lunes, 7 de abril de 2008

cosas / sitios

No os podéis hacer ni una ligera idea de la cantidad de cosas que caben en un coche hasta que no hayáis tenido que cargarlo a tope. Recogerlas, empacarlas, bajarlas, cargarlas, trasladarlas, cargarlas otra vez, viajar a su vera, descargarlas de nuevo..., y ahora, colocarlas. Me recuerdo como si fuera un puñetero caracol, con la casa a cuestas. A los que tenemos la circulación licuada para evitar males mayores se nos ponen hematomas hasta en las orejas, sólo del esfuerzo. Me miro los muslos al desnudarme y me parece que iba para negro y me he quedado a medias, o a cuadros como el tablero de las damas. En fin, doy por supuesto que el esfuerzo está mereciendo la pena, desde luego, aunque sea preferible por el momento no frecuentar las playas nudistas del entorno, no vaya a ser que me expulsen por exhibicionismo del malo, ese que enseña sin pudor las vergüenzas ocultables, por mucho que me lleve las fichas del ajedrez como coartada.

Pero no era de eso de lo que pretendía hablaros hoy, sino de la predeterminación de las cosas. Por muy difícil que parezca, mi experiencia está demostrando en estos días que las cosas tienden a encontrar su sitio, acaso por la universalidad del equilibrio, que a veces me parece que andan solas hasta su refugio predestinado, o que encuentran de carril su escondrijo perfecto. Veo un montón de ropa de usos estacionarios diversos y al momento siguiente se han alineado cada una en su rinconcillo, celosas de cierto orden cósmico. Me salta a los ojos un montón de maletas que ni sé qué contienen y en media hora se han vaciado e incluso hallado su lugar, continentes y contenidos, en alegre montón. Hasta mis decenas de herramientas y utensilios de variadísimas especialidades han encontrado su espacio como el que lava, apenas un par de baldas por medio. Me rodea la magia, me embarga el asombro, me gratifica el esfuerzo, me aturden los resultados...

Yo mismo, sin ir más lejos, me siento también como una cosa más que ha encontrado inexorablemente su sitio. He encajado.

5 comentarios:

Más claro, agua dijo...

Has reordenado tu mundo. No sé si lo has hecho en seis días y has descansado el séptimo, pero seguro que te has quedado mucho más satisfecho que Aquel... :-)

Anónimo dijo...

¡Ufff! Con relación a la mudanza, no puedo quitarle la razón en absoluto. Yo me cambié de casa hará ya para tres años y aún me despierto por las noches empapado en sudor y gritando "¡No cabe! ¡Os he dicho que no cabe en el coche!". Traumatizao de por vida me temo que me he quedao.

Respecto al orden cósmico que nos hace encajar, no sabría decirle. Tan sólo que si usted ha encontrado el suyo, no se le ocurra soltarlo. No es tan fácil como usted lo cuenta, se lo aseguro.

Abrazos,
Pedro de Paz

Antonio Piera dijo...

Sí que estoy como dios, sí, amigo Eduardo. Pero nada que unas huevas fritas no puedan mejorar ostentóreamente, que diría el animal a caballo.
En ningún momento, querido Pedro, he dicho que haya resultado fácil. Recuerde usted aquello de mi amigo Juan: "a los amigos, no les cuentes tus penas..., que les divierta su p. madre". Pero sí que me asombra, sin alarmarme, ese cierto encaje que se va produciendo, por lo que le prometo no soltarlo de la mano.

Abrazos.

Luna Carmesi dijo...

Las mudanzas (yo he vivido tres)son realmente una prueba psicologica... por lo menos para mi...

Saludos.

Sergio y Patricia dijo...

Me encanta este azul cielo nuevo.

Me alegro muchisimo por ti, por tu felicidad y tu merecida y reciente paz hallada.

Un beso enorme de una amiga que te adora!