sábado, 22 de noviembre de 2008

más de lo mismo

Lo que os quería contar el otro día era el proceso que concluyó con la destrucción de mi disco duro, no tanto para explicar las inopinadamente distantes y tartamudas apariciones de nuevas entradas que últimamente afectan a este blog como porque su origen me parecía y me sigue pareciendo un puñetero paradigma. Me explico.

La cosa viene de un antivirus que tenía instalado a prueba y que hasta el momento se comportaba tal y como de uno de su clase se espera. Se llamaba AVG (escribo en pretérito porque duerme desde ahora para mí el sueño de los in-justos) y la cosa iba tan bien en nuestra relación que hasta le permití actualizarse solito, como si fuera mayor. Craso error. De golpe, en una de esas actualizaciones (y con nocturnidad, que estaba programado a las tantas) le dio por interpretar como infecta a una pobre, inocua e inocente extensión del sistema operativo, concretamente una que dice ser y llamarse user32.dll. Hacendoso como él solo, el ínclito me asegura haber descubierto un troyano nombrado asín y, acto seguido, ausente cualquier información complementaria, me pregunta (qué gran invento lo de los cuadros de diálogo, algunas veces) si deseo mandarlo al limbo (el programa lo llama cúpula o algo así, ya ni me acuerdo) a lo que le respondo que bueno, que vale, que él mismo, que me alegro y que me deje en paz con sus impertinencias, que no me interrumpa a cada paso y que haga su trabajo como es su obligación. O marqué una casilla afirmativa, vete a saber, pero esa era la filosofía.

Olvidado el gesto, seguí en lo mío, que es lo vuestro y nunca mejor dicho porque estaba escribiendo una entrada, hasta que mi chica tocó el silbato de la cena preguntándome aquello de ¿qué te apetece cenar? que yo interpreto siempre como "deja de escribir, maldita sea, y haz algo de provecho o vente a hacerme compañía o las dos cosas...", así que quise dejar la máquina en suspenso y ya ahí, ante su manifiesta desobediencia a tan sencilla como habitual orden, supe que las cosas no iban por do solían y debían. Harto de tanta indisciplina, le quité la vida. Lo apagué y me fui a preparar la cena o a poner la mesa, que una cosa es estar preocupado y otra arriesgarse a estarlo más, con el run-run (otros lo llaman come-come, pero me parecía reiterativo e inutil antes de cenar) revoloteando por mis interiores a manera de alarma sonora y multicolor, que los adentros de mi cerebro parecían una feria. Augurios y malos auspicios que se confirmarían luego, como ya sabéis, con su terca negación a arrancar de cualquier forma o modo.

Pensándolo luego, a toro pasado, creí ver en este sucedido un paradigma de la sociedad en que vivimos y más aún de aquella hacia la que nos dirigimos. El uso de los ordenadores, la progresiva dependencia de ellos ad-infinitum, sospecho que dirigida, manipulada, perseguida y conseguida por quien corresponda, la creciente e imparable espira tecnológica (¡hala!) de nuestras necesidades y costumbres nos está abocando a convertirnos en seres inermes y reduce por consiguiente nuestra sociedad avanzada a una mera suma, sobre todo a efectos estadísticos, de indivíduos multidependientes.

Como un inmenso sarcasmo, bajo la apariencia de lo opuesto, agitando hasta la ceguera las banderolas de la libertad máxima, alguien está consiguiendo que formemos parte de un silente ejército de clones ciegos y aislados. Pertrechados todos de poderosas máquinas (pagándolas encima, ¿eh?, comprándoselas) que ellos mantienen por siempre en sus manos y de las que disponen a su antojo como si constituyeran las células de un viscoso organismo inmenso y obediente, unido entre sí por redes de neuritas, nosotros mismos alimentamos y desarrollamos los axones vinculantes que potencian hasta fuera de cualquier límite el alcance todopoderoso de la máquina única capaz de funcionar a su antojo cada vez que lo precisen sus intereses. El sistema y la red, el qué y el cómo, el what y el how.

¿Cuál será la tercera uvedoble real de la máquina? ¿Why? ¿Para qué?

2 comentarios:

Más claro, agua dijo...

La tercera y cuarta uves dobles serán las de "¡Wow!", incrédula exclamación... Beber para creer...

Anónimo dijo...

Es que, querido Antonio, cuando uno se vuelve permisivo en las relaciones, pasa lo que pasa ¿Quién te manda dejarle que se actualice solo? ¿No viste 2001 una odisea en el espacio?

Aunque creo que dices verdades como puños, todavía podemos oponernos o sublevarnos y reivincar lo antiguo. Tengo un congreso la semana que viene y me he negado a hacer una "presentación" en powert point. Les he dicho que yo no presento nada, que mi discurso es denso y que lo que pretendo es que se me escuche y se reflexione sobre lo que digo y no que se me vea y se reciba una cierta información.

En contra de lo que pretendía, me han dicho que OK, que perfecto (y me han fastidiado, porque lo que deseaba era escaquearme). El caso es que, todavía nos queda París.

Un abrazo