martes, 29 de abril de 2008

ser joven

Desde que en Hollywood se le ocurrió a alguien lo de ¡qué grande es ser joven!, a los bancos se les hicieron los dedos huéspedes. Todavía resuena en mis oídos un teleanuncio hipotecario acerca de las maravillosas ventajas de la juventud que termina en algo así como y cincuenta años para pagar... ¡Qué bien!, ¡qué alegría!, sólo con que pase medio siglo y ya la mierda de casa ésta es nuestra, amor mío, ¿qué dices? gritará ella, que ha desconectado el sonotone, nada, vacaburra, que ya nos podemos morir tranquilos. Voy a sacar pecho antes de que me dé un neumotorax, concluye el feliz copropietario de un chiscón en donde Cristo dio las tres voces.

Lo cierto es que ser joven le pasa a cualquiera. Es lo mismo que acertar. Cualquiera puede acertar alguna vez en su vida. Hasta un reloj parado acierta dos veces al día, que decían en otra peli. Incluso me pasó a mí una vez, no hace tanto. Lo de ser joven, vamos, no lo de ser reloj, qué digo..., lo de acertar. Ser joven no es tan difícil. Yo mismo tengo una maleta que apenas tiene trece años y ni habla ni sabe nada, pero es joven. Aún no dice fistro, piltrafilla, malqueda, canijo ni quillo, kinki o pischa, ni apenas friki, petardo o pasmarote, por lo que resulta evidente que no sabe poner SMS's. Le tendré que instalar un móvil en el bolsillo lateral, a ver si aprende, porque estas diez palabras, diez, son las ganadoras en el concurso de "las más repetidas en 50 millones de mensajes", y en este mismo orden, según un sesudo estudio en profundidad de la compañía SpinVox. Estas diez maravillas del léxico contemporéneo han resultado las más utilizadas de la jerga electrónica española.

Así hablamos los españoles, qué carajo, qué nivel. Coño.

lunes, 28 de abril de 2008

muerte de un motero

Los datos son escalofriantes, pero al parecer no bastan para remover conciencias. Este fin de semana pasado, mientras yo me tumbaba en la playa, 11 moteros se dejaban la vida entre los hierros de sus máquinas, incrementando salvajemente los 103 que han perdido la vida en lo poco que va de año. Aunque siempre he pensado mal de las estadísticas, (de hecho me suelen parecer, por su proclividad a interpretaciones ambiguas, lo más parecido a una trampa saducea), las que se refieren a moteros muertos en carretera, a las que cabe añadir las que enumeran las amputaciones de miembros tan frecuentes en su desigual pelea contra los fatídicos quitamiedos, me duelen en lo más profundo del alma.

No llevo moto, aunque sí lo hice un tiempo, en París, pero de siempre he pensado que la moto es el vehículo de los espíritus libres, de los que se niegan a aceptar el desgaste del paso del tiempo, de las mujeres que reniegan de su papel tradicional, de los que aún conservan un gramo de locura que les acerca más a la sabiduría que al conocimiento, a la vida que a ir tirando. Vehículos indómitos para majaras vocacionales, máquinas hechas a la medida de individualistas gregarios y solidarios, que son los mejores. Mitos aparte, que también los conozco fachas y gilipollas, los moteros son en general gente que no se doblega fácilmente y, cuando las barras del guardarraíl les cortan un brazo, resultan unos mancos estupendos.



Lo que pasa es que, en mi particular cruzada contra la DGT y su sublime director general -caballo de batalla de este blog-, sigo sin entender cómo es posible que todos nuestros vecinos, Portugal, Francia, Italia, Alemania..., hayan cambiado los modelos de quitamiedos por otros menos criminales para el motociclista, y en este país se continúen instalando como si nada, desde aquél fatal 1972 en que se estrenaron. Elevo mi voz contra los irresponsables que lo consienten y manifiesto públicamente que mientras no se cambien todos los cuchillos que acechan a los moteros (a más de 29 kmts. por hora, te cortan un brazo) en todos y cada uno de los kilómetros que componen nuestra red viaria, esos señores de Tráfico tienen poco derecho a sacar pecho. A pesar de sus puntos y sus estadísticas, lo están haciendo fatal con un sector que ya suma, y no es poco, el 20% de los muertos en carretera, con un parque de apenas la décima parte del de los cuatro ruedas.

viernes, 25 de abril de 2008

aportaciones

Nunca, dicen, es tarde si la dicha es buena, aunque a uno siempre le parezca que sí. Llegué al espacio bloguero en diciembre del 2006 y ya me pareció entonces que era de los últimos en apuntarme. Perogrulladas aparte, quiero decir de los últimos que quedaban sin apuntarse. Después, he ido comprobando que no era cierto, que andaba herrado más que errado, que era una barbaridad, vamos, en pocas palabras. Cada uno tenemos nuestro tiempo y las horas de llegada de nuestro autobús dependen de tantas variables que generalizar, en esto como en todo, suele ser sinónimo de equivocarse.

Párrafo de introducción críptico y absurdo para deciros que acaban de sumarse al mundo de los blogs dos nuevos fichajes a los cuales, por su visión adelantada y su absoluta modernidad, suponía yo desde hace tiempo rumiando por estos lares. Mas hete aquí que no era así, sorpresas de la vida, sino que ahorita mismo son como novatillos en nuestro universo prez de la modernez, y no es ocioso recalcarlo porque me refiero, por una parte, a Pedro Almodóvar y por otra a los amiguetes de Domot Antiestudio, una pareja de diseñadores de lo mejor que conozco.

He leído con detenimiento el blog del cineasta manchego y me ha parecido que escribe bien, que cuenta cosas interesantes, que publica fotos casi siempre suyas, que resulta biográfico ma non troppo -aunque si todos lo somos él más, eso seguro- pero a su blog, para ser blog, le falta algo esencial, o al menos yo no he sabido encontrarlo. Carece de posibilidades de publicar comentarios, por lo que se ha quedado en bl ya que el og se lo atribuyo yo a la existencia de comunicación en ambos sentidos, lo que me parece una característica esencial de esta manera de comunicarnos. Lo que se me hace aún más difícil de comprender, en especial, en el caso de Almodóvar, ya que un experto como él en comunicación en un sólo sentido (pantalla/público) debiera disfrutar, perseguir y propiciar, más que los demás, la característica dual que echo en falta en su página.

Respecto a DOMOT, que ya tenían colgada una espléndida página acerca de sus trabajos de diseño, la llegada al blog se ha hecho esperar pero su resultado es gratificante, o al menos a mí me lo parece. Son unos críos (por desgracia, a mí me parecen críos todos los que bajan de 40), pero en este caso sospecho que ninguno de los dos pasa de los 25 tacos, y tienen el genio dentro del cuerpo. Ya han ganado algún premio nacional de diseño y les esperan muchos más, incluso en el plano internacional.

Enhorabuena a ambos, y bienvenidos.

jueves, 24 de abril de 2008

el confesionario

Cada día, con la misma ciega insistencia con que las olas rompen aquí abajo, contra la arena de la playa, me acerco al menos dos veces al confesionario. Es un mueble vulgar, vertical, estrecho y profundo, que me ha acompañado en mis innumerables mudanzas a pesar de su excesivo peso y su incierta utilidad. Ni siquiera es un armario bonito, aunque en un costado le añadiera la particularidad de un espejo con forma de hornacina que pegué en él hace tiempo y que todavía no se ha roto. Es de madera, el armario, no el espejo, y toda su puerta está cubierta de laminillas horizontales que le hacen parecer una persiana veneciana pero a lo bruto.

Como os decía, todos los días lo visito un par de veces, pero no es ninguna manía estrafalaria ni estos vis-a-vis entrañan ningún misterio. Mi particular confesionario, cuando lo abro, me permite visualizar de golpe, en la estantería que se encuentra a la altura de mis ojos, todas las medicinas que me administro diariamente lo que me facilita seleccionar las que me tocan, razón última para que las haya alineado al fondo, convenientemente apiladas en cajas de a tres, por familias, coronada cada una por los contenedores de las pastillas para que extraerlas de su nicho plateado me resulte más cómodo.

Es un ritual, y acabo de caer en que se parece bastante al de la confesión, y el mueble al contenedor de pecados desde el que nos acosaron de niños, aunque el cura Juan prefería atenderte sentado en una silla baja que le resultaba más cómoda para pasarte las manos por los muslos mientras te devanabas los sesos buscando faltas susceptibles de distraerle de su inquietante manía. Yo me aproximo al armario para obtener su gracia, una vez por la mañana y otra por la noche, y selecciono los tres comprimidos que me tocan en cada remesa, algunos con su día de la semana en el reverso. Giro esta visita con respeto, les atiendo, musito alguna frase que acompañe su soledad, les mimo y ellos, a cambio, me prestan un día más de vida. Es lo justo.

No había hecho hasta ahora el cálculo, pero si llevo tres años con esto, deben ser cerca de 1.095 días que, a razón de seis pastillas cada uno arrojan un total de 6.570 grajeas que son a las que debo deber seguir estando con vosotros a estas alturas. ¿Cómo no acudir a ellas diariamente con el recogimiento exigible? ¿Cómo no dotar al gesto de algún género de ritual que parezca trascendente? Ya que no propósito de enmienda, deberé aportar al menos la firme decisión de cumplir estrictamente esta penitencia... Mis modernos dioses diminutos guardan en sus tripas los secretos de mi vida. Justo es, pues, que me acerque a su vera con algo parecido a aquella vieja veneración.

Cada día, con la misma ciega insistencia con que las olas rompen aquí abajo, contra la arena de la playa, me acerco al menos una vez al sexo de mi amada para adorar en él la vida que me prestan las pastillas que guardo en el confesionario.

PD.- Ved de cerca el antiguo altar de Santa Agatoclia, que algo debe tener que ver con el tema de hoy.

martes, 22 de abril de 2008

y tu, ¿de quién eres?

Esta pregunta era, creo recordar, el estribillo de una canción gamberra que resuena en mis oídos todavía. Hasta ahora, sin embargo, siempre la había identificado con un pasaje de mi biografía que me gustaba recordar. De niño, todos los años, tras pasar varios meses en San Sebastián, donde mis padres pegaban la gorra en la casa de mis padrinos y donde disfruté de un par de mis primeras novias, de algún devaneo de los de confesarse contra el sexto y de largos tragos de la botella de Calcio20 que siempre había que reponer ante el asombro cómplice de mi madrina Isabel, que bien sabía por dónde venían los tiros, regresábamos a nuestros orígenes y nos trasladábamos a Mequinenza, pueblo de origen romano y herencia sarracena que estuvo situado en la confluencia de Segre con el Ebro hasta que los sabios de la ENHER decidieron destruirlo antes de que la cota del pantano sobrepasara el muro que lo protegía, cosa que por cierto nunca ocurrió. Aquél era un pueblo curioso y, a su manera, rico, en el que todo el mundo estaba emparentado. Nosotros regresábamos en septiembre para pasar allí las fiestas del pueblo en honor de Santa Agatoclia, a la que los perros romanos cercenaron las tetas según rezaba la tradición, el santoral y los restos de la bandeja donde las depositaron cuidadosamente y habíamos descubierto una costumbre interesante que practicábamos con fruición, que era la de girar visita a todos los innumerables familiares con la escusa de saludarles y el propósito estricto de recabar propinas de cada casa, cosa que ocurría siempre, además de ponernos hasta el culo de pastas, carquiñols, mustachols, orejones, licor de menta y otras lindezas de tendencias empachadoras-diarréicas. Nunca faltaba, cuando íbamos de una casa a otra por las calles altas del pueblo, en las faldas del castillo, una anciana sentada a la puerta de su casa, cascando almendras, que le preguntaba a otra en voz bien alta, por sordera o por indiscreción: ¿i de qui est aquest chiquet?, que en mequinenzano viene a decir, en traducción libre: ¿y de quien es este chaval?, inquiriendo acerca de nuestros orígenes más que de nuestras adscripciones.

En los comicios para compromisarios del PP creo que ahora es lo que preguntan los presidentes de mesa: y tu, ¿de quién eres?

sorpresas te da la vida

Por culpa de esas casualidades que, si las metes en una novela, te crucifican, acaba de caer en mis manos una fotografía añeja. No os cansaré contando los vericuetos que he recorrido hasta llegar a ella, sino más bien mi sensación al encontrarla, colgada en un album colgado de un portal colgado de internet, fuente del todo y la nada. La fotografía, que es la que adorna esta entrada, (como no podía ser menos ya que poner otra hubiera resultado cruel o incluso estúpido) debió tomarla algun alma inmisericorde en los primeros años de los sesenta, quizás en el 62 ó 63, y tiene su miga. Queridos, os presento a la tuna de San Antón.

Sé que de siempre os habéis preguntado en secreto, puesto que os adorna una discrección digna sin duda de mejor causa, a qué podía deberse mi estrafalario e hiriente desparpajo verbal y las tendencias exhibicionistas/narcisistas que se me adivinan entrada tras entrada en este blog vuestro por mucho que haga por evitar que se transparenten en público mis vergüenzas. En esta fotografía está la respuesta, mal que me pese. Ya apareció la boina. El Antonio fue de la tuna.

Lo primero que me ha saltado a la vista es que tengo una memoria perra y flaca. He repasado con cuidado las caras de esa gente con la que supongo que pasé tantos ratos, en ensayos, en actuaciones e incluso en la grabación de algún olvidado vinilo y por más que me esfuerzo apenas recuerdo los nombres de tres o cuatro de ellos. El resto me parecen como cualquiera de la calle. Joder, qué cruz. No hago carrera de mis células grises, a pesar de que dicen que, a veces, basta con un nombre para desencadenar una marea de recuerdos. Pues nada. Conmigo, a cuentagotas y gracias.

¿Reconocéis al primero de la izquierda, en la primera fila? Pues se llamaba (y creo que aún se llama) Pedro Macía, tocaba la pandereta y saltaba como un poseso a compás, que es parecido a lo que luego le sirvió para ser un busto conocido como presentador de telediarios e informativos en la tele. Siempre me pregunté a qué podía deberse que siguiera en una tuna infantil con los tacos que tenía. El primero de la segunda fila por la derecha era rubio, con el pelo ensortijado, llevaba gafas, tocaba también la pandereta y cantaba como los ángeles enrollándose en el viento / van las cintas de mi capa... / Mocita dame el clavel / clavelitos de mi corazón. Se llamaba Hilario, pero todos le decíamos Camacho porque no le gustaba su nombre.

La jodía monja no sé que pintaba allí, ni recuerdo quién puso a su lado al maestro Aragón ni quién le sacó tanto y con tan mala espina el pañuelo del bolsillo de la chaqueta ni por qué asumió esa especie de postura manoletina de eh, toro, alguien con mala uva debió hacerlo ya que era el hombre más ciego que un gato de escayola. Bajo su dirección aprendí yo a tocar la guitarra y gracias a su paciencia extrema conseguimos ejecutar con cierta dignidad Los sitios de Zaragoza, que era nuestro más reconocido best-seller.

Al lado de Pedro Macía, el primero de la segunda fila pero por la izquierda, guitarra en ristre y con cara de no haber roto en su vida un plato, el muy hipócrita, mi gran amigo Vicente Prieto, con quien compartiría, en su casa de Alberto Aguilera, interminables timbas de póquer y docenas de guateques en los que experimentábamos con poco éxito los inciertos efectos en las chicas del clorhidrato de yumbina mezclado con el cap de frutas que había preparado su madre antes de huir a misa por no ver lo que hacíamos mientras Adamo se desgañitaba mis manos en tu cintura y quien más quien menos arrimaba cebolleta repleto de testosterona y ardor guerrero. A su lado, a punto de perder los cuernos contra el clavijero de su guitarra, el único de quien sé que debería recordar el nombre y no me sale, ¡qué putada!

¿Y tu?, me pregunta mi chica, ¿dónde estás tu? Premio para el/la que lo adivine.

domingo, 20 de abril de 2008

cómic

Entonces les llamábamos tebeos y me gustaban más que a un tonto un lápiz o que a un ministro un viaje al extranjero. Recuerdo las impresionantes colecciones que reunía mi hermano mayor, ahora flores de e-Bay, con publicaciones de las que no habréis oído ni hablar como Piel de Lobo. Mira que me gustaban. Ha pasado el tiempo, ahora mi hermano colecciona colecciones porque tiene posibles, a los tebeos les han rebautizado y hasta se celebra un salón de 16.000 metros cuadrados con ellos, como ese de Barcelona recién clausurado que ha recibido cien mil visitantes. El comic se ha convertido en un negocio que movió en España, en el último año, cerca de los cien millones de euros, ahí es nada y yo con estos pelos.

Vosotros no lo sabéis, porque nunca os lo he contado, creo, pero me ha gustado tanto el tebeo que hasta fui guionista de un buen dibujante de la línea clara (abrazos, Jorge) con el que publicamos varias series de viajes en la recordada El Cairo, incluyendo una de actualidad contada a través de una pareja de periodistas de investigación que tenían director argentino, que era algo que se llevaba mucho por aquel entonces. A medida que lo escribo me acecha la sospecha (coño, parecen versos de nuestro ministro de cultura) de que ya os he hablado de esto, así que en vez de proseguir biográfico tiro del hilo de los argentinos para hablaros de Quino, ese genio incombustible padre de Mafalda, que casualmente ha estado presente como invitado del 26 Salón Internacional del Cómic de Barcelona del que os hablaba a la sazón, cosa que no entiendo por qué se dice así cuando la sazón suele ser el punto de los alimentos, ese que Arguiñano siempre rectifica, cuando se acuerda, porque se ha quedado corto de sal.

A mí, Quino me ha parecido siempre lo más genial que se puede ser, de modo que un día decidí que de mayor quería ser como él. Estoy en ello, que conste, aunque felizmente todavía me faltan años para llegar a lo previsto, a ser mayor, quiero decir, que de lo de genio ni hablamos. Siempre me admiró su capacidad de síntesis, la dulzura a través de la que conseguía transmitir su doloroso cinismo, el impecable diseño de esos personajes entrañables entre los que me encantaban y destaco el tendero hijo de tendero español, no recuerdo ahora su nombre, basto y materialista como sólo un emigrante forzoso puede serlo y la querida Susanita, inventora del pijismo. De su inmensa producción, auténtica radiografía del siglo XX, he conseguido encontrar en papagoogle una tira que utilizo a menudo en mis conversaciones, eso sí, citando su procedencia. Puestos a ser original, os la pongo aquí mismo, al final del texto, a modo de homenaje al inconformismo y cual coda. Hala.

sábado, 19 de abril de 2008

Adios, Chacha

El pasado miércoles, el día 16 de abril, moría en Madrid una anciana. Se llamaba Rosario Sánchez Mora, y este lunes que viene habría cumplido los 89 años. No llegó a verlos, aunque sí a festejar, por poco, el aniversario de su querida República. Fue estanquera, aunque antes había vendido tabaco de estraperlo en Cibeles, donde se convirtió en una clásica. Era manca. Le faltaba la mano derecha y por eso a Chacha la conocía todo el mundo. ¿O no era por eso sólo?

A veces, un poema parece algo abstracto. Incluso lo es, a menudo, aunque no siempre. Yo conocí la canción antes que el poema. La cantaba un tipo cuya voz desafinaba en general, salvo cuando elevaba el tono y se arrebataba. Se llamaba Pedro Faura pero todos sabíamos que era un alias. En aquellos tiempos de lucha antifranquista, casi todos escondíamos el nombre, como si nos lo fueran a quitar. Cantaba Chicho donde podía y cantaba Julia León donde la dejaban, en el Madrid de los sesentaytantos, hasta que fueron apareciendo los Adolfo Celdrán, Hilario, Las Madres... Pedro Faura no cantaba en directo en España, sino que grababa discos "en el extranjero", discos que venían envueltos en un halo clandestino y muy secreto porque era "el cantante del FRAP". Alguno de sus temas sí lo canté yo en aquellos tiempos, cuando hacía horas de cantautor militante al margen de Moncho y compañía. No recuerdo haber llegado a cantarlas en Lady Pepa, un café teatro que estaba en la plaza de Santa Ana donde alternaba con Hilario en la ocupación (remunerada) de divertir al personal en los entreactos de una obra donde recuerdo que actuaba Juanjo Otegui.

Más tarde, a Faura le conocí en París, y grabamos juntos algunas cosas. Por allí andaba a nuestro lado una cantante isleña, Mara, que tenía un restaurante precioso (le Maravedí) en la rue de la Montagne de Sainte Geneviève o algo así. Pedro se llamaba en realidad Bernardo, y así le sigo llamando hoy en día, aunque nos vemos poco porque la vida así lo impone o porque es famoso. Bueno, más una canción suya que él mismo. Se llama La puerta de Alcalá.

La anciana mujer que ha muerto hace nada en Madrid, también tenía un alias. Era Rosario, dinamitera. Con 17 años, era su mano derecha / capaz de fundir leones / la flor de las municiones / y el anhelo de la mecha, se fue a defender Madrid con la brigada de El Campesino, y acabó formando parte del grupo de dinamiteros que preparaban botes de leche condensada repletos de carga porque no había bombas de mano. Hasta que un día, su uña no sintió la llegada del fuego por la mecha, y un cartucho le explotó en la mano. En el hospital, fueron a visitarla Ortega y algunos poetas, entre los que se encontraban Vicente Aleixandre y otro que le llevó un poema que le había dedicado, un tal Miguel Hernández.

En ella inspiró estos bellísimos versos que yo conocí como canción y que os invito a buscar y leer completos, o a escucharla si nuestro amigo Gustavo nos la manda, cosa que me encantaría. Decían así, ¡Bien conoció el enemigo / la mano de esta doncella, / que hoy no es mano porque de ella, / que ni un solo dedo agita, / se prendó la dinamita / y la convirtió en estrella!

miércoles, 16 de abril de 2008

el fútbol es la vida

Pese a suponer a ciencia cierta, obsérvese lo contradictorio del aserto, que a vosotros mis ilustres visitantes no debe gustaros el fútbol ni una miaja, hoy quiero y siento que debo y lo hago con gusto romper una lanza por este deporte/espectáculo/opio/negocio que adoro. Lo hago porque últimamente, con los anuncios de la retransmisión del partido final de Copa de esta noche entre el Valencia y el Getafe, resuena todo el rato en mis oídos la inefable y carismática voz del llorado Fernán Gómez en ese anuncio de cervezas que viene a decir lo del título. Que el fútbol es la vida. Son anuncios cuyos textos me hacen evocar, sospecho que ese fue su gran acierto y una de las razones de su permanencia en antena, los regresos de aquellos domingos por la tarde, asientos repletos, viajeros exhaustos pero satisfechos, cuando la familia en pleno se trasladaba de nuevo, adelante hombre del seicientos/la carretera nacional es tuya, al horizonte gris oscuro de su ciudad tras pasar el día en el campo, al borde del Jarama a veces por mojarse el culo, en el monte o en la casita del pueblo cuando todavía no se llamaba pomposamente segunda residencia. La radio, ese testigo que fue de nuestro amanecer al conocimiento global, desgranaba a voces un Carrusel Deportivo que no fallaba nunca, para que pudiéramos los mortales cantar los goles de Marcelino o de Carlos Lapetra, que para mí eran Dios redivivo por mi Zaragoza del alma, o los de Gárate, Amancio, Juanito y tantos otros que conformaban nuestro exiguo panorama de estrellas. De siempre me gustó el fútbol, asombrado por el tirón de masas que desplegaba cada fin de semana, por la pasión y el fervor, la filia y la fobia que tan hondo calaba en aquellas mismas masas a las que yo pretendía redimir de su explotación revolución mediante. Es el opio del pueblo, una adormidera del proletariado al servicio de Franco, clamaban en mis orejas los popes del Partido, capaces de ver tan lejos en ese tema e incapaces de diagnosticar su propia miseria de grupúsculo inane. Nunca manifesté estar de acuerdo con ellos en su inutil condena, aunque tampoco (entonces) di la batalla por este deporte tan denostado, pero bien que me fastidiaban las citas clandestinas de los miércoles cuando había partido, normalmente de Copa o, aún peor, de Copa de Europa, y recuerdo que llegaba a ellas deseando que mi desconocido contacto se retrasase los cuatro minutos que como máximo debíamos esperar para largarme al bar más cercano y oler el sudor de mis masas agitadas alrededor del vinacho de frasca o la cañita bien tirada, la fritanga de calamares y los gritos de uyyyyyyyyy, cuando el balón se iba fuera por poco.

A su lado, os confieso, viendo con ellos el partido me sentía más suyo que cuando les veía mirarme la cara, extrañados, al entregarles tan clandestino, a la puerta de su fábrica, un panfleto contra el imperialismo.

lunes, 14 de abril de 2008

ucronía republicana

Estuve anoche viendo en la sexta el programa que presentaba Mamen Mendizábal titulado Viva la República. Lo cierto es que a estas alturas una ucronía como ésta debería resultar lo más normal del mundo en un sistema democrático, pero sospecho que algunas imágenes pueden haber levantado ronchas en los sectores más conservadores y recalcitrantes de esta sociedad tartaja, que avanza a saltos y retrocede igual, porque hace de la discontinuidad virtud.

Una sociedad en la que los avances en la igualdad de la mujer, constatables al menos formalmente en el nuevo Gobierno socialista, se ven reflejados de inmediato en las actitudes y logros particulares de las mujeres en su vivir de cada día y, de inmediato también, en la airada y criminal reacción de los sectores más refractarios a estos cambios y que se traduce en agresiones y asesinatos machistas en aumento (no tengo cifras, pero lo sospecho) en lo que se ha venido en llamar violencia de género o violencia sexual y que yo llamaría violencia reaccionaria. Tampoco se constatan estas actitudes igualitarias en las empresas, que siguen considerando a la mujer mano de obra más barata que el hombre, pero eso es harina de otro costal, del de la pasta sin ir más lejos.

El programa, en conjunto, me gustó, ya que se confeccionó la ficción a partir de ciertas posibilidades que en su tiempo fueron reales, aunque su desarrollo me quedó cojo y tendencioso en algunos momentos, como cuando escuché eso de que los nazis se asombraban de la crueldad franquista y tal, cosa que sonó un tanto traída por los pelos, del mismo modo que el guión no resolvió cómo se produjo la expulsión del franquismo aliado de los ocupantes alemanes, por no meterse en rastrojos, supongo. Los invitados, Preston, Gubern, Ónega, me parecieron demasiado nerviosos y fuera de sitio, como si no se lo creyeran del todo, igual que esos actores que te dicen, con el lenguaje corporal, eso de "no te vayas a creer lo que digo, que yo sé que tu sabes que es teatro".

En resumen pienso que al reportaje le faltaban cuatro o cinco hervores y le sobraba ese punto de ¡ahí va lo que he dicho!, y ese otro de perdone usted, pero es una ficción que tanto abundó en la parte final del mismo, repleta de explicaciones excesivas que sonaban a disculpas. Sí me pareció bien el planteamiento desde la realidad republicana actual, idéntica a la real, aunque tampoco se entiende mucho ya que, a mi parecer, hubiera debido haber puntos positivos diferenciales al habernos ahorrado la autarquía y la represión cultural y autonómica. Tanto camino para acabar en el mismo Aznar, tócatelos. Sí me pareció lógico que la Tercera pasara a la Historia como una república de derechas, y me resultaron enormemente anacrónico los aficionados del Madrid jaleándolo con banderas republicanas. De lo de Gibraltar, ni hablo, aunque como ucronía me resultó aceptable.

Pero debo decir que lo que nadie me va a quitar de la cabeza es el gozo de ver a Felipe de Borbón llevando la bandera tricolor en el desfile y a su padre de simple presidente del Comité Olímpico Español. Con eso me fui a la cama tan feliz como una lombriz, esperando el amanecer republicano de verdad, que fue el de esta misma mañana.

Queridos, que Viva la República.

Nota: ucronía. 1. f. cult. Reconstrucción lógica, aplicada a la historia, dando por supuestos acontecimientos no sucedidos, pero que habrían podido suceder. (RAE)

domingo, 13 de abril de 2008

croquetas

Hoy he hecho croquetas. De pollo y con un toque de huevo duro, por más señas. Mi chica y yo nos hemos puesto hasta las orejas. Nos habremos comido más de veinte entre los dos, y eso que venían acompañadas de una ensalada riquísima que ha preparado ella. Pero lo importante de esta historia es que yo, hoy, he hecho croquetas. Vale. Si yo estuviera leyendo esto mismo que ahora escribo, seguro que también me preguntaba, encogiendo los hombros: bueno, ¿y a mí, qué? No os creáis, pues, originales.

Al hacerlas me sentía como Zapatero preparando su Gobierno. Cuando compramos los esqueletos del pollo, compra pobre donde las haya -que cuando pasas por caja te sientes como si acabaras de robarle a una pipera- ya me daba a mí el flato de que iba a inventarme algo, un Ministerio nuevo o algo así. De modo que me puse a buscarle un nombre y me salió el de la Igualdad, que en francés sonaba mucho mejor al lado de la liberté. Compré también unos puerros y alguna zanahoria para que al hervirlos no se sintieran tan solos los cadáveres aquellos, no sé por qué me vendría a la cabeza Pilar Narbona. Sería por algo que se encontraba en medio, como el jueves, que es día de mucho ambiente. O acaso porque pensé si tiraba luego los huesos por la ventana...

Debo confesaros que si hay algo más pobre que comprar carcasas de pollo es irles quitando la carne con los dedos una vez cocidas. Primero, porque te quemas si careces de paciencia o la tienes en otra parte, y luego por lo parco del resultado, aunque todos sabemos que sabroso. Me acordé al hacerlo de Rubalcaba, vaya usted a saber por qué, y hasta me vino a la cabeza Bermejo y sus huelguistas, pobrecitos teniendo que sacar adelante expedientes tan abundantes, abultados de tanto cohabitar los unos con los otros. Puede que tuviera algo que ver que me resultara una tortura china.

Da igual. La noticia sigue siendo la misma. Zapatero ha nombrado Gobierno y yo no estoy en él, pero he hecho croquetas. Hacía más de seis meses que no cocinaba algo con más mimo. Y, por cierto, me han quedado de cine.

viernes, 11 de abril de 2008

tiempos de estraperlo

La noticia ha pasado desapercibida, acaso porque a nadie le interesa poner el acento en un hecho que apesta a pasado antiguo y casposo, tanto que en ella me parece entrever la larga mano del don Pablo Ramírez Sañudo de la serie Cuéntame y sus negocios fraudulentos al amparo del poder. Se trata de una denuncia de un sindicato de la policía (la Unión Federal de Policía, concretamente) según la cual existe un stock de 10.000 camisas de uniforme policial de tan mala calidad que nadie decide qué hacer con ellas y ahí están, pudriéndose en un almacén de Mallorca.

El caso es que al parecer ya llueve sobre mojado (cosa que también está sucediendo por estas mis nuevas tierras, que no ha parado de diluviar desde mi llegada con vendaval añadido y marejada vecina -y no admito bromas acerca de una probable relación causa-efecto, ¿eh?-), porque no hace mucho tiempo se compraron con el dinero público camisas y gorras que se decoloraban a los tres lavados e incluso partidas que no resultaban, como es preceptivo, ignífugas. En mi época de la mili (batallón disciplinario, por supuesto), el responsable de las compras de la compañía, o del regimiento, qué sé yo, era el brigada, y menudo coche que calzaba el gachó.

De siempre se decía que cuando a un capitán le tocaba el mes de cocina, de inmediato en su casa se comía solomillo día sí y día también. Un canicero amigo mío me contó cómo, durante algunos periodos de cocina de un capitán cuyo nombre me guardo, se estuvo partiendo las tripas por la ignorancia del susodicho ya que el militarote se creía que las terneras disponían tan solo de un solomillo, por lo que con el otro, pagado y nunca disfrutado, hacía un buen negocio vendiéndolo dos veces.

Al parecer, estamos hablando de presupuestos que rondan los 10 ó 13 millones de euros al año en materia de vestuario, que el sindicato mencionado ignora en qué se invierten, de modo que a lo mejor la División de Coordinación Económica y Técnica de la Dirección General de la Policía y de la Guardia Civil debería explicar lo que costaron las 10.000 camisas inservibles y qué va a hacer con ellas. Me he puesto a repasar partidas en el BOE y me ha cansado a las veinte páginas, no sin antes descubrir una realmente interesante, que os recomiendo leer con detenimiento: Número de expediente: 0100422 Servicio de alquiler de apartamentos y hoteles para el personal de la Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado para el verano del 2008. Presupuesto base de licitación: Importe total (euros). 186.000,00 euros IVA incluido.

Esto es una empresa modelo y, lo demás, cuentos.

martes, 8 de abril de 2008

elogio de la memoria garrapata

Humilde parásito éste, tan asquerosito él con su repleta mochila de sangre ajena a lomos, que está poniendo al Europeo de fútbol en un brete. Todos a vacunarse, con dos meses de antelación, y los secretos del Zapatones desvelados antes de tiempo, (caso de que los tenga, que no me lo creo yo del todo porque guardarlos es atributo de gente complicada y Aragonés me parece a mí simple como una mata de habas). Será el 2008 otro año de la garrapata como el que inspiró a Jorge Coira su película de estudiantes aferrados cual arácnidos hematófagos a los duros de papá, creo recordar que allá por el verano de 2004.

Curioso cómo un minúsculo animalito chupóptero, que tiene por costumbre fijarse a su huésped entre los pelos, como bien saben los que tienen en casa perros que les esclavizan y por culpa de los cuales no pueden dejar de fumar, ya que el remedio más común contra este artrópodo cabrón, me acuerdo bien, sigue siendo quemarle con la colilla del cigarro para que se suelte, ¡coño! de una vez y podamos reventarlo contra el suelo con el tacón del zapato produciendo ese gozoso siseo inconfundible que quien lo ha probado tan bien conoce y recuerda..., curioso, decía muy arriba, cómo este diminuto bastardo activa mi memoria.

No son garrapatas, pero bien pudieran serlo, los tres soldadotes yanquis que dispararon desde su carro de combate a un periodista corresponsal nuestro de cada día cuando su cámara testificaba una vez más la barbarie del trío de las Azores, sonrientes ellos en la perenne foto pese a la enorme gravedad de lo que maquinaban. Un millón de muertos creo que van en Irak y ni aún así se les ha borrado la sonrisa de estadistas mediocres y dirigentes chapuceros e inmorales. No está demostrado que sean ácaros, pero esos tres soldados llevan parasitando a su gobierno desde entonces, escondidos en sus madrigueras para que la orden de caza y captura que pesa sobre ellos no les alcance porque en USA hacen con la Ley internacional lo que les canta. Por estas fechas hace cinco años que segaron la vida de José Couso, y ellos siguen chupando del bote, no lo olvidéis.

Ni olvidéis, tampoco, a una de las más grandes garrapatas de nuestra política, rubia y bizca por más señas, que acaba de representar una genuina sesión de magia de salón, nada por aquí, nada por allá, ante la mirada cómplice de sus adláteres y la suspicaz de la nomenklatura actual de su partido, dicha la breve, haciendo desaparecer de un plumazo la memoria entera de toda su gestión política. Que es que no os acordáis, pazguatos, de que ella es liberal de toda la vida, que no hay más que haber seguido Telefacha para coscarse de ello, o tirar de hemeroteca antes de que la arrase, o evocar sus apuestas por los deportes de masas como demuestra, a un año vista, la vacuidad perpetua de su campo de golf sobre las aguas. Ella será la que traiga de la mano el Centro a nuestra España. Arriba.

lunes, 7 de abril de 2008

cosas / sitios

No os podéis hacer ni una ligera idea de la cantidad de cosas que caben en un coche hasta que no hayáis tenido que cargarlo a tope. Recogerlas, empacarlas, bajarlas, cargarlas, trasladarlas, cargarlas otra vez, viajar a su vera, descargarlas de nuevo..., y ahora, colocarlas. Me recuerdo como si fuera un puñetero caracol, con la casa a cuestas. A los que tenemos la circulación licuada para evitar males mayores se nos ponen hematomas hasta en las orejas, sólo del esfuerzo. Me miro los muslos al desnudarme y me parece que iba para negro y me he quedado a medias, o a cuadros como el tablero de las damas. En fin, doy por supuesto que el esfuerzo está mereciendo la pena, desde luego, aunque sea preferible por el momento no frecuentar las playas nudistas del entorno, no vaya a ser que me expulsen por exhibicionismo del malo, ese que enseña sin pudor las vergüenzas ocultables, por mucho que me lleve las fichas del ajedrez como coartada.

Pero no era de eso de lo que pretendía hablaros hoy, sino de la predeterminación de las cosas. Por muy difícil que parezca, mi experiencia está demostrando en estos días que las cosas tienden a encontrar su sitio, acaso por la universalidad del equilibrio, que a veces me parece que andan solas hasta su refugio predestinado, o que encuentran de carril su escondrijo perfecto. Veo un montón de ropa de usos estacionarios diversos y al momento siguiente se han alineado cada una en su rinconcillo, celosas de cierto orden cósmico. Me salta a los ojos un montón de maletas que ni sé qué contienen y en media hora se han vaciado e incluso hallado su lugar, continentes y contenidos, en alegre montón. Hasta mis decenas de herramientas y utensilios de variadísimas especialidades han encontrado su espacio como el que lava, apenas un par de baldas por medio. Me rodea la magia, me embarga el asombro, me gratifica el esfuerzo, me aturden los resultados...

Yo mismo, sin ir más lejos, me siento también como una cosa más que ha encontrado inexorablemente su sitio. He encajado.

domingo, 6 de abril de 2008

la velocidad

De camino hacia mi voluntario exilio dorado, el coche hasta los goznes de los topes, y no es un decir, me despedía del Madrid de mis amores rodeándolo por la M30 cuando me saltó a la vista, devenida mirada de nuevo, un mensaje que algún friki de Tráfico había publicado en los rótulos luminosos que abundan por allí. Ponía lo siguiente: La velocidad, primera causa de accidentes. Pensé, a noventa por hora, que no lo habría leído completo, pero me equivocaba. Volví a releerlo, una tras otra, una docena de veces más al menos hasta dejar atrás Pinto, cuando ya había tomado la ruta definitiva de los patos.

El mensaje resulta tranquilizador. Es lo que tiene. En efecto, la genial frasecita viene a dejar claro que los coches parados se accidentan mucho menos, ¡dónde va usted a parar! A cero por hora casi puedes darte por seguro. Así que, me dije para mí, que es con quien hablo más cuando viajo solo, en cuanto me detenga por gasofa mi riesgo de accidentes será mínimo. ¡Qué alegría! Y eso que, pensándolo bien, tampoco es ello, siempre, tan cierto. Tengo un amigo al que le atropellaron dos coches parados y bien aparcados, y le aplastaron una rodilla dejándole para el arrastre. Él es uno de los que no estarían de acuerdo con el maldito mensaje, o al menos de los que no se tranquilizarían tanto como yo lo hice. Un tercer vehículo estaba aparcando, la calle formaba una ligera cuesta, mi amigo pasaba entre los dos coches parados cuando el que aparcaba golpeó a uno al que se le soltó el freno de mano, no tenía una marcha metida y, ¡cataplás!, le trituraron la rótula (o choquezuela) y le dejaron cojo pa toa la vida.

De forma que lo de la velocidad es relativo, como creo que alguien ya ha dicho antes. Lo que es absoluto, sospecho, es el excelente nivel de estupidez de los escribidores de mensajes de la Dirección General de Tráfico (o del Excmo. Ayto. de Madrid, en este caso, vaya usted a saber). Porque hace falta ser borrico para escribir, copiar y reproducir con publicidad una estupidez tan supina. La velocidad, amigos, es la principal causa de los accidentes.

La vida, según estos señores, debe ser la principal causa de la muerte. ¿O no?

sábado, 5 de abril de 2008

a veces, la vida

A menudo escribimos recto con renglones torcidos. Es frecuente descubrir que donde menos se piensa salta la liebre y también que una mala noticia resulte ser el pórtico de alguna otra inmejorable.

¿De qué habla éste?, os preguntaréis sin duda con cierta conmiseración asomando al lado del colmillo que se enseña cuando la sonrisa es mueca. Pues no lo sé a ciencia cierta. Algo tenía que poner para no comenzar dando de sopetón la noticia que me llena de gozo y me pone a la vez los pelos como las escarpias de las que acabo de colgar mi sombrero.

Amigos, me he largado de Madrid.

Amigos, estoy viviendo desde ayer con la mujer que amo, mi adorada, en las costas de la vieja Gadir, en un pueblito donde cada vez que el sol no asoma es noticia, arrimado al mar que me rompe al lado cuando paseo por la playa, enfrente del viento, en un lugar donde crece la vida a raudales, el pescado es exquisito, los niños gritan y corren, la gente te da los buenos días, la compra sale barata, la gasolina parece un recuerdo, escribir, un reencontrado hallazgo y caminar, la mejor manera de llegar a tiempo a todo.

Queda atrás el hollín, con sus malos humos, los ciento y pico kilómetros diarios de coche y gasto estúpido e improductivo, las prisas que hicieron de mí el conejo de Alicia, mis costumbres de okupa bien educado, el endiablado círculo cama-coche-trabajo-coche-cama, que ni tiempo me dejaba para compartirlo con vosotros, el cyberavecesexo con ella (qué piel, qué tacto, cuántos besos porque sí, ahora y más aún), el monótono traqueteo de un trabajo desquiciante..., pero, sobre todo, atrás queda sin respuesta todavía la eterna pregunta del millón, que cabría resumir en un ¿para qué? repleto de perplejidades.

Se acabó.

Vuelvo a ser vuestro, vuelvo a ser profunda y definitivamente mío y de los míos, vuelvo a recuperar la sonrisa, la capacidad de leer y de observar y de pensar y de vivir y de ser de nuevo como quiera, sepa y pueda, vuelve la burra al trigo, el saber donde solía, la cabeza a su lugar y mi sexo al rincón que más desea.

Me empadrono en la vida, queridos, y que la calidad se me suponga.

miércoles, 2 de abril de 2008

a todos vosotros

A todos cuantos os habéis preocupado por mi silencio, a los que lo habéis demostrado con preguntas varias pero asaz discretas y a quienes desde la callada por respuesta os estáis preguntando, con cierta perplejidad, qué ha sido del tan otrora cumplidor Antonio, unas pocas líneas para calmar en lo posible vuestra preocupación y serenar vuestras ansiedades.

Estoy bien. Incluso es posible que debiera decir: estoy muy bien.

Hasta tal punto que a todos os convoco encarecidamente a leer este blog vuestro y un poco mío el próximo domingo de pipiripingo, día 6 de abril, a partir de las primeras horas de la tarde. Prometo ofreceros todas las explicaciones pertinentes, alguna impertinente y la exclusiva mundial de una noticia bomba.

Gracias, amigos.