domingo, 20 de abril de 2008

cómic

Entonces les llamábamos tebeos y me gustaban más que a un tonto un lápiz o que a un ministro un viaje al extranjero. Recuerdo las impresionantes colecciones que reunía mi hermano mayor, ahora flores de e-Bay, con publicaciones de las que no habréis oído ni hablar como Piel de Lobo. Mira que me gustaban. Ha pasado el tiempo, ahora mi hermano colecciona colecciones porque tiene posibles, a los tebeos les han rebautizado y hasta se celebra un salón de 16.000 metros cuadrados con ellos, como ese de Barcelona recién clausurado que ha recibido cien mil visitantes. El comic se ha convertido en un negocio que movió en España, en el último año, cerca de los cien millones de euros, ahí es nada y yo con estos pelos.

Vosotros no lo sabéis, porque nunca os lo he contado, creo, pero me ha gustado tanto el tebeo que hasta fui guionista de un buen dibujante de la línea clara (abrazos, Jorge) con el que publicamos varias series de viajes en la recordada El Cairo, incluyendo una de actualidad contada a través de una pareja de periodistas de investigación que tenían director argentino, que era algo que se llevaba mucho por aquel entonces. A medida que lo escribo me acecha la sospecha (coño, parecen versos de nuestro ministro de cultura) de que ya os he hablado de esto, así que en vez de proseguir biográfico tiro del hilo de los argentinos para hablaros de Quino, ese genio incombustible padre de Mafalda, que casualmente ha estado presente como invitado del 26 Salón Internacional del Cómic de Barcelona del que os hablaba a la sazón, cosa que no entiendo por qué se dice así cuando la sazón suele ser el punto de los alimentos, ese que Arguiñano siempre rectifica, cuando se acuerda, porque se ha quedado corto de sal.

A mí, Quino me ha parecido siempre lo más genial que se puede ser, de modo que un día decidí que de mayor quería ser como él. Estoy en ello, que conste, aunque felizmente todavía me faltan años para llegar a lo previsto, a ser mayor, quiero decir, que de lo de genio ni hablamos. Siempre me admiró su capacidad de síntesis, la dulzura a través de la que conseguía transmitir su doloroso cinismo, el impecable diseño de esos personajes entrañables entre los que me encantaban y destaco el tendero hijo de tendero español, no recuerdo ahora su nombre, basto y materialista como sólo un emigrante forzoso puede serlo y la querida Susanita, inventora del pijismo. De su inmensa producción, auténtica radiografía del siglo XX, he conseguido encontrar en papagoogle una tira que utilizo a menudo en mis conversaciones, eso sí, citando su procedencia. Puestos a ser original, os la pongo aquí mismo, al final del texto, a modo de homenaje al inconformismo y cual coda. Hala.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Ni Schultz ni gaitas: Quino y el incombustible Forges. Es mi modesta opinión, los dos mejores creadores de tiras y viñetas cómicas que ha parido este mundo. Y mucho me temo que parirá en mucho, mucho tiempo.

Otra cosa son historias gráficas completas. Ahí Ibañez está muy bien situado. Pero en viñeta y tira, no me cabe duda alguna: Quino y Forges.

Abrazos,
Pedro de Paz

nata dijo...

manolito, se llama manolito. el hijo del tendero. quino, sublime.

un beso.