pero no es menos cierto que, durante su presidencia del Real Madrid, los palcos del Bernabéu se convirtieron más en ágoras que en palenques, en cuyas trastiendas políticos y empresarios esbozaban proyectos de acuerdos y negocios al calorcito del Ribera con jabugo que circulaba sin medida. Ni resulta discutible que la capitalización bursátil de ACS, que en julio de 2000 era de 1.889 millones de euros ascendió en 2006 a 9.492 millones. Y el incremento podría haber sido mucho mayor si Aznar no hubiera relevado a Rafael Arias-Salgado del ministerio de Fomento, sustituyéndole por Francisco Álvarez-Cascos, tan rocoso enemigo de Florentino en asuntos de estado como lo ha sido de siempre Matilde Fernández en el ámbito madrileño.

Del espléndido trabajo de investigación del Martí Perarnau para El Periódico de Catalunya, publicado en diciembre de 2005 y a cuya lectura completa os remito sin rubor me permito tomar prestado este párrafo: “De la mano de Aznar, el presidente del Real Madrid consiguió ampliar la internacionalización de la compañía. No son ajenas las imágenes del palco del Bernabéu en esa etapa al hecho de que el primer contrato adjudicado en Irak por el Cuerpo de Ingenieros de la Armada de Estados Unidos (22 de febrero del 2004) a una empresa española fue para Florentino. Ningún observador se sorprendió de ello, como tampoco que el primer contrato conseguido por una empresa española en Libia, al día siguiente de la visita del presidente Aznar a Muammar Gaddafi tras el levantamiento de restricciones comerciales, fuese a parar a Cobra, filial de ACS”. Lo traigo a colación para subrayar el progresivo afianzamiento de una relación Pérez-Aznar que se ha ido incrementando mediante hitos como la tan pantagruélica como vergonzosa boda de los mil invitados de la hija del entonces Presidente del Gobierno, a punto de dejar de serlo, con Alejandro Tarik Agag. Acaso también en el marco incomparable del monasterio del Escorial aprovechara Floro para sentar las bases de su sigiloso desplazamiento crediticio hacia la Banca europea, más concretamente hacia el Banco Portugués de Negocios (BPN), que en la última memoria del Grupo Cobra, uno de los pools más fuertes de ACS, figura con 15.000 millones de euros como su mayor proveedor de líneas de crédito y descuento a largo plazo frente a unos ridículos 229 millones que suma el conjunto de la Banca patria. Nada tendrá que ver, por supuesto, que el Director de Expansión para España y Brasil de dicho Banco portugués se llame Alejandro Agag. Seguramente, Florentino Pérez se dedicó a pasar buenamente el rato con su esposa María de los Ángeles Sandoval y departir amablemente acerca de lo divino y lo humano con los también invitados Juan Abelló, Alberto Cortina o Fernando Fernández Tapias diseñando de paso la próxima Junta Directiva del Real Madrid con la bendición de Rouco Varela, que dirigía el casorio.


Nada que ver estos invitados mencionados con algunos boquerones de tercera, los tan ufanos Bigotes y Correas, que también andaban organizando un poco tan infames alharacas junto a Alberto Bosch, Alberto López Viejo, Jacobo Gordon, el misterioso Antonio Cámara o el resto de los cachorros del clan de Becerril. Los unos juegan el Mundial y los otros se vadean en Regional Preferente. Los unos tiran de trajes por un par de millones y los otros cierran operaciones en alguno de los 48 países que alcanzan los tentáculos del grupo ACS. Nada que ver. No hay color. Hoy, Florentino Pérez Rodríguez posee una fortuna valorada, según la indiscutible Forbes, en 1.800 millones de dólares, que ocupa el puesto 397 entre las más grandes del mundo y dirige y controla la segunda empresa constructora del planeta Tierra. Su estrella menos conocida, IRIDIUM, ha sido la primera empresa europea en conseguir 1.000 millones de dólares de Obama para construir una autopista en USA.

Afirman que le gustan la música, el arte contemporáneo, el mar y el fútbol. Pero posiblemente Conchita, su fiel secretaria y cancerbera del sancta sanctórum de la planta décima del edificio acerado donde tiene Floro la sede de su imperio, sonreiría socarrona al escuchar esta afirmación.

jueves, 21 de mayo de 2009

Pérez Rodríguez, Florentino: el aspirante (I)

Hace unos días me pidió el amigo Adrián Vogel una colaboración para su blog El Mundano, sugerida por nuestro asiduo Gustavo. El encargo era alrededor de la figura del magnate de la construcción Florentino Pérez y se trataba de elaborar una aproximación que permitiera conocer las luces y sobre todo las sombras que rodean la trayectoria de este personaje. Basándome en datos biográficos públicos y alguno de mi particular cosecha, he intentado acercarme a su figura interpretando a mi entender las claves de su fulgurante ascenso que le han conducido a inventar y encabezar la segunda empresa de construcción del mundo. Como la entrada era excesivamente larga para lo que se lleva, la dividí en dos partes, de las que la que sigue es la primera con algunos retoques de Adrián y propios que, a mi entender, no han hecho más que mejorarla. Es ésta:


Cuando el 20 de diciembre de 1975 veían la luz del kiosko las 64 páginas de La Guía del Ocio de Madrid, pocos imaginaban que aquella aventura editorial, fruto de la visión comercial de un joven y oscuro ingeniero de Caminos, iba a sentar las bases de una de los mayores grupos empresariales de nuestro país ni que se iniciaba el camino de Florentino Pérez Rodríguez hacia la presidencia del club de sus amores, a la que aspira ahora por tercera vez. Sin vergüenza alguna, había calcado de arriba abajo el muy contrastado Pariscope, copiándole desde el formato “de bolsillo” y los contenidos de pé a pá hasta la tipografía de la cabecera. Traía consigo la experiencia adquirida con la revista que editaba la Asociación Española de Carretera, la cual dirigía desde 1973. Y alguna sinergia de recursos debió aplicar. Con esta jugada empezó el apodado Floro a ganar el dinero con que sentaría luego las bases de su imperio de la mano, entre otros, de aquél José Luis Gutiérrez que luego dirigiera el Diario 16 y ahora pontifica cual Erasmus, al que, por cierto, dejó olvidado en el camino y de quien acostumbra a renegar en privado.

Nacido en Madrid en el 47, hijo de una familia oriunda de Valladolid, su padre llevaba un negocio de perfumería que le permitió educar a sus cinco hijos en colegios de pago, por lo que nuestro protagonista pasó a engrosar la lista de sufridores del prefecto Rufino, quien regía con mano de hierro los escolapios de San Antón de la calle Farmacia y fue uno más de los que se burlaban del pobre Cañerías, aquel seglar bueno para todo alto y calvo que tanto se parecía a Mortadelo. Ya le apasionaba el fútbol, aunque en aquel pío recinto que fuera cárcel franquista en posguerra se practicara en la modalidad fútbol-patio, en la que las porterías estaban pintadas en las paredes y el balón sólo salía fuera si le acertabas a una puerta o rompías los cristales de alguna ventana distraída. Como portero era bastante bruto y algunos aseguran que bueno, por lo que estuvo a punto de engrosar las filas de los juveniles del Real Madrid, aunque no lo consiguiera. Lo mismo de ahí le quedó la querencia.

Al terminar la carrera de Ingeniero de Caminos y tras iniciar la aventura de la Guía junto a Jaime Borrell y José Miguel Juárez, ya había descubierto no sólo que le adornaba la rara cualidad de relacionarse de maravilla con los poderosos de su entorno, sino que se le daba bien sacarle partido a esas relaciones. Se hizo un auténtico experto en la materia, y lo sigue siendo a los sesentaypocos. Cuando Juan Carlos Escudier le bautizó de conseguidor en su libro “Florentino Pérez: retrato en blanco y negro de un conseguidor” (FOCA-Akal), libro que, por cierto, tomó por costumbre desaparecer de las librerías madrileñas nada más llegar a ellas y que se convirtió en uno de los títulos más vendidos y menos leídos del mundo, como bien comenta en cuanto se le presenta la ocasión el que fue su editor, Ramón Akal, acertó de pleno en la característica esencial de la fulgurante carrera de este aprendiz de magnate, aunque cabe decir que no la única. Buen estudiante, inteligente y capaz, tal vez le deba al fútbol (lo otra constante de su vida, además del poder) su extraordinaria capacidad para “ver el hueco”.

Así supo entender que hay que sembrar para luego recoger y dedicó el primer tercio de su vida profesional a lo que los argentinos llaman “posicionarse”, por lo que hizo sus pinitos en la vida pública, primero del Ayuntamiento de Madrid, luego del Gobierno del Estado, ya en las listas de la UCD. Y todo gracias al padrinazgo de su mentor político Pedro Antonio Martín Marín –con quien fundaría la productora Cartel-, quien décadas después sería el tercer pasajero del famoso viaje a Sudáfrica de Ignacio “Nacho” González. Su evolución en este terreno puede seguirse en la Wikipedia, de modo que nos referiremos aquí a las amistades cultivadas, su auténtica pasión. Desde Arias-Salgado a Juan Abelló, desde Eduardo Zaplana a Rubalcaba o los Albertos, desde Luis Eduardo Cortés a Jaime Lissavetzky, pasando por el tándem Esperanza Aguirre/Nacho González, desde Gallardón a José María Aznar (cuya sesgada aventura madridista está aún por escribirse), desde Juan March a Botín, todos han acabado sucumbiendo en uno u otro momento a los ocultos encantos del hombre a quien Mendoza definiera, en un alarde de la prepotencia ciega a la que era tan dado, como “tristón, gris y con aire de cenizo”.

Cuando se supo preparado, y con el riñón blindado por las ganancias de la revistilla, se tiró Florentino al mundo de los negocios, entendiendo que el futuro pasaba cerca del ladrillo. A peseta la acción se hizo primero con Construcciones Padrós, la base de su imperio, con una inversión de cinco millones, y al mismo precio por acción fue adquiriendo otras sociedades previamente saneadas como OCISA. Había visto el hueco en dos direcciones: que la chicha estaba en la obra pública, que de esa hay siempre y más con el desarrollismo tardío que abordaba la recién llegada democracia, sin olvidar que justamente ese era el territorio en que campaban sus recientes pero buenos amigos, y que hacía falta crecer, tener volumen para abordar el modelo alemán hacia el que estas obras públicas derivaban, es decir que el concesionario financiaba su propio trabajo para cobrarlo bien cobrado pero a posteriori. Con estas claves disfrutaréis sin duda repasando la ilustración adjunta hasta intuir, si no entender, las razones del brutal crecimiento de su cabecera, el grupo ACS, conglomerado de cerca de mil sociedades para el que trabajan 140.000 personas y que factura… Luego iremos con ello, porque hay un antes y un después en el valor de ACS entre el año 2.000, fecha en la que se hizo Pérez con la presidencia del Real Madrid, y aquel 2.006 en que salió del club por la gatera.









Obsérvese la enorme entidad de las incorporaciones al grupo acontecidas entre 2000 y 2006, el tiempo que Floro estuvo presidiendo el club de sus amores.


BIBLIOGRAFÍA:

Florentino Pérez: retrato en blanco y negro de un conseguidor. Juan Carlos Escudier. Ed. FOCA.

Riquísimos. Jesús F. Salgado. La Esfera de los Libros

ENTRADA RELACIONADA:

Yo, Florentino

(continuará)

viernes, 8 de mayo de 2009

migrañas

Ante la migraña, no hay refundación que se resista. Mi sobrino la padece, desde hace años, y su vida es un sinvivir. Siempre te parece, a su lado, que le hablas demasiado alto, que te mueves demasiado deprisa, que respiras demasiado fuerte, que necesitas demasiada luz, que el timbre de tu teléfono móvil está ajustado a un volumen fronterizo con la tortura...

Está jodido a pesar de que le han hecho de todo, punciones en la frente, sesiones de noséquéterapia, de que ha viajado a visitarse con la crème de la crème... Ronda los treintaytantos y su dolencia, tenaz e implacable como una maldición, remite cuando le parece o le ataca por la espalda al menor descuido, o enarbola la razón del porquesí para preñar su vida del dolor más atroz, inacabable, gratuito y esclavo.

Con el arrojo de quien se yergue contra la injusticia, o acaso con la desesperación de quien no tiene otra que hacer algo, mi sobrino no se da por vencido y se asocia y edita libros divulgativos sobre el tenebroso mal que tan profundo le afecta, empeñado en encontrar para sí mismo y sus hermanos en el perpetuo malestar alguna solidaridad, alguna solución que se parezca remotamente al alivio de su pertinaz dolencia, ante la indiferencia de la administración del Estado que ni siquiera se ha dignado considerar como crónica esta trágica enfermedad, feroz donde las haya, y susceptibles por tanto quienes la padecen de percibir de la Seguridad Social el tratamiento que por dolor e incapacidad sobrevenida les corresponde. Ni más ni menos que el mismo que ya desde hace tiempo reciben quienes padecen de migraña en Europa.

Ahora, me ha pedido ayuda y se la presto de corazón escribiendo esta entrada. También imprimiré todas las hojas de firmas que pueda rellenar, que son las que ilustran esta entrada, y las llevaré a la farmacia de al lado, que tanto me quiere porque tanto la visitamos, para ver si las puedo dejar allí y que se las presenten a sus clientes, por naturaleza solidarios con toda la gama de disfunciones del cuerpo. Lo mismo que me permito pediros a todos que hagáis, si bien os parece. Luego, por el e-mail, me lo decís y os doy la dirección a la que hay que enviar las firmas.

Abrazos.

martes, 28 de abril de 2009

refundación

Me sucedió hace unos días, por la mañana temprano. Eran las siete y media. Un sol apenas horizontal atravesaba los ventanales, mientras el mar rugía los postreros coletazos de una noche bravía de viento y marea. Tras tomar el primer sorbo del café de arranque de actividades, me acerqué a la cristalera de la terraza haciendo equilibrios con la taza, las tres pastillas de cada alborada en la otra mano para tomármelas a la vez, como hago siempre, mirando el paisaje. Nada de entre tanto gesto habitual presagiaba el cataclismo que se iba a producir súbitamente instantes después. Entonces, ocurrió.

Con una claridad insoportable, supe, en un instante, que mi vida en este lugar carecía de coherencia. Que la estaba viviendo hasta ese mismo entonces sin naturalidad, sin espontaneidad, sin alegría, ajeno a la realidad que yo mismo me había fabricado, sin embargo, hace más de un año cuando cerré la tienda y me vine al sur tras los pasos de mi amada. En un pispás comprendí que llevo todo este tiempo viviendo aquí como si estuviera allí, lo que resulta aberrante además de francamente estúpido. La idea se presentó de repente, sin previo aviso, como suele suceder con los pensamientos trascendentales. De sopetón se te viene encima lo gordo para, instantes después, cuando todavía no te has recuperado del fulgor del rayo de su evidencia, desconcertado e inerme, irse desgranando en razones que pretendías ignorar y verdades en las que no habías querido reparar, insidiosamente reveladas irrefutables de golpe y porrazo. Pocas veces en mi vida se me ha hecho patente una realidad con tanta evidencia.

Hasta ese mismo instante, desde el comienzo de este mi exilio tan voluntario como definitivo, he dedicado cada mañana, sin reparar en otra cosa, a leer las noticias en toda la prensa nacional ante la misma pantalla frente a la que ahora escribo esto y a paladear críticamente las opiniones de los columnistas hasta aislar un tema de mi particular interés, a rebuscar luego al acopio de datos, (impasse para leer el correo), para anotar de seguido informaciones, contrastarlas y pergeñar un comienzo antes de, con el criterio claro y un mínimo esquema en mente, proceder a escribirlo hasta descubrir que se me escapaba un elemento esencial, perseguirlo canino por la red, confirmarlo, integrarlo en lo ya escrito, argumentar, darle una salida, buscar enseguida la ilustración adecuada, tirar de photoshop cuando hace falta y publicarlo al fin en esta página tres o cuatro horas después de haber empezado el proceso... Otras veces, cuando no encontraba nada nuevo ni original que llevarme a la boca, he rumiado mi fracaso por no publicar (tras haberle dedicado a la intentona, eso sí, algún par de horas hasta desembocar en esa amarga evidencia), leyendo relatos ajenos, repasando los blogs de los amigos o viendo tetas y culos cibernéticos para desterrar la frustración del impotente.

Para entonces, ya la vida de mi alrededor llevaba horas pasando por mi lado sin percibir yo constancia alguna de ello y se acercaba la hora de preparar la comida, ella o yo, e iniciar esa parte de la rutina.

Se acabó. Estoy aquí, ya soy de aquí, vivo aquí. Me debo y le debo a este lugar respirar el aire de sus mañanitas, pasear temprano sus vericuetos, hacer la compra a pata en los colmados y tiendas, huir del súper, olvidar el coche, aprender a diferenciar quién vende el pescado más fresco, el pan más rico, las hortalizas apenas arrancadas de la tierra, los huevos más recientes, dónde paran las tenderas más divertidas, los tenderos más sabios y fiables, o al revés... Integrar mi vida con el entorno que he elegido, saludar a los ancianos que se caen de la cama de madrugada y se tiran a la calle como voy a hacer, tomarme un café con churros o su media tostada con jamón a su lado, escucharles y charlar con ellos en cuanto se dejen. Sacarle provecho a las monedillas, encontrar lo mejor, más bueno y barato. Buscar amiguetes para mariscar con ellos cuando las mareas bajas, o regar y cavar un poco en sus pequeños huertos de supervivencia, o echar un pito sentados al sol aunque haga fresco. Que nos inviten a sus festejos. Ir al fútbol de Primera regional autonómica. Saber el nombre de los jugadores locales. Que nos saluden los vecinos por las calles, y saludarles con educación y elegancia. Conocer la vida y milagros de quienes nos rodean. Dejar de vivir el pueblo como si no existiera. Hablar con todos. Pasear por la playa, al borde del mar, de la mano con mi chica, por disfrutar más que por deporte. Curtir la piel. Bajar barriga sin darme cuenta. Cambiar las cenas por un té tardío. No estar tanto tiempo sentado. Hacer cosas, ir a las romerías, al teatro local y alguna noche a los conciertos de la sala alternativa, que tenemos de todo. Doctorarnos en el mercadillo de los miércoles. Saber cuándo van a traer camarones saltarines para marcarnos unas tortillitas con su perejil y su harina de garbanzos o quién tiene las mejores gangas.

Esas han de ser mis mañanas, tal mi vida de aquí en adelante. Alguna tarde, cuando tenga algo interesante que decir, me sentaré a escribir una entrada para este blog. Sé que, de vez en cuando, algunos seguiréis pasando por aquí a mirar por mi ventana. A los que no vuelvan, decirles que estoy encantado de haberles conocido.

Mientras, los unos y los otros podréis suponer que soy feliz en la ausencia.

lunes, 20 de abril de 2009

dinero negro contra dinero negro

En estos que son tiempos de simetría y paradoja, en los que te puedes encontrar a un Gabilondo entrevistando a otro Gabilondo (¡qué bonito debe ser que te nombren Ministro a un hermano y poder sentarte con él a entrevistarle!), en los que tampoco es raro que los causantes de la crisis descarguen su justa ira por haber perdido el negocio del siglo contra los pobres curritos, hoy principales paganos en carne propia de beneficios insanos que jamás les beneficiaron, tiempos en los que cabe apreciar (con cierto sarcasmo, creedme) que los que vendieron sus almas al demonio de la especulación no pueden realizar sus delictivos beneficios al carecer de compradores con lo que (¡por una vez!) se ajusta el efecto al causante, sale a la luz una cantidad aterradora, un número que por sí solo expresa toda la podredumbre de esta sociedad hipócrita en que vivimos. El 56.000.

No es un número para un sorteo. ¡Qué más quisiéramos! 56.000 son los millones que tienen guardados los sinvergüenzas de este país debajo del colchón de su ignominia y en los paraísos fiscales en los que se gestó esta crisis. 56.000 millones de euros en billetes de 500, morados como el dominante de la pasada santa semana. Ahí es nada. Una cantidad idéntica al fondo de reserva de toda la Seguridad Social española de 2008, de la que comemos los parados y jubilados y gracias a la que nos curamos en los hospitales públicos el resto de los ciudadanos de a pie. Más dinero que el patrimonio personal de Bill Gates, el hombre más rico del mundo, que sólo tiene estos cincuenta y seis mil millones en dólares, el pobre iluso. Una cantidad similar a la hipotética liquidez de un Banco tan enorme como el Santander, al volumen total de las exportaciones de Alemania al resto de los países de la CE, al montante del préstamo del Fondo Monetario Internacional a todo un país como México para hacer frente a la crisis...

Son algo así como 112 millones de billetes morados, que constituyen la cuarta parte de los que se han emitido para toda Europa. ¿Dónde los tenéis? ¿Cómo los habéis juntado hasta rebosar esos sacos de plástico enterrados, esos dobles fondos, esos maletines o maletones, esas cajas fuertes soterradas debajo de los ladrillos de la chimenea? ¿A quién se los habéis quitado? ¿Cuántos delitos contemplan? ¿Cuánta ignominia? Los han ido juntando como urracas, teñidos con la sangre del resto de nosotros aunque limpios de cualquier traza de sudor, de trabajo, de honradez. ¿Quienes sois vosotros, asquerosos monstruos sociales, para construir vuestro futuro sin incertidumbre a costa del hambre de tantos?

Seguro que me cruzo con tres o cuatro cada día. Seguro que van por la vida con la cabeza bien alta, mirándonos por encima del hombro. Seguro que no se cortan un pelo a la hora de hablar en público o doctorar de fútbol en la barra de un bar. Apuesto corderos contra pajaritos a que muchos de ellos ostentan cargos públicos y no se empachan al opinar de lo divino y lo humano como si fueran gente decente. A que tienen secuestrado el equivalente al 5'32 por ciento del Producto Interior Bruto de España y dan lecciones de ética, de moral y de justicia. A que muchos de ellos, causantes de la inflación que todos sufrimos, dan lecciones de economía con el riñón bien forrado.

Izquierda Unida ha propuesto que se retiren de la circulación los billetes de 500 euros en todo el continente y que se emitan de nuevo en otro color, que proponen negro como las almas de los usureros. Tres meses para aflorarlos y el que no lo haga que los use luego para envolver caramelos. Al Banco a cambiarlos, como se hizo con las pesetas, pero contra ingresos en cuanta corriente, que Hacienda se iba a poner las botas. Si se hiciera algo así, en medio año salíamos de la crisis de los cojones. Una medida de esta naturaleza, que en nada afectaría a las gentes honradas que pueden justificar sus ingresos o sus ahorros, obtendría además una larga lista (negra, como no podía ser menos) de todos los delincuentes de cuello blanco de este país, desde propietarios de gasolineras a traficantes, desde empresarios insolidarios a los mangantes comisionistas del "¿cómo va lo mío?", desde políticos indecentes a magistrados amigos.

Lo que se podría hacer con los que figuraran en esa lista, prefiero dejarlo a vuestra imaginación...

miércoles, 15 de abril de 2009

ética contra Ministerio

Parece que está siendo una constante de la actualidad política que el presidente Zapatero elija para encabezar los Ministerios del Gobierno de esta nación nuestra a presuntos implicados. Sin ánimo de globalizar y sólo a modo de ejemplo, me refiero hoy a los nombramientos de Cristina Garmendia en Ciencia e Innovación y al reciente de Ángeles González-Sinde para Cultura. Ambas dos comparten una trayectoria empresarial específica interrumpida el día en que el cartero motorizado llamó a su puerta. En los dos casos, cabe suponer que ambas reanudarán esta trayectoria en la empresa privada tras el paréntesis de mandamases en el que se encuentran ahora y esto es lo que me da pie para plantear la cuestión que figura en el título de esta entrada.

Se podrá argumentar, desde luego, que es buena cosa que cada departamento esté dirigido por un conocedor de la materia específica que atiende. Yo opino que no es así por innecesario, aunque entendería este argumento si no fuera porque implica otro género de fisuras que pueden ser peores que la relativa ignorancia de los contenidos que les son propios. A mí me parece que cada Ministerio debe regirse conforme a principios políticos e ideológicos, más que estrictamente técnicos, y que se debe obrar en ellos con la eficacia como obsesión y la precisión, la contención en el gasto, el equilibrio y el avance hacia los objetivos como elementos inspiradores de su metodología. El Ministro o la Ministra son, en esta democracia que tenemos, el brazo ejecutor de la política del Presidente en cada campo, siendo éste, a su vez, supuestamente, quien aplica la política del Partido al que pertenece. Todos ellos, claro está, al servicio de los ciudadanos que les votaron para que cumplieran los compromisos contenidos en su oferta electoral, en concreto, y ese otro tipo de compromisos morales adjuntos a las siglas, colores y banderas de cada uno, una política progresista en el caso de unos o conservadora en otros.

Por lo tanto, para ese viaje solo serían necesarias alforjas de buenos gestores, gente con las ideas claras, los objetivos concretos y los asesores necesarios, cual es el caso de la Chacón en Defensa o el más reciente de Salgado en Economía, por seguir de ministras. Lo demás, la excesiva especialización en la materia, me parece un engorro que es aconsejable evitar.

Todo Ministro ha de tomar continuamente decisiones en el terreno de su jurisdicción, promoverlas, concretarlas, firmarlas y conseguir que sean decretadas. Si eres del oficio, no podrás evitar conocer de primera mano y después valorar a ciencia cierta en qué o en cuánto estas decisiones que tu mismo debes tomar favorecerán o no tu futura trayectoria empresarial. Es evidente. Que las saques adelante, las promuevas, te las inventes o las rechaces si te peta es igual porque el conocimiento exhaustivo de las interioridades de cada disposición te colocarán siempre en situación de privilegio para posteriormente aprovecharlas en beneficio de tu gestión particular cuando vuelvas a ser de a pie. ¿O vamos a creer de golpe ahora en la esquizofrenia ministerial?

Al margen de que nos parezca posible o imposible que sean a la vez juez y parte escrupulosamente objetivas en cada cuestión, es innegable que a las Ministras especialistas de este cuento se les plantearán sin duda por esta causa problemas añadidos (impensables para cualquier otro "no-especialista") susceptibles de nublar su objetividad a la hora de tomar decisiones, me es lo mismo si las toman, finalmente, a favor o en contra, si las potencian o las paralizan.

Cualquier Ministro establecerá por su cargo cientos de relaciones con empresas y dirigentes del sector en que trabaja. A unos para consultarles, a otros para favorecerles, a otros para... Si éste sector coincide con el profesional, es absolutamente congruente que dichos "conocimientos" sean posteriormente puestos al servicio del empresario que seguirán siendo cuando cuelguen la cartera. Por no presuponer lo que una mente rebuscada podría elaborar para que lo plantado hoy obtenga sus efectos a largo plazo.

Todo empresario, antes de ser Ministro, tiene además una trayectoria profesional que se demuestra en sus gestiones, opiniones y manifestaciones públicas. Cuando alguien así es nombrado a encabezar su sector no cabe pensar que deja de existir su pasado, ni que carece de importancia su trayectoria previa. Nadie como Ministro va a hacer en su puesto lo contrario de aquello por lo que lleva peleando años sin entrar en conflicto y salir por la tangente de la dimisión, ergo si no sale por ella es porque sigue aplicando desde su cargo público las mismas premisas que cuando era un civil cualquiera, salvo que tenga tragaderas de ballena y moral de almeja.

...

Que dice la Sinde que "los internautas no tienen que preocuparse o tener miedo", porque internet es "imparable". Ya te digo.

Además, no duele nada, le dijo el lobo a la oveja...

pie de foto al modo del que se fue.- adiós saliente silente, hola reciente sin demora, dijo este paciente intransigente, ¡que sea en buena hora!

martes, 14 de abril de 2009

14 de abril, pues que viva la República

Cada año me pongo tricolor por estas fechas. Qué le voy a hacer, así es mi vida, siempre a contracorriente. Pero así será por siempre hasta que algún sesudo biólogo o cualquier hemoespecialista de pro me demuestre hasta el convencimiento que la sangre de los borbones o la de cualquiera otra dinastía del mundo es diferente de la que cabalga por mis venas cuando me solivianto o de la que, a ritmo lento, bombea, bum-bum-bum, mi negro corazón cuando esto escribo mientras las jodidas coronarias se piensan y deciden si les apetece echar el cierre. Hasta ese momento, mi entendimiento se niega a aceptar la existencia de humanos superiores por nacencia, ya sean de la aristocracia o de las grandezas de España o de alguna otra cualquiera real familia. Puede decirse, entonces, que la primera línea de mi acendrado republicanismo está asentada en la biología, aunque posiblemente encuentre su acomodo y mayor proyección posteriormente en el orgullo que siento de ser tan humano como cualquier otro.

Luego seguirán las otras líneas, las racionales, las históricas, las legitimistas, las realmente democráticas..., aunque una república burguesa tampoco me parezca la panacea universal ni el bálsamo del gigantón Fierabrás, que república es la del Bush y sus invasiones hasta la del Berlusconi del camping todo incluido para los recién expoliados abruzzos. Eso sí, pretender la proclamación de la Tercera con ese todo y ruptura que habría de traer me parece un hito altamente positivo para extraer con los fórceps de la Historia a este pueblo nuestro de las garras del franquismo residual y las fauces del clericalismo rampante, que hoy me he debido levantar decimonónico.

Así que, amados cyberhermanos, decid conmigo desde la discreción pero el mayor convencimiento, musitadlo por los vericuetos, escribidlo en las pizarras de las escuelas o en los muros de los palacios, pasadlo por los móviles de tercera generación cual proclama de libertad o consigna o santo y seña, acaso sólo pensadlo sota mano desde el interno regocijo del que fuera perdedor hasta que llegue la hora de clamarlo a voz en grito por nuestras calles y plazas, que lo haremos, no lo dudéis..., que ¡Viva la República!

viernes, 10 de abril de 2009

anónimos

Tu vas y escribes lo que piensas sobre las cosas que pasan o las que sospechas que pasarán o las que recuerdas que pasaron. Haces público lo que piensas porque existe un medio que te lo permite por la cara y es la manera que has encontrado de rentabilizar la pasta que te cuesta el adsl, además de otras ventajas que le vas descubriendo a mantener a ese precio la conexión. Firmas tus escritos con nombre y apellidos porque te parece lo correcto, aunque no imprescindible, pero has nacido así y tampoco tiene tanta importancia lo que dices, coño, como para andar pillándotela con papel de fumar. De repente descubres que has encendido una bombilla allí donde antes sólo se podía imaginar la lucecita de El Pardo y te asombras de que, desde aquel ya tan lejano diciembre de 2006 hayan visitado tu casa cybernética para leer tus palabras nada menos que 71.348 seres, en su mayoría humanos.

Muchos de ellos han tenido a bien hacerme llegar sus opiniones acerca de lo que aquí he escrito, algunos a favor, otros en contra, e incluso algunas veces se han propiciado entre los comentaristas debates apasionados aunque dirimidos siempre desde la cortesía y la moderación no exentas de sentido del humor, pátina con la que siempre he intentado tamizar la hipotética radicalidad de mi pensamiento sobre todo en algunos temas de los que habitualmente levantan ronchas porque tocan donde más duele. Siempre he pretendido, y me jacto ante mi propia mismidad de haberlo logrado a menudo, decir cuanto la actualidad y sus expresiones me sugerían, intentando aportar a cada comentario un plus de novedad, algún elemento nacido de mi coleto en forma de análisis original o comentario de los que le sacan la punta al lápiz, tanto como hacerlo tratando con el mayor de los mimos el idioma en que escribo, este español que adoro y admiro por su incuestionable riqueza y profundo acervo. Aquí he intentado escribir desde el máximo respeto por mi lengua y por las ideas que combato tanto como por las que comparto. Así creo que ha sido hasta ahora y así pienso que seguirá mientras me guste hacerlo y a vosotros, lectores, muchos tan silenciosos, leerlo.

Pero también por estos lares aparecen de cuando en vez (pocas las veces, debo decir) algunos personajes que aprovechan el oscuro manto que les ofrece el anonimato para, escudados debajo de él, insultarme y arrojarme a la cara su desafuero. Como el que recibí no hace mucho, que decía: "hijoputaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa vete a trabajá que no das ni puta ostia to el día odiendo y naciendo na cabrondelosmalos malaaaaandro". Está bastante claro que su autor debe conocerme a fondo y disponer de la información privilegiada que le permite emitir sus exabruptos con tamaño convencimiento y profundo conocimiento de causa, sólo comparables en cuanto a sus proporciones desmesuradas con su escaso seso. Enseguida llegó el comentario de una habitual de esta página, que le agradezco aquí tanto como ya hice en los comentarios, en defensa de este escribidor acusando al espontáneo de cobardica por esconderse en el proceloso anonimato para insultar gratis.

Lo cierto es que ese comentario lo dejé publicar voluntariamente para que me sirviera de gancho para esta entrada. Por eso pasó el filtro del que dispongo en esta página, gracias al que os ahorro algunos otros del mismo jaez. Lo hice porque entiendo que tras estas palabras no sólo se esconde un/a gilipollas/pollos, sino además un/a ignorante.

Un/a bobo/a tecnológico/a que no sabe que con su vómito de las 5,28h. de la mañana del 7 de abril (digo yo que volvería con el calentón de alguna conquista frustrada, o pedo como una cuba o ambas cosas, porque no se me ocurren otras razones plausibles para explicar el hecho de meterse en una página como ésta a tales horas de la madrugada si descontamos un profundo ataque de insomnio fruto sin duda de la mala digestión de su propia bilis), que con su vómito, decía, viajan también informaciones acerca de sí mismo, tales como la dirección IP de su ordenador (83.49.41.25) o el DNS bajo el que se cobija (25,Red-83-49-41.dynamicIP.rima.tde.net), que su servidor es Telefónica.net y está situado en los alrededores de la calle Garganta de los Montes de Madrid y ante el que podría denunciarle con un simple mensaje al servicio nemesys de la compañía para que le dieran un toque o acaso de baja por una temporada, inscribiéndole de paso en el registro correspondiente de indeseables en la red.

Lo mismo lo hago un día de estos.

miércoles, 8 de abril de 2009

pues mejor

Así que ahora la cosa ha pasado de carteles de linces y bebés-Losantos a los lazos blancos de los pasos y los cofrades. ¿Sabéis lo que os digo? Pues mejor.

Lo más cutre de la ICAR (o SICAR, como dice algún ilustre visitante) ha sido siempre su innata tendencia a la insidia. A tirar la piedra y esconder la mano, como afirmábamos por aquí, a que la mano derecha no sepa lo que hace la mano izquierda elevando la amoralidad y el cinismo a categoría de dogma. Pero todo ello llevado siempre por los mandos eclesiales en segundo plano, con discreción, sin alharacas que llamen en exceso la atención. Hasta ahora así era, durante el largo periodo de la transición y hasta nuestros días. Se conformaban con mantener sus prebendas, su porcentaje de la declaración de la renta, su parte del león de las cuentas del Estado merced a unos acuerdos vergonzosos renovados de tapadillo y cobrados sin vergüenza, su exención del IVA, sus inmensas propiedades y riquezas amasadas tras siglos de explotación de la ignorancia y el temor de las buenas gentes, tesoros ocultos gestionados hacia el fin último que no era otro que la conservación de su especie.

Ahora, sin embargo, han tirado de los reservistas del capirote, haciéndoles salir a la palestra y arrojando así las procesiones a los pies de los caballos. Que den la cara, una vez más, otros. Exactamente los mismos que asumieron sin rasgarse las vestiduras los 500.000 abortos, reitero, de cuando mandaba Aznar. Entonces no les impelieron a agitarse. Entonces el derecho a la vida que ahora les rebosa la boca (ojo, ese derecho que exclusivamente ellos orientan y definen, del que quedan al margen los diferentes, los civiles palestinos, los homosexuales, las madres forzadas, los enfermos de SIDA...) no estaba en peligro, ni era conveniente "politizar" un ritual que les arrojaba (de paso) pingües beneficios. Entonces era mejor callar y reventar los bolsillos del turista boquiabierto.

Ahora, sin embargo, le conviene a la clerigalla tirar del hilito y manipular a lo más rijoso y descerebrado de su retaguardia, porque hay en el Vaticano un mandamás enajenado que suspira en clave de Torquemada. De modo que les lanzan a la calle para que enarbolen el lazo blanco (ellos no dan la cara, faltaría más) sin reparar en que están quemando sus propias naves al mezclar el negocio del santurreo con la evolución de la Historia y las consecuentes e imprescindibles regulaciones del poder civil aunque sin valorar, a mi modo de ver lo suficiente, que están cortándole el cuello a una de sus gallinas más ponedoras, la de los huevos de oro. Pues mejor.

Yo mismo, que hasta había paseado por Calanda y Zaragoza mis fervores patriochicos enajenando para ello mis profundas creencias agnósticas (y paradójicas, ça va de soie), le acabo de hacer cruz y raya a la semana santa y hasta la escribiré en adelante con letras tan minúsculas como las neuronas del obispo portavoz Camino a ninguna parte. Paso desde ahora de ceremonias asentadas sobre el terror al invento del infierno y sobre la exaltación ritual del cuento chino que me siguen evocando, ahora con más fuerza al haberlas despojado de su forzada pátina cultural/costumbrista, las danzas de los salvajes ciudadanos negros del Sherenguetti con sus máscaras del hombre del saco en la cocorota saltando alrededor de la hoguera, rebosantes de respetables creencias y algunas hierbas animosas, para obtener de sus dioses una buena caza.

Así veo yo ahora los cucuruchos, al cofrade mayor y a la de la mantilla española, a los costaleros y a las rijosas autoridades desfilantes, al tamborilero, las trompetas y a la pecadora descalza que arrastra las cadenas de la ignorancia, a los picaos y a los que les hacen la sangre, a la de las saetas y a la cofradía en pleno del santo sepulcro, a los cirios sin fin y al preso conmutado, todos de cera a mis ojos, a través de su hipócrita lazo blanco.

¿Eso han querido? Pues mejor.

jueves, 2 de abril de 2009

grandísimo hermano

Mi capacidad de asombro ante las prisas que se da la tecnología es cada vez mayor. O tal vez sea al contrario y lo que me está pasando es que casi nada en este campo me sorprende demasiado, pero el caso es que os quiero hacer partícipes de mi último descubrimiento, aún a riesgo de llegar tarde y quedar, como en la canción de Brassens que tan bien versionó Javier Krahe, yo allí con la flor como un gilipollas (j'avais l'air d'un con, en el original).

El aparato está a la venta, aunque todavía en versión beta, y se puede obtener por unos 279 dólares tan solo. Así que los milagros no salen muy caros. Consiste en un pequeño robot al que basta adosarle una cámara digital y marcarle los cuatro extremos del enfoque panorámico que deseas fotografiar. Él solito calcula las fotografías que tiene que hacer y procede a ello con diligencia, como podréis observar en el vídeo que os pondré dentro de un rato cuando me haya explayado. Obtiene así cientos de tomas con las que después, mediante un programita adjunto, elabora como si fuera un puzzle el mural panorámico que le habías solicitado, fundiéndolas todas en una única fotografía. Hasta aquí, todo normal y casi diría yo poco espectacular. Para más información técnica, pulsar aquí.

Lo que sucede es que el resultado tiene una resolución tan enorme (imaginad una fotografía que mida 59.783 X 24.658 píxeles, compuesta por 220 tomas) que puede ampliarse a voluntad hasta límites insospechados, con resultados no sólo pintorescos sino sublimes. Vedlo vosotros mismos aquí, y tomaos por favor la molestia de bucear mediante cuantos dobles-clicks os apetezcan dentro de ella hasta percibir con asombrosa nitidez cualquier detalle ínfimo de la fotografía en cuestión.

En este caso de la toma de posesión de Obama, fue el fotógrafo norteamericano David Bergman el que logró un registro de la ceremonia en un tamaño equivalente a casi mil-quinientos megapíxeles, con lo que se ha hecho famoso. Para lograr dicha resolución, que pesa como archivo digital en formato TIF cerca de 2 gigabytes, Bergman montó una Canon Powershot G10 sobre un dispositivo robótico Gigapan y le dio al botón. Como podréis observar en los detalles del montaje que ilustra estas líneas, se dan extraños casos en el curso de las tomas, como movimientos bruscos y/o cambios de postura, con lo que descubrimos que en el primer acto de la nueva era estuvieron presentes el hombre invisible (sólo se ve su sombrero) y un par de alienígenas. Mirad con cuidado para descubrirles.

Existe una página en la que se pueden ver y disfrutar más de 14.000 fotografías tomadas con este sistema (confieso que he pasado en ella muchas horas muertas) e incluso tenemos algunos ejemplos de aplicaciones similares en esta España nuestra, como esta hermosísima fotografía de la catedral de Murcia en la que podemos observar al detalle, acercándonos hasta tocarlos con los dedos, los múltiples elementos que ha dispuesto la autoridad para evitar que las palomas se caguen sobre los santos apóstoles. Es fascinante.

Si alguno pensaba que era todavía posible escapar a la inquisitorial mirada del Gran Hermano, que se vaya haciendo a la idea de que la tecnología no es ningún juguete. A pruebas como ésta me remito.