el día del posibilismo
Lo primero que me ha llamado la atención del día de hoy ha sido la enorme cantidad de minusválidos que se ven en los colegios electorales. No es una coña, desde luego, ya que el tema me parece serio, porque una cosa son los datos estadísticos (que desconozco y no me apetece buscar) y otra, muy otra, es el escalofriante porcentaje de muletas, cochecitos eléctricos, sillas de ruedas, bastones y andadores que he podido contabilizar en mi breve visita al colegio que me tocaba. Lo digo porque ellos, los minusválidos, suponen una auténtica realidad al margen de la cual se diseñan las ciudades, circulan los vehículos, deslizan las aceras y duran los semáforos aunque, eso sí, todos pugnan por su voto como si fueran ciudadanos de primera cuando todos, sin exclusión, abordan esa flagrante realidad cual si fueran de tercera. Verles cómo cumplen su derecho ciudadano después de ser así maltratados me ha parecido un ejemplo de civismo ante el que me descubro.
Luego, la eterna vergüenza de una ley d'Hont que los grandes partidos se resisten a modificar por lo mucho que les beneficia, lo mismo que la división de las circunscripciones que permite una representación parlamentaria sustentada con diferencias abismales de votos entre locales y nacionales. Estoy seguro de que el panorama que dibuja el parlamento surgido en estas elecciones no representa, en lo absoluto, el espectro político que diseñan en realidad los votos de los ciudadanos españoles, y eso me parece la base de esa gran mentira sobre la que se sustenta esta democracia que sólo es buena porque es la única de que disponemos.
Al final, la naturaleza de las campañas de las que me lamentaba en anteriores entradas ha resultado la más apropiada para obtener el voto-reflejo que las dos grandes formaciones requerían. Bien por la relación causa-efecto, pero nada más. Los resultados obtenidos hoy en las generales al Congreso nos cuentan al oído, como el susurro vicioso del proxeneta, que vivimos en un país de vagos acomodados, de mayorías preestablecidas, de aceptaciones vergonzantes, el país del más vale malo conocido..., del total, qué más da..., del y qué le vamos a hacer..., la tierra prometida de la mediocridad, de la falta de análisis y de memoria, de las dos españas a cuál más borrica, no sé, en fin, que vivimos en esta tierra doliente a la que adoro y entre estas gentes con capacidades que envidio pero a las que, ahora mismo, sólo se me ocurre pasar la mano por el lomo y afirmar, bajando la cabeza, que en verdad tenemos lo que nos merecemos.
Porque, de verdad, nos ha importado más la puta niña de Rajoy que la plena ignorancia de que está el mundo inmerso en una crisis de sistema que puede producir una brutal explosión que acabe con este remedo de sociedad del bienestar. Al tiempo.
5 comentarios:
Es cierto que la ley electoral es injusta con los pequeños partidos estatales, y que los mayoritarios ni los nacionalistas no tienen el menor interes en cambiar, porque les beneficia; por lo que a la única organizción que claramente le perjudica es a IU, pero eso no es escusa paa la continua pérdida de votos que elección tras elección estamos teniendo.
Y si a ello le añadimos el fuerte impulso que desde todos los medios de comunicación se ha dado al bipartidismo, pues tenemos el cuadro completado.
Salud, República y Socialismo.
A pesar de todo...
joder.. pobre niña... acaba de nacer y ya es puta.... por cierto, en lugar de Victoria que nombre le han puesto....
Madre mía, n puedo estar más de acuerdo contigo...
Y eso de la Ley d?hont debería cambiar de una vez...No puede ser que Rosa Díez necesite 300 mil votos para un escaño y Coalición Canaria 40.000 para dos...
Sólo disfruté del estado del bienestar cuando tuve que tomar la baja maternal...espero ver sus beneficios de viejita..pero,vamos, que lo dudo mucho.
Mucho he leido en blogs, sobre el sabor amargo tras el dia 9...
Esa ley de Hont no se va a cambiar...
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