lunes, 30 de enero de 2012

me dicen que a IU no le gusta la Historia

Andan por Andalucía revueltas las aguas, pero bajo la superficie. Desde arriba, el mar preelectoral parece un espejo, cada cosa en su sitio, todo en su lugar. Lo frío, frío y lo caliente, caliente, que dijo un amigo al que le pregunté por las bondades de un restaurante. Los del perdedor Arenas, virgencita que me quede como salgo en las encuestas y Rajoy que se espere unas semanas antes de la reforma laboral por lo que más quiera y que no toque el IVA hasta que me siente en el asiento del mandamás, que ya era hora. Los de Griñán jugando al paripé del paripé que no lo tenemos tan mal pero por si acaso vamos retirando la cara del ere y de donde no era, que tantos años han dao para mucho y lo mismo los que vienen miran debajo de la alfombra, mientras sálvese quien pueda resuena por los pasillos del Parlamento Andaluz.

Luego están los de el político profesional llamado Valderas. A su alrededor revolotean fantasmas que reclaman que su formación le haga un quiebro a lo predecible. Ciudadanos organizados que exigen una candidatura unitaria para detener los planes del capitalismo de corte neoliberal que traen los de Mariano en la cartera, tan similares a los que guarda el provecto saliente en la suya. Andaduras bien argumentadas desde sectores quincemayistas colapsadas de momento por obra y gracia de otros que confunden el culo con las témporas. Plataformas unitarias que nacen como si fuera ya primavera. Partidos menores que se manifiestan firmemente por una unidad coyuntural de medio recorrido. Es el momento, susurran los vientos de levante. Ahora o nunca, se escucha en los baretos.

Pero la que se dice izquierda unida hace oídos de mercader. En la oficina no están para riesgos, parecen decir mientras cuentan con los dedos el diputado de más que, a lo mejor, les traen por reyes los idus de marzo. No quieren ni oír hablar de la Historia, de esa que se escribe con mayúsculas. No entienden que haya llegado la hora del arrojo, de la valentía, del ejemplo de generosidad, no saben siquiera que se la están jugando porque la gente abandonada a su suerte no les va a perdonar que se miren tanto el ombligo mientras permiten a la más derecha de las derechas asestar tajo a la yugular de las personas andaluzas y ellos hacen como que no lo ven. Están dejando pasar de largo el dichoso tren de la Historia, ese que nunca pasa dos veces por llevarle la contraria al cartero.

Era, y casi ya no lo es, el tiempo de las cerezas, el momento de emerger la cara con orgullo, de pedir el cuero para rematar a puerta, ¡a mí, Sabino, que los arrollo!, el instante de renunciar a la singularidad, del vamos juntos y dejémonos de tontadas, que lo importante es decirle al pueblo que aquí estamos todos los que nacemos de él, juntos por y para lo importante, unidos para sacarle del atolladero en que nos han metido, que vamos a defender lo público, a inventar empleo, a evitar los desahucios, a regenerar Andalucía, que juntos podremos...

Pero me dicen que a IU no le gusta esa historia.

jueves, 19 de enero de 2012

de la inmovilidad del movimiento

Al 15M le salen padrinos teóricos como setas entre los pinos. Eso está bien. De algo hay que escribir. Mas, por mucho que leo, no encuentro quien le ponga el cascabel al gato gordo, que es la alarmante pérdida de numerario (primera acepción RAE: perteneciente o relativo al número) en nuestras filas. A fuer de originales, hasta se escuchan voces que auguran un renacimiento estacional, con la primavera. Ya decía, como las setas. Es romántico, sin duda, aunque me parece poco fiable como argumento, además de poco probable. Pero el caso es que, por todo el Estado, buena parte de las asambleas andan las pobres más vacías que el ojo de un tuerto, que se decía en mi barrio. Y muchos nos preguntamos por qué.

La explicaciones endógenas que se barajan no están exentas de razones. Que hay muy distintos niveles de compromiso, evidente, que muchos están siempre ahí aunque no vengan, me vale, que cuando haga falta de verdad estaremos todos, lo acepto con matices, que vamos lentos porque vamos lejos, jopé no solo porque vamos lejos, sino que vamos al paso de la uva porque nos hemos dotado del método más premioso que existe (aunque sea el más horizontal y correcto) para debatir y ni te cuento para tomar decisiones, y eso paga un precio en agilidades varias, que planteamos los cambios sociales que pretendemos desde nuestros propios modos de vida, nuestros hábitos de consumo o nuestra relación con los demás y que eso, obviamente, es a largo plazo... ¡Alto ahí! ¡Por aquí no paso!

Recuerdo bien los primeros momentos: "¡que no nos representan, que no!", "democracia real ya", "no hay pan para tanto chorizo" gritábamos por cientos de miles, con buena parte de la ciudadanía batiendo palmas con las orejas. ¡Cuánta felicidad, qué orgasmo de empatías varias, qué derroche de voluntad de cambio, de energías transformadoras, de originalidad, de pensamiento colectivo, de creatividad!, ¡Qué ejemplo para el mundo, tras Túnez y Egipto! Luego, pasadas las euforias de los primeros momentos, nos pusimos a trabajar como cosacos para trasformar el mundo.

Fue ahí cuando cometimos nuestro primer y muy grave error, cuando no nos detuvimos a pensar ni a escuchar lo que la ciudadanía entendía al secundar nuestros gritos de guerra. Ahora creo que lo sé. Entonces, solo lo intuía, cuando manifesté públicamente en Sol aquello de "lo importante son los millones de ojos que nos miran y esperan de nosotros soluciones, no es nuestro ombligo lo importante" (y perdón por la auto cita). Me temo muy mucho que, donde entendimos (nosotros, los que ahora quedamos y resistimos, los entregados a la causa, los casi-militantes) que el personal compartía nuestros deseos de cambiar el mundo conocido, lo que querían decir era: "no nos representan, ¡queremos que nos representen!". Que, cuando gritaban "democracia real, ya", estaban exigiendo medidas concretas que trasformaran la mierda de democracia que teníamos y tenemos. Entiendo yo ahora que las pancartas de "no hay pan para tanto chorizo" las aplaudían porque suponían que los allí presentes se las iban a arreglar para expulsar a los chorizos de la política y de los puestos de mando en los bancos, los partidos, los media y los sindicatos.

En lugar de lo cual, nos hemos puesto a cambiar el mundo, con la ayuda y el influjo de tantos teóricos iluminados para los que no dejamos de ser un experimento que confirmará o no sus teorías. Que tanto les da. Hemos minusvalorado a la ciudadanía, que desde su sabiduría marcaba claramente el principal camino a seguir, que no era la revolución, ni la reEvolución, sino el reformismo. Poco a poco, sin darnos ni cuenta, a medida que profundizábamos en la puesta en pie de unas muy correctas alternativas vitales encaminadas hacia el cambio en profundidad de nuestras escalas de valores, hemos olvidado sus aspiraciones y, en consecuencia, desplazado de nuestro lado a mucha, mucha gente. Hemos olvidado a toda aquella mayoría trasformadora que saltaba con gusto a nuestro lado entonces y que ahora nos contempla con cariño desde la lejanía, moviendo de un lado a otro la cabeza mientras piensa: "no era eso, amigos, eso está bien, parece bonito, pero no era eso". Al menos, añado yo, no era solo eso.

Pensemos con lo de pensar, abandonemos esta especie de grupalismo encerrado en sí mismo y corramos al encuentro de nuestra gente de nuevo, porque os aseguro que ellos siguen creyendo ahora, hoy, en lo mismo que creían entonces. Los que hemos cambiado hemos sido nosotros.

miércoles, 18 de enero de 2012

no quiero SOPA

domingo, 1 de enero de 2012

la del pulpo

Hace poco he iniciado mi colaboración en una interesante revista digital llamada Crónica Popular con la publicación del artículo que reproduzco a continuación. Auqella Redacción está repleta de viejos amiguetes de la guerra e implementada con gente quincemayista, con un resultado estupendo. Os animo a que la visitéis con frecuencia y la apoyéis en lo que se pueda. Merece la pena.

La hipótesis, hasta ayer descabellada, de que el 15M pudiera aplicar su doctrina y su potencial en las grandes ligas, podría estar tomando cuerpo estas navidades en las asambleas andaluzas de este joven movimiento. Resuenan tambores y se oye jaleo ante el final del mandato de Griñán, mientras el eterno perdedor Arenas afila los cuchillos largos convencido de que -esta vez sí-, las elecciones andaluzas de marzo serán su bálsamo de Fierabrás.

Estaba la cosa tranquila. Todo parecía apuntar a una nueva ración de "más de lo mismo", con los partidos habituales desarrollando, al perezoso trantrán, la archisabida fase previa de cada campaña, los unos seguros de ganar haciendo cábalas sobre la piel del oso, los otros insistiendo en lo que siempre les ha funcionado aunque con algunas caras nuevas para minimizar el desastre y los de más allá meneando despacito algunas fichas, felices como perdices y conformes a priori con incrementar un par de puntos sus porcentajes. Como siempre.

Pero una previsible incursión de la alargada sombra del quincemayismo en el habitual reparto de las esferas de poder podría estar atragantando el pavo a más de uno. Circula a toda velocidad por los mentideros andaluces un llamamiento interno destinado a propiciar el debate en las asambleas, en el que se pueden leer frases como "…en pro de una única candidatura de unidad ciudadana, capaz de reunir los votos de la mayoría de las personas andaluzas para ponerlas en el centro de la decisión política y al servicio del pueblo, no de los especuladores financieros" (sic), o una traca final con la que concluye el citado documento y que tiene valor de corolario: "Haremos posible un gobierno al servicio de la ciudadanía, que afronte a los mercados y asuma que el bienestar de las personas está por encima del sistema".

Haciendo gala de una sorprendente madurez pese a sus escasos siete meses de vida, el 15M está transitando suavemente de la protesta a la propuesta y hacia el compromiso sin perder de vista sus orígenes. Hablando de propuestas, no parece ser ésta de las de menor calado. Echan humo las calculadoras electorales y resuenan por el Albaicín las silenciosas pisadas de una especie de sorpasso a lo Anguita con la salvedad de que el planteamiento de "articular una propuesta contundente, apartidista y participativa" no haya surgido de los reflejos de una IU hasta ahora conformista, sino de la espontaneidad y honradez de este sorprendente movimiento, que "amenaza" con un nuevo paso adelante pormenorizando dicha propuesta.

Porque, además, los asamblearios se plantean hacerlo sin abandonar un ápice las intenciones reEvolucionarias de cambiar el mundo ni renunciar a su hábitat natural, las calles y las plazas, pese a una obligada hibernación solo aparentemente letárgica, según demuestran los hechos. Que ocho brazos tiene el pulpo y, aunque con dos haga ganchillo o con uno se rasque la espalda, caso de que la encontrara, con otro impida desahucios y use alguno más para señalar la corrupción o auditar la deuda externa, al final resulta que todos esos brazos nadan juntos en la misma dirección. Exactamente, todos impulsan al pulpo hacia donde quiere ir.