viernes, 31 de mayo de 2013

Jun no es Rota

Nos visitó la semana pasada, para dar una conferencia en el salón municipal de Actos. Llegó gracias a los ímprobos* esfuerzos de ese fenomenal Foro Plural Torre de la Merced a cuyo nacimiento tuve el honor de contribuir y que está desarrollando una formidable tarea contribuyendo a desasnarnos un poco más cada mes que pasa con cada conferenciante que programa. Se llama José Antonio Rodríguez Salas y es el alcalde de un pueblecito llamado Jun, que nadie conocía hasta anteayer, tan cercano a Granada que a muchos les parece un barrio más de la ciudad.

Trajo bajo el brazo una pequeña revolución latente, en forma de pajarillo azul de esos que twittean en la red, una fórmula de participación ciudadana a través y a partir de las nuevas tecnologías, unas maneras nuevas para que la ciudadanía dirija conjuntamente los destinos de su ciudad, elaborando -entre todas y todos  los vecinos interesados- hasta los contenidos del orden del día de los Plenos, debatiendo y aprobando las medidas a tomar de forma horizontal y democrática…

Cierto es que Jun es un pueblo chico, de muy pocos vecinos, crecido en el aluvión de profesionales que buscan un buen lugar dormitorio cercano a sus trabajos, normalmente parejas jóvenes, gente preparada para la que la tecnología no guarda secretos… Cierto que, en ese diseño social especial, parece fácil que una buena mayoría se integre cómodamente en experiencias virtuales a través del ordenador… Cierto que tampoco deben plantearse (imagino) problemas capitales en tan diminuta localidad…


Pero no me parece que ello deba restar mérito al increíble experimento sociológico y político que allí se está llevando a cabo, ni impedir que desde Rota volvamos una mirada repleta de esperanza hacia unos modos de empoderar a la ciudadanía que nos permitan soñar con que se puede acabar con las dictaduras y los caciques corruptos.

adj. Dicho del trabajo o de un esfuerzo: Intenso, realizado con enorme aplicación. (DRAE)

martes, 28 de mayo de 2013

desde mi sonrisa etrusca

Pues eso. Que no estoy bien. Que ando tocado del ala, escorado, fastidiado, jorobado, débil, que hablo con la ronquera del padrino pero sin su profundidad y estilo furioso-reprimido, un poco amanerado, que no estoy regular ni católico, que se decía antes, sino antes bien jodido.

Ya está, ya lo he dicho. Qué tranquilo se queda uno tras un arrebato sentimental de sinceridad avasalladora, la autovacuna de la confesión, qué bien se lo supieron hacer los católicos, para amansar conciencias y serenar los ánimos. Pero luego está, por otra parte, el contrasentido, la parajoda que decíamos ayer, la otra cara de la moneda, la frase lapidaria con que se despidió de mi humilde persona el único sabio al que he tenido el placer de conocer y tratar en la corta, mi amigo Juan Villarín, ya fallecido hace años pero cuyas palabras perduran para siempre en mi memoria, “a los amigos no les cuentes tus penas, Antonio, ¡que les divierta su puta madre!”, me decía repleto de cordura, conocimiento de la vida y mala leche de la que presumimos en esta página.

Los que nos vemos día sí día también por Rota estamos acostumbrados a unos ritmos que parecen inamovibles, pausados pero sólidos. O nos encontramos paseando por el marítimo o recorriendo la playa persiguiendo nuestra sombra, o haciendo los mandaos menos sofisticados que imaginar se pueda, o en tal cantidad de convocatorias y reuniones que es imposible no reparar en que alguien ha desaparecido momentáneamente del paisaje común, como es ahora mi caso, por lo que mejor será comentarlo en directo y por las buenas, que es justo lo que estoy haciendo ahora mismo. Confesar mi ausencia, que no acudo, que he dejado de pasearme, que me tengo que cuidar un poco, comunicaros que, como decía al principio, pues eso. Que no estoy bien. Que ando tocado del ala, escorado, fastidiado, jorobado, débil, que hablo con la ronquera…


Pero que sigo con la misma fuerza de siempre.

viernes, 24 de mayo de 2013

tarjetas rojas



¡Penalty y expulsión! ¡No me jodas, Rafa! Expulsión, ¿de quién?

Aquella escena futbolera, tan repetida en su día por los medios y que supuso la exaltación a la fama de aquel juez de línea tan bocazas llamado Rafa Guerrero, bien pudo producirse en el transcurso del último Pleno municipal al que a la gente del Bloque Ciudadano de Rota le dio por llevar tarjetas de colores el pasado  viernes.

Seis modelos de tarjetas de intervención popular
El salón del plenario tomó, con esta medida, un aspecto insólito por lo diferente. Los ciudadanos, armados de cartulinas de colores, opinaban sobre el desarrollo del Pleno, intervenían sobre su eficacia o su utilidad y hasta controlaban el uso que hacían los políticos del tiempo disponible. Los concejales, por su parte, tanto los de la oposición como los del gobierno, con la alcaldesa al frente, les contemplaban -desconcertados-, hasta que decidieron convivir con la colorista propuesta.

“¡Al grano!, ¡discutir no es trabajar!, ¡la hora!, ¡basta de ‘y tú, más!”, se podía leer en las cuartillas plastificadas que los ciudadanos enarbolaban a la vez tras ponerse “sotto voce” de acuerdo, centrándose en tres asuntos: la duración de las intervenciones (a menudo, interminables a exclusivo lucimiento del ponente), la sustitución del debate político por el intercambio de acusaciones mutuas (que se repite a cada momento) y la falta de concreción en las intervenciones (sustituyéndolas por divagaciones generalistas de bajos vuelos).

Con esta novedosa propuesta plástica, intuyo que el BCR pretende salir al paso de estos defectos tantas veces denunciados y llamar públicamente la atención de unos electos que, si bien están en el Ayuntamiento por los votos del pueblo, no están allí, desde luego, para hacer otra cosa que servir a sus electores de la mejor manera posible y no como les parezca.


Ni más ni menos es lo que les exigen las futboleras tarjetas en Rota, que incluso podrían ser rojas, de las de expulsión.

miércoles, 22 de mayo de 2013

dos mayos 15

Con retraso de una semana, forzoso por las circunstancias que muchos conocéis, publico hoy aquí la columna de "Rota Información" que corresponde a la semana pasada, para que no se me atropelle con la que viene. Mis disculpas por este retraso, ya que , precisamente, esta columna sí traía fecha de caducidad. Pero...


Parece mentira que hayan transcurrido dos años ya desde que aquel montón de chalados nos echamos a la calle “¿también en Rota?” para pasar unas horas sentados en el duro suelo de la Plaza de España intentando reivindicar a las personas frente al dinero.

Parece casi mentira que le estuviéramos viendo las orejas al lobo asesino de la crisis por aquel  entonces, aunque si me lo preguntárais en voz baja os diría que lo que me parece más mentira todavía es que tantos creyeran que no teníamos razón, que exagerábamos en nuestro pesimismo cuando explicábamos aquello de “no somos mercancía en manos de la Banca” y tantos nos hacíais oídos sordos.

Todos los años, el 15M desaparece, se borra, se ausenta, se amaga y parece que se ha ido. Pero no es verdad. ¡Qué va! Todos los años aparecemos en manifestaciones que son multitudinarias en las grandes ciudades y en reivindicaciones o festejos más reducidos y modestos en los pueblos como Rota. ¿A qué se debe esta peculiar costumbre?

La única explicación es que es el espíritu el que se mantiene y prevalece durante todo el año, mientras cada una de nosotras, personas con entidad propia y pensamiento libre, lo aplicamos en lo que nos parece bien. Aquí en una moneda alternativa, allá en un huerto sostenible, o en una organización de unidad en la lucha frente al caciquismo en los municipios, en la redacción de una alternativa económica a los recortes económicos que dicen inevitables…, en tantas y mil cosas que es necesario cambiar, en proyectos solidarios, en reivindicar el futuro…

Muchos esperaban que actuáramos como los políticos de antes, que rentabilizáramos nuestro bien ganado prestigio. Pues se equivocaban, porque éste prestigio nos rodea, precisamente, porque no nos interesan los planeamientos políticos habituales, sino avanzar en cuanto pueda beneficiar a este acosado y castigado pueblo nuestro. Tiempo habrá para utilizar otros caminos.

viernes, 10 de mayo de 2013

África


Volví a verla ayer, después de nueve meses apenas interrumpidos por dos o tres breves reencuentros en las calles de Rota, a lomos de su madre o bien abrigada en su carrito de bebé este invierno recién pasado. ¿No os lo había dicho? África no es un continente. África es una niña regordeta y vital que lo abarca todo con sus ojos profundos mientras gorjea sonidos alegres e ininteligibles, que a mí me suenan a divertidas amenazas. “Preparaos, que voy”, me parece que masculla antes de aferrarse al pecho de su madre para aspirar de ella la vida.

Desde el día en que nació, a finales de verano, tengo guardado para ella un regalo que no le he dado y que, probablemente tal y cómo van las cosas, nunca le daré. Aquella tarde, bajé al estanco y compré todos los periódicos y revistas del día que tenían, a lo que añadí alguna “pincelada” de época en forma de publicaciones sin fecha que pudieran contribuir a entender, dentro de quince o veinte años, cómo era la realidad española en la que acababa involuntariamente de aterrizar.

La idea se me ocurrió hace tiempo y es éste un regalo que administro con cuidado y que, en casa, hacemos con cuentagotas, tras sesudo debate con mi compañera hasta decidir si el entorno del recién nacido le sabrá preparar para apreciar y entender esta especie de espejo de su pequeña historia y valorar la manera en que se insertó en esa realidad.

Ahora que ya son varios los destinatarios que han cumplido edad suficiente como para abrir sus regalos, la información que me llega de esas tan privadas ceremonias me reconforta. En todos los casos han sido motivo de plena satisfacción y hasta de amagos de gratitud. Como espero ocurra con África pese a que tendrá que leer que aquí, cuando nació, abrieron un MacDonalds.

viernes, 3 de mayo de 2013

feria y paradoja


Me pasé la mañanita del pasado miércoles festivo por el ferial cuando, bajo un sol repleto de buenos auspicios, el personal rellenaba las tripas de las casetas y los feriantes reculaban hacia su merecido descanso esas enormes cabezas tractoras que trajeron en sus lomos los cacharritos que hacen las delicias de la chiquillería. Esperaba encontrar un montaje alicaído, de tono menor, acorde con la que está cayendo y me equivoqué de plano.

La feria estaba de dulce, repleta de trabajadores, de modo que, en busca del contraste, me acerqué un ratillo por las cercanías de las dependencias del SAE para comprobar los efectos de la honesta convocatoria de ese luchador Bloque roteño a celebrar en la calle del 1 de mayo de los currantes. No más de ciento treinta personas se habían concentrado y manifestaban con orgullo la firmeza de sus convicciones y la coherencia de sus reivindicaciones justo en estos momentos en que sobre las espaldas de obreros, funcionarios y clase media baja está descargando la banca su crisis y su mala leche.

Dice el diccionario de la RAE que una idea extraña u opuesta a la común opinión y al sentir de las personas es una paradoja. Ignoro si os pasará lo mismo que a mí pero, a mi alrededor,  la gente asegura, mirándose sobre todo los bolsillos, que las estamos pasando de a kilo y que la que nos queda por venir va a ser de aúpa. Todos nos quejamos y cada día alguno pierde un escalón del nivel existencial en que se movía ayer.

De modo que muchos creíamos que no estaba la cosa para festejos sino para reivindicaciones, que menos para rebujitos y más para exigir los derechos que nos están arrebatando en nuestras mismas narices, al menos hasta que este 1 de mayo nos ha demostrado lo contrario. ¡Vaya mierda de parajoda!