viernes, 11 de enero de 2013

parar a Rajoy

Si es cierto lo que escribe el corresponsal en España del Wall Street Journal, uno de los más prestigiosos diarios económicos del mundo y no precisamente progresista, estamos heridos de muerte.

Asegura este diario que el gobierno de Rajoy ha metido la mano (y hasta el brazo entero) en el Fondo de Reserva de la Seguridad Social, que es donde se guardaba el dinero que garantizaba el cobro de las Pensiones. Había en esta caja 65.000 millones de euros que eran la garantía de que el Estado pueda pagar las jubilaciones y nadie, hasta ahora, se había atrevido a tocarla. Parece ser que el gobierno de Rajoy se ha gastado ya más del NOVENTA POR CIENTO de ese dinero en la compra de bonos del estado y de deuda pública, elementos financieros de muy alto riesgo. Incluso que está retirando efectivo de esta caja para realizar pagos de emergencia.

¿Qué pasará cuando no se puedan pagar las pensiones a nuestros jubilados? ¿De qué vivirán nuestros mayores o los pensionistas? El Gobierno del PP, que ha incumplido una por una todas sus promesas y cada uno de sus compromisos electorales, ha dado con esta medida el paso definitivo, cruel e insolidario, que nos arrebata a todos y todas cualquier esperanza de futuro. 

Nos hemos tenido que enterar por la prensa internacional, como durante el franquismo. Ni la oposición ni la prensa han creído necesario informar al pueblo de esta barbaridad. Todos ellos han guardado un silencio cómplice mientras se consumaba el proceso de empobrecimiento de toda la población, abandonada sin perspectivas.

Alguien debería parar a Rajoy y detener esta delirante deriva de un personaje y un partido que han perdido definitivamente el norte. Este hombre está en el límite de la locura, ensoberbecido en su apariencia de poder omnímodo, incapaz de distinguir el hilo negro del hilo blanco a la escasa luz de sus limitadas capacidades, primer voluntario para cualquier cosa con tal de seguir los dictados de los amos a quienes sirve, de los que mandan en el mundo, con la finalidad exclusiva de perpetuar su encumbramiento. Un peligro potencial convertido ya en un riesgo real de destrucción masiva, incapacitado para comprender que condenar a la población a la pobreza para salvar a la Banca no es tan buen negocio como asegura la Europa del capital.

Porque..., cuando no quede ser humano a quien despojar, ¿de qué vivirán los bancos?

sábado, 5 de enero de 2013

a los reyes les pido..., que se vayan

Pocas cosas más pediré este año, que mi confianza en vuesas majestades ha ido a menos desde que me aflige la maldita sensación de que son parte esencial del motor de zanahoria y palo con el que mis enemigos hacen caminar al burro mundo. Aunque no sea menos cierto que, a pesar de estos pesares, siempre queda un somero resquicio de infancia entre las arrugas que surcan mi ajado muestrario de vida habida, ese que asomo a la ventana indiscreta de mi DNI, justo al lado de una brizna de ingenuidad escondida entre las canas que peino con dolor desde que un pinzamiento en la zona del omóplato derecho me trae frito.

Lo primero que pido a los reyes en esta carta mágica para una noche mágica es que se vayan. Que nos dejen en paz. Que se larguen con lo puesto, como les trajo Franco, una mano delante y la otra atrás, protegiendo las vergüenzas que ignoran tanto los viejos como los deudos. Que se vayan pero bien lejos, no sea que toque pedirles cuentas cuando acabe al fin esa inmunidad sobrevenida en patente de corso para provecho sin vergüenza de los tan inmorales.

No pido que les acompañen los rajoys y cospedales porque no deseo perderme el placer de echarles, que es lo que podríamos hacer si se cumpliera mi tercer deseo vehemente: un tsunami de todas las mareas.

En el ámbito menor, el que se me debe por la copita de anis y el polvorón superviviente, solo una pizca de honradez, que haya siempre algo en el puchero y que me quieran las y los que quiero. ¡Ah!, y un gobierno ciudadano para mi Rota del alma, aunque eso mejor os lo pido el año que viene.