miércoles, 4 de marzo de 2009

como unas castañuelas

En este privilegiado rincón, soleado y al abrigo de los vientos, estoy que no quepo en mí mismo de gozo. Las buenas noticias se suceden una tras otra sin solución de continuidad, como si quisieran echarle un órdago a mi capacidad orgiástica. Y yo, más feliz que una lombriz, apenas alcanzo a desear que cese o eche algún freno este aluvión de felicidad sobrevenida que me embarga aunque también acojona un tanto.

Con gran alegría os anuncio que la corrupción se está acabando en España. La cosa ha sucedido tras explotar la burbuja inmobiliaria: al hacerlo, una de las más importantes razones que la corrupción generalizada tenía para existir ha perdido de repente todo su sentido. De golpe y porrazo, ya nadie está por la labor de pasar bajo mano cajas de zapatos repletas de billetes de quinientos para hacerse con un negocio que ha dejado de serlo. Los que compraron terrenos recalificados a base de pisos en las Bermudas o trajes sastre de corte impecable andan ahora ocupados en malvender lo malcomprado para recuperar la inversión, porque ni se construye ni les compran lo ya construido. Nadie pregunta ya en los ayuntamientos cómo va lo suyo, olvidados al fin aquellos guiños cómplices del pasado, tan dudosos como inmorales. Nadie coloca de asesor imprescindible a ningún familiar de su constructor de cabecera e incluso me llegan noticias de que a más de uno le van a dar pasaporte. Dejan de estar costas y montes amenazadas por construcciones ilegales con licencias más ilegales todavía y, gracias a ello, se irá recuperando lentamente el medio ambiente en sierras, playas, acantilados y marismas, con la consiguiente regeneración del paisaje, los rebecos, el entorno natural y la pesca de bajura.

Pero esto no es todo. Agobiados por las deudas, los pufos y la falta de liquidez, me cuentan que muchas constructoras se plantean devolver al Estado todos los millones de metros cuadrados adquiridos bajo sospecha, y que ahora les son inútiles, a cambio de alguna contrapartida menor que les facilite el despido de su exceso de mano de obra; terrenos, por cierto, en inmejorable ubicación y en los que sin duda nuestro Gobierno aprovechará para edificar bellas y amplias viviendas sociales al alcance de todos los bolsillos, reactivando así de paso el sector de la construcción, reduciendo el paro y obteniendo que los bancos (a los que precavidamente antes se insufló la liquidez necesaria) faciliten créditos blandos al pueblo para que el personal consiga acceder a una vivienda digna, lo que sin duda repercutirá decisivamente en el bienestar de la población reforzando, además, el fervor popular por nuestra bien amada Constitución que ya lo garantizaba de siempre con gran visión de futuro y nobleza de miras. La crisis nos servirá así para reactivar nuestra economía, reconducir sus objetivos, socializar sus logros, consolidar la democracia, erradicar la corrupción y conservar el medio ambiente.

Por otra parte, al resultar por definición la propia crisis antitética con cualquier género de fastos y festejos dilapidadores, es seguro que los eventos de todo tipo van a ser prohibidos por decreto-ley, obteniéndose con su desaparición, cual imprevista plusvalía, erradicar otro de los nichos de mercado de esta lacra tan extensa como corruptible. Cierto que tendrán que echar el cierre un par de centenares de empresas, pero esta realidad no afecta nuestro certero análisis optimista puesto que por sus marcas registradas no parecen ser de aquí y además sus trabajadores, que ya de por sí eran harto escasos, no incrementarán el paro aunque tengan para ello que concentrar su vida laboral en las otras ocupaciones también retribuidas que tenían medio abandonados en su pluriempleada condición.

Por si esto fuera poco, ahora que los chinos presumen de tener un ejército de dos millones de soldados, me entero de buena tinta de que nuestro Gobierno prepara en secreto un decreto de militarización forzosa de nuestros parados, que sobrepasan los tres millones y medio, para que aprendan. Aunque algunos por edad no seamos ya útiles para esta marcial ocupación y haya que dejar de lado a otros por no falsear los datos del INEM, no me cabe la menor duda de la reactivación del mercado interior que esta sabia medida ha de suponer como sano efecto subsidiario, implicando grandes inversiones en la construcción de cuarteles, naves, puertos, aeropuertos y almacenes y en los sectores industriales del armamento ligero y pesado, la fabricación aeronáutica, la naval, la de explosivos, la energética e incluso las alimentarias, del textil y hasta la del diseño industrial, ya que se va a abrir concurso de creadores para proyectar la ingente cantidad de uniformes requeridos para la ocasión, del que espero descarten a Aghata Ruiz de la Prada, aunque este paquete de medidas pueda repercutir paradójicamente en un somero descenso de la masa soldadesca, probablemente imperceptible, al producirse sin duda con tamaña reactivación nuevas contrataciones a medio plazo. Un ejército de estas dimensiones será sin duda el asombro del mundo y relucirá de nuevo el faro de Occidente, circunstancia que habrá que aprovechar para reconquistar Gibraltar, el Sahara, Perejil y, si se ponen a tiro, Córcega, Cerdeña, Marruecos, Sicilia, Portugal, parte de Francia y los Países Bajos, aunque pudiera generarse más paro en los territorios conquistados y haya que hacer algo con los monos del Peñón.

Si hay creatividad, el vaso del imperio siempre estará medio lleno. Gracias, Bush.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Y además nos follamos a Rusia!

Anónimo dijo...

¡Eso! ¡Eso! Lo que dice Grendel. ¡Me pido a Sharapova! (no sé si será rusa, pero otra ocasión así lo mismo no se presenta...)

Anónimo dijo...

No te asustes María que Aido te defiende. Igual esto último te provoca pánico.

Pues mire usted que después de leer esta entrada lo veo todo más claro y me ha desparecido el pesimismo como por encanto. Gracias, muchas gracias.

Anónimo dijo...

Pues...me has alegrado la vida. Yo veía las cosas desde otro ángulo, pero me has ofrecido el lado bueno y ahora floto en una nube de felicidad y me pasa lo que a ti, que no quepo en mí misma de gozo.
Un besazo

Antonio Piera dijo...

Adrian, a lo mejor a María le da más miedo que la defienda la miniministra del oso siberiano que un revolcón a la vieja usanza con aromas de Smirnoff y Strogonoff, pero ella tiene la última palabra.

Lo más gracioso del sarcasmo suele ser que se apoye en un hallazgo real, a modo de desdibujada tesis. No me negaréis que no tiene gracia imaginar a tantos corruptos desplegando maniobras, cohechos, sobres, regalitos bajomano y tal para encontrarse ahora con que han conseguido terrenos y licencias para edificar y ahora se encuentran sin negocio porque no hay nadie para comprarles los pisos, apartamentos o chaletes. ¡¡Tanto trabajo y pasta pa ná!!
Tampoco podréis negarme que el que ahora gaste un euro de más en festejos será tildado de loco, con lo que los políticos se la pillarán con papel de fumar antes de gastar en un evento.

De lo cual se deduce que la crisis acaba con la corrupción, como se quería demostrar.