domingo, 4 de marzo de 2007

23F, una versión diferente

Se llama Amadeo Martínez Inglés y fue profesor de Historia Militar y Estrategia en la Escuela del Estado Mayor y testigo directo de los entresijos del Ejército durante el período de la transición como Jefe de Movilización del Estado Mayor y jefe de la Brigada de Infantería de Zaragoza. Dice que lleva 17 años investigando sobre la intentona golpista. Quiero decir que no se trata de ningún indocumentado.

Ha publicado en Akal (La Foca) el libro 23F, el golpe que nunca existió y se persona en manifestaciones de uniforme, ya sea contra la guerra de Irak (multa de 30 euros) o a favor de la República (la foto es mía).
En el libro, o en artículos de su firma que publica donde puede, como el que aquí reproducimos, sostiene la tesis de que el golpe era, en realidad, un autogolpe de monárquicos con el apoyo del propio rey Juan Carlos para evitar otro, este de extrema derecha y dispuesto a derrocarle. No es, desde luego, una primicia, pero me parece una buena forma de celebrar el aniversario del 23F. Que todos los santos tienen octava.

La suya es una tesis, cuando menos, plausible y razonada. Además, si uno se pone a pensar acaba preguntándose por qué no tiene ya varias querellas encima, en un país americanizado en el que te llevan a los tribunales por dos de pipas.

Su artículo Un rey, golpe a golpe comienza así: "Los golpes militares no se inician jamás a las seis de la tarde; las fuerzas que intervienen en un golpe militar nunca dan vivas al jefe del estado, contra el que atentan, en el curso de su ilegal operativo; los tanques que utilizan las Unidades rebeldes comprometidas en un golpe militar siempre llevan sus “santabárbaras” a tope de munición y sus tripulaciones armadas hasta los dientes; el primer objetivo en un golpe militar es siempre, siempre, el palacio o residencia oficial del jefe de Estado; los presuntos golpistas en una acción militar contra el Estado nunca, nunca, dejan al jefe del mismo libre en su palacio y con todas sus comunicaciones con el exterior abiertas para que pueda reaccionar cómodamente contra sus enemigos;




..., los dirigentes de un golpe militar jamás llaman por teléfono al jefe del Estado contra el que teóricamente están actuando para tratar de explicarle sus movimientos futuros y, menos todavía, para obedecer sin rechistar sus órdenes; los primeros movimientos de carros de combate en un golpe militar se dan siempre en la capital de la nación y no en la de una provincia periférica situada a más de trescientos kilómetros de distancia; los tanques rebeldes nunca, salvo que Gila ordene lo contrario, respetan los semáforos y las reglas de circulación, todo lo contrario, intentan alcanzar cuanto antes sus objetivos (palacio real o presidencial, palacio de justicia, centrales telefónicas, de radio, de televisión, banco central etc., etc.) importándoles un comino los accidentes o bajas entre la población civil.
Y, por último, es absolutamente improbable que en un golpe militar el presunto jefe de los golpistas lleve en el bolsillo de su uniforme una lista de su futuro gobierno (para hacerla pública si triunfa la asonada) formado curiosamente no por militares o civiles golpistas de su entorno sino por políticos pertenecientes a partidos del propio sistema contra el que se está actuando ilegalmente.
Visto todo lo anterior, que además es de elemental sentido común, resulta meridianamente obvio que aquí el famoso 23-F, del que ahora se acaba de cumplir su vigésimo aniversario, no tuvo nada que ver con una verdadera y tradicional intentona castrense; por mucho que se intente zanjar la cuestión apoyándose en el incuestionable veredicto de los micrófonos de la radio o las cámaras de televisión, en el carácter inestable y violento de Tejero o en las chapuzas y traiciones de sus dos teóricos dirigentes: los generales Armada y Milans del Bosch. Nada de eso es determinante. Además ni el antiguo preceptor del Rey y luego secretario de su Casa, el todavía vivo marqués de Santa Cruz de Rivadulla, ha sido nunca un tonto de capirote, un loco visionario, un irresponsable o un traidor (más bien todo lo contrario) ni el ex capitán general de Valencia (uno de los generales con más carisma dentro del ejército franquista) tuvo nunca sus neuronas profesionales al nivel de las de un pobre cabo furriel.
Si ambos montaron al alimón un complejo tinglado político-militar al margen de la Constitución (que fue en definitiva lo que salió a la luz el 23-F) para salvar la corona española (los dos eran fervientes monárquicos) fue pura y simplemente porque su señor, el rey Juan Carlos, perfectamente enterado tanto por ellos mismos como por los servicios de Inteligencia del estado (CESID) y la cúpula militar (JUJEM) del operativo golpista (éste si de verdad) que preparaban para principios de mayo los militares más radicales de la extrema derecha española, les pidió con urgencia la puesta en marcha de esa maniobra; que debería desactivar, cuanto antes y como fuese, ese peligro real y absoluto que amenazaba en primer lugar a su propia persona, y después a su corona, y, por último, al régimen de libertades instaurado trabajosamente en España a partir del 20 de noviembre de 1975.
Para leerlo entero, ésta es la dirección.

Sólo deseo añadir que nuestra democracia huele cada vez más a partitocracia, y que tal cosa empieza a hacerme sentir un tanto molesto.

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Nada más puede añadirse a tu información compartida y a tus observaciones al respecto. que comparto. Sólo agradecerte que me haya ayudado a casi esclarecer la verdadera identidad de Patricia Sverlo, el pseudónimo del "colectivo" del libro virtual(www.nodo50.org), desde hace unos años, autor del libro del mismo título: "Un Rey. Golpe a golpe". ¡Qué casualidad!, ¿No?

Anónimo dijo...

Bueno, hoy, acabo de terminar de leer "Técnica del golpe de estado" de Curzio Malaparte y quizás porque todavía no lo haya terminado de digerir es que no estoy de acuerdo en lo que dice respecto a no ir a La Zarzuela, o tener una lista de ministros y etc.
Pero bueno todvía no he leído el libro que mencionas pero lo haré.
Un cálido saludo.

Anónimo dijo...

Es difícil de creer...Los militares son tan chapuzas como lo pueden ser los mismos terrorístas y hasta la misma mafia...
Pienso que igual contaron con el apoyo de más gente, incluida la derechona extrema...Al mismo tiempo, no contaron con la valentía de toda la manifestación opuesta al golpe, ni que el mismo rey se posicionara contra ellos...
Además aunque ésta monarquia ha sido impuesta más que elegida, no nos engañemos, en el fondo los demócratas hemos estado más protegida por ella que amenazados...
No hay que retorcer tanto las cosas, los que vivimos aquellos días todavía hoy no sabemos como ganamos la guerra sin dar un solo disparo...Sí nos mataron a muchos y se mataron a otros tantos... Nos silenciaron mucho tiempo...Pero nuestras ideas triunfaron y en otro momento os diré cuando para la república estaremos preparados...
El Mago.

Antonio Piera dijo...

Tan solo me guía aportar datos para un mejor conocimiento de la cosa. Cada cual es muy libre de interpretarlos a su albedrío. ¿Será Patricia Sverlo el coronel Amadeo? ¿Nos estaremos deformando con las telenovelas? Pero sí que es casualidad.

Anónimo dijo...

Yo pensaba que Patricia Sverlo era Josep Carles Clemente, por que en su libro "El pecado original de la familia real española", reproduce literalmente muchos parrafos del libro "Un rey golpe a golpe".
Si lo que dice este blog es cierto, Josep Carles Clemente tiene mucha afinidad con Ana Rosa Quintana.

Anónimo dijo...

El libro 'Un Rey Golpe a Golpe' fué escrito por el periodista Pepe Rei bajo el pseudonimo Patricia Sverlo y publicado en el año 2000 por la hoy desaparecida (cerrada por la policía)editorial Ardi Beltza.