martes, 26 de octubre de 2010

jubilation

Busqué en el diccionario de la Academia para ir sobre seguro, convencido de que mi jubilación, cada día más lejana al cumplir el Gobierno de ZP con las prioridades (se puede leer órdenes, imposiciones...) del dios Mercado, estaba emparentada etimológicamente con la jubilation inglesa. Encontré esto: (Del lat. iubilatĭo, -ōnis). 1. f. Acción y efecto de jubilar o jubilarse. 2. f. Pensión que recibe quien se ha jubilado. 3. f. ant. Viva alegría, júbilo. Ahí, en la tercera acepción, estaba el secreto. Donde pone "ant", que quiere decir "antiguamente". O sea, que el sabelotodo de la RAE podría definir jubilación de la siguiente manera: 1. f. Acción y efecto de jubilar o jubilarse con la pensión que recibe quien se ha jubilado, antaño causa de viva alegría y júbilo. Acertaban de pleno y se quedaban tan panchos.

No es que me encuentre yo ahora especialmente preocupado por el dudoso devenir de mis ingresos, que también, ni que siga con inusitado interés los aconteceres de las peregrinas razones que se invocan desde el poder para retrasar la edad de jubilación con el fin de que los viejos lo sean más tarde, coticen más, cobren sus pensiones después y se incremente el paro entre los jóvenes (hay que decirlo todo), que tampoco, sino que todo viene al hilo de una noticia que acabo de conocer aunque no es de ahora mismo, sino de febrero de este año. Cuando me la hizo llegar mi amigo Pepe, que se ocupa de mi conciencia política desde que compartimos celda en Carabanchel, el mismo Pepe a quien llamábamos el tuerto en un alarde de perspicacia e insensibilidad por culpa de un pavé (también llamado adoquín) que le devolvieron en Paris los CRSs (como los antiguos grises, pero más a lo bestia) en mayo del 68, con tan mala fortuna como buena puntería porque se le llevó un ojo sin acuse de recibo, cuando me la envió, decía, no daba crédito. La SGAE confirmaba que sí, que la jubilación de Teddy Bautista ascendía a los 24.500 euros mensuales que se denunciaba con escándalo por los pasillos, "que corresponde al 60% de su actual sueldo más una cuantía mensual fija", como concluía la nota.

Me he puesto a hacer números y casi prefiero no contar aquí mis conclusiones ni los adjetivos que me sugieren la voracidad y los escasos escrúpulos de este personaje que fuera en tiempos colega de cuando la música, que los brazos legales de esa asociación a la que todavía pertenezco son largos y asaz promiscuos. Sus años de gestión en la entidad que tan bien defiende ahora su derecho a una jubilación acorde con el rango directivo de su figura, han convertido a la SGAE en uno de los colectivos más odiados, peor comprendidos, menos valorados, más denunciados y malqueridos de esta España nuestra, aunque, eso sí, haya multiplicado por mil sus ingresos sociales y convertido en supermillonarios a los que deberían ser simples gestores de una empresa sin ánimo de lucro.

La verdad es que le salía cuadrao su papel de Judas en el Jesucristo superstar.

sábado, 23 de octubre de 2010

hartura

Joder, qué harto estoy de casi todo. Harto de clamar en el desierto; aburrido de este país de sangrante opereta; hastiado del Banco Mundial, el club Bilderberg, la Trilateral, los especuladores, los paraísos fiscales y la madre que les parió, que rigen desde el dinero las políticas económicas de los gobiernos; hasta los mismísimos de que los 10 millones de ricos que hay en el mundo ostenten riquezas en propiedad de más de 39 billones de dólares; de que el PSOE esté haciendo el trabajo sucio para que se mantengan los privilegios de los 143.000 supermillonarios españoles a costa de anular las conquistas arrancadas por los trabajadores a las patronales tras décadas de lucha obrera; cansado de que esta aviesa Ley Electoral siga impidiendo que en el Parlamento exista una representación realmente proporcional del espectro político español; repleto de que me pasen por los morros día sí y día también los hipotéticos beneficios de una monarquía innecesaria, obsoleta, cara e ilegal, heredada del franquismo; sobrado de que no se aplique la cacareada Ley de Partidos ni al PP ni a grupúsculos residuales como la Falange por no condenar expresamente los sangrientos crímenes de la dictadura de Franco tras su levantamiento armado contra la República; ahíto de las componendas y sucias maniobras de la injustamente llamada Justicia representada por el Tribunal Supremo y sus intervenciones revanchistas y teledirigidas; atiborrado del trágala informativo de los telediarios de cada día; empachado de nacionalismos trasnochados empezando por el español y pasando por el catalán, el vasco, el gallego y el gentilicio de las Islas Bermudas cuando el mundo apunta claramente hacia la disolución de las fronteras, fatigado de que nada de lo que se diga parezca servir de algo, fastidiado porque el arte, la literatura y la cultura en general no tomen sobre sus hombros la tarea de abrir los ojos de una sociedad que se tambalea; jodido cada vez que escucho proclamar las palabras libertad, justicia o democracia en boca de sus auténticos enemigos; empalagado de tantas escusas y razonamientos interesados y bien pagados que pretenden excusar lo inexcusable y defender lo indefendible hecho polvo ante la ausencia de perspectivas razonables de vida y felicidad de nuestros jóvenes y niños; lleno de tanta indignación como impotencia, de tanto pesimismo como recóndita esperanza; hundido cuando pienso que se podrían quemar todos los libros de mi biblioteca y no pasaría nada; pero, sobre todo, estoy profunda e íntegramente harto de que las palabras no sean arietes, sino solo eso, aire modulado, letras amontonadas, tan solo palabras.

Será que hoy ha amanecido cubierto por aquí.

jueves, 21 de octubre de 2010

se acabó

Siempre me he preguntado por qué los alemanes no se coscaron de la que se les venía encima con el nazismo cuando había tantos indicios públicos de por dónde iban, e iban a ir, los tiros. Más cerca, tampoco entendí nunca por qué la sociedad civil española permaneció inerme ante el progresivo avance de las posiciones ultranacionalistas, ultraconservadoras y amenazantes de la cúpula militar de su ejército, expresadas públicamente en pleno periodo republicano, ni por qué no se tomaron ante esas amenazas las medidas pertinentes que evitaran la asonada. Ahora lo entiendo.

Ver la Historia con perspectiva es privilegio de unos pocos. Ni siquiera a posteriori, estos pocos se ponen de acuerdo para interpretar la fenomenología que generó un hecho cualquiera. ¡Cuánto menos, entonces, podrán ver e interpretar lo que sucede en el tiempo en el que viven! Esta es la razón, supongo, por la que decenas de supuestos "pensadores" deambulan por las tertulias de radio y televisión entre carcajadas y sinsentidos acerca de la inmortalidad del cangrejo mientras a nuestro mundo le cambian la cara. Alguna responsabilidad futura tendrán en nuestras venideras cuitas estos mamporreros del poder que desvían la atención del personal, acaso conscientemente, de las brutales andanadas que está recibiendo en el mundo entero ese que otrora se llamó "Estado del bienestar".

El dios Mercado ha despertado de su letargo tras la crisis de las especulaciones basura, sintetizando de lo acontecido que el capitalismo, sin un liberalismo salvaje como vanguardia política e ideológica, ha demostrado que tiene los pies de barro. En vez de asimilar que el exceso de beneficio incontrolado conduce a la bancarrota al sistema, han interpretado todo lo contrario. A saber, que el exceso de bienestar de los trabajadores (y su coste) es lo que les obliga a generar recursos a través de la especulación, que tiene sus riesgos como a la vista está, cuando acabando con las prerrogativas de esos mismos trabajadores pueden conseguirlo con menos riesgo y mayor estabilidad. El Mercado se ha proclamado el dueño y señor de nuestras vidas. Todos los Estados, simples correas de trasmisión, le rinden pleitesía. Los dirigidos por supuestos socialistas, los primeros, que no hay peor cuña que la de la misma madera y tienen que hacer méritos para convencer a su amo. ¿Haciendo el trabajo sucio? Pues se hace. Lo que haga falta, mientras sean recortes en lo que tanta sangre costó arrancar al capital cuando estaba en horas bajas y se le pueda echar la culpa a la "deuda pública".

Los experimentos del Mercado han abandonado el cono sur y se abalanzan sin rubor sobre la vieja Europa aprovechando el paro que ellos mismos han generado y la falta de respuesta contundente que sospechan de una clase tumbada en la molicie y escondida tras los inmigrantes y de unos sindicatos que viven, muy bien por cierto, como sus supuestos contrarios de la misma CEOE, de las subvenciones y migajas que caen de la mesa de los poderosos. "Vivimos en un sistema económico de una voracidad infinita, que tendrá cada vez menos en cuenta nuestras necesidades y que intentará desmantelar, lo está haciendo ya, las leyes y derechos sociales arrancados por nuestros antecesores: la Sanidad, la Educación, la Seguridad Social, las Pensiones, etc. No se trata de derechos intemporales, sino de conquistas amenazadas. Como lo está nuestra propia especie. Como lo pueden estar los primates de Borneo", afirma clarividente David Antona. Mientras tanto, los media asumen su papel desmovilizador, potencian el más feroz individualismo, distraen a fuerza de telebasura y hacen cantar y reir a quienes deberían estar cuidando la viña que tanto nos costó conseguir.

¿Acaso no vemos lo que sucede delante de nuestras narices?

lunes, 18 de octubre de 2010

la guitarra guerrillera

Rebuscaba en el cajón de las fotos, desordenado como me gusta que esté, cuando cayó en mis manos la que acompaña estas líneas. Al verla se me encogieron las tripas y me acogotó cierta inconcreta sensación de nido vacío, en este caso de escenario despoblado. Han pasado veintiún años desde que tomé esta mala instantánea con una cámara barata que me acompañaba siempre pero que casi nunca utilizaba porque no soy de los de aplazar el disfrute de la realidad para detener el tiempo, no tanto porque no quiera sino porque no me sale. Siempre he prefierido sentir y vivir el momento a reflejarlo, por eso en la actualidad contemplo con extrañeza y algo de desconcierto la ingente multitud de fotógrafos aficionados que, a la menor excusa, desenfundan cámaras e inmortalizan instantes cuando deberían disfrutarlos primero, fruto sin duda de la eclosión digital y eso, aunque también de cierta insensibilidad, sospecho y me temo, ante la emoción del directo.

Era en el pequeño pueblo de Anchuras, un 22 de julio de 1989 (gracias al marcador electrónico de la cámara, que si no, estos alardes de precisión...). Al escenario de combate se subieron el abuelo Labordeta, el Aute, Luis Mendo, el amigo Hilario, Luis Pastor y un niño con un pito que no sé de dónde salió. Creo recordar que estaba también Javier Krahe, pero andaría ligando como siempre (tengo las pruebas), o no sale en el encuadre. Juntos cantaron y cantamos contra el polígono de tiro que pretendía instalar el Ejército del Aire en aquél espacio natural de extraordinaria belleza por sus dehesas y bosques de abedules y tejos, arces y madroños, abundante de ciervos, linces, águilas imperiales o especies del buitre negro, entre otras muchas especies de fauna autóctona. Tras tener que envainarse el Gobierno su intención de instalar el campo de tiro en Cabañeros, ante la resistencia vecinal, pretendían hacerlo en términos de aquel diminuto y estrecho poblacho de nombre paradójico, por lo que tenía cierto mayor mérito reiniciar una lucha de incierto devenir y eso tras el agotamiento del anterior enfrentamiento. Pero allí estábamos.

Viajamos desde Madrid en caravana de varios coches, para no perdernos, que los montes de Toledo tienen mucho vericueto. Iban los artistas e íbamos un buen grupo de amigos y conocidos, en alegre romería. Creo recordar que llevábamos hasta la comida, como si fuera una excursión, puesto que el pueblo, de tan solo 270 habitantes, no tenía bar. Espero no equivocarme en eso, que es flaca mi memoria y razonable el orgullo del industrial que pudiera sentirse herido o ninguneado por tal aserto, pero lo cierto es que comimos entremezclados con las gentes de allí tirados por los campitos circundantes, desperdigados según las apetencias que cada uno sintiera de compañía o de menú. Lo recuerdo como un día hermoso con final feliz y regreso fatigoso, pero satisfechos de haber cumplido un nuevo rito de la guitarra luchadora y guerrillera a la que tan a menudo nos seguíamos apuntando casi todos.

Repaso con nostalgia y cierto velo en los ojos la foto en cuestión, ahora que Labordeta y Camacho han abandonado nuestra compañía, y mentalmente los tacho y borro de la imagen sintiendo que es mucho peor que su definitiva ausencia la sensación de tristeza del que se queda. Un poco más pobre y bastante más solo.

miércoles, 13 de octubre de 2010

el último minero

No sé de qué pasta estará hecho el hombre que se quede solo cuando arranque el ascensor que se lleve al penúltimo atrapado en la mina chilena hacia el aire libre. Ni un sonido a su alrededor, ni una voz que rompa el oxímoron* por excelencia, ese atronador silencio que sólo puede sentirse a setecientos metros bajo tierra. Nadie con quien comentar nada mientras contemplas cómo el culo de la cápsula desaparece por el orificio umbilical llevándose en sus angustiosas estrecheces al único con el que pudiste intercambiar apenas un par de frases nerviosas ante la inminencia de la separación anunciada, el último de los mineros. "Se va a ir y me voy a quedar solo". Pues ya ha llegado ese momento. Un vistazo alrededor, comprobando si en el reducto queda algo que llevarse, aunque arriba hay de todo y abajo, como siempre, apenas nada sobra. Algo en que ocuparse durante esos terribles minutos abismales hasta que sea el momento de cabalgar la cápsula Fénix y dejar atrás, metro a metro, el más horrible de los encierros, la más profunda de las cárceles, la más agobiante de las mazmorras. El eco reverberante de cada uno de tus pasos como única compañía, el rumor que llegue del tubo que tiene que ser también tu libertad, acaso el chisporroteo de un aparato de intercom que arriba nadie utiliza ante la premura y la exaltación del feliz y contagioso presente de alegres castañuelas.

El último hombre conoce bien lo que pasa arriba. Está al tanto del circo de vanidades en que se ha convertido desde Agosto el campamento de la Esperanza. Los chubasqueros rojos del presidente Piñera y sus secuaces están tuneados para identificarles como miembros del Gobierno, de ese mismo gobierno que permitió y permite, aunque afirma que no va a volver a permitir, la rijosa y cruel explotación de los mineros por desalmados como los dueños del mina San José, Alejandro Bohn y Marcelo Kemeny, que ni han aparecido por su explotación tras declararse en quiebra para no pagar por el rescate. El que se va a quedar solo sabe la que les espera a sus predecesores arriba, la que han montado los medios para lucrarse a costa de su pánico y del dolor y la incertidumbre de sus familias o las maniobras de los mismos religiosos que nunca denunciaron sus infames condiciones de su trabajo pero que les proveen de chalecos repletos de mensajes divinos apuntándose a la euforia del rescate.

El hombre más solitario del mundo, el último en salir, se llama Manuel González y fue el primero en bajar, voluntariamente, a esos fatídicos setecientos metros de profundidad en una cápsula que le dijeron que era segura. Ya conoce el trayecto. En sus propias carnes, como conejillo de indias. Y ahí seguirá, hasta el final. Hasta que no quede nadie.

Imagino que, antes de volver al suelo, apagará la luz. Manuel González debe ser uno de esos tipos.

PD.- El hombre que está sentado en el centro de la foto es Manuel González.

* oxímoron.(Del gr. ὀξύμωρον). 1. m. Ret. Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido.

lunes, 11 de octubre de 2010

el Danubio rojo

En la mañanita del próximo 1 de enero, cuando la tele oficial emita el concierto de Año Nuevo de la filarmónica de Viena que se viene celebrando desde 1941, espero que el director de turno varíe la programación del final clásico y no tenga los santos cohones de acometer el vals de El Danubio Azul de Johann Strauss (hijo), habitual predecesor de la divertida Marcha Radetzky, ni que el elegante público presente agite las joyas y bata palmas de alegría al ritmo de ésta última. No habrá nada que celebrar, sospecho, porque el Danubio ha dejado de ser azul desde que en la cercana Hungría reventó una de las innumerables balsas de muerte ácida que la inconsciencia y la avaricia y la dejadez de los gobernantes asumen como detritus imprescindibles y aceptables de una supuesta producción de riqueza en forma de mina de aluminio.

Uno de los principales mitos de las democracias occidentales, que en España toma dimensiones de rijoso despropósito aunque a lo que se ve en Hungría también las pintan calvas, es la idea general de que todo está bajo control, sobre todo en cuanto afecta al cuidado de la naturaleza y la sanidad en la producción de los alimentos. Parece asentada la especie de que papá el Estado dispone, al parecer, de mecanismos maravillosos mediante los que se controlan con rigor las emisiones, los vertidos, las inyecciones de agua, las aguas fecales y la limpieza del mar, de modo que gracias a ello vivimos en el mejor de los mundos posibles. Cualquiera imagina legiones de decenas de miles de pequeños funcionarios precisos y motivados que controlan a los taimados productores de recursos y alimentos, que a cambio de la licencia para hacerse ricos (asumida porque democracia es capitalismo y el capitalismo es el beneficio y no se puede llevar sobre los hombros la pesada carga de dar trabajo a los mortales sin una consistente contrapartida millonaria) les permiten controlar su producción y se pliegan con premura y orgullo a cuanto la legislación vigente tiene de salvaguardia de prístinos procedimientos productivos y garantía por lo tanto de la calidad inherente de sus resultados y de un riguroso respeto por la naturaleza de la que se sirven en el camino para conseguirlos.

Me gustaría saber quién ha sido el creador de esta falacia. Quiénes los reyes del marketing que se han inventado y los que mantienen vigente esta gran mentira, tan desmesurada como peligrosa, para hacerles un monumento en mi retrete. Con pinzas de proporciones tan enormes como su maldad les sumergiría en las balsas del Cerro Colorado, les daría de comer chacinas varias del supuesto cerdo ibérico que no ha visto nunca Andalucía ni Extremadura y les bañaría luego en la mancha de fuel de las costas de Tarragona o en el mismo Danubio rojo que daba el título a esta entrada, lastrados sus pies con el peso de las convicciones, creencias y opiniones de las que se han burlado sin pagar por ello.

Sé quienes son. Se sientan en el Parlamento, escriben en los periódicos de su propiedad, debaten imposturas en la radio, escriben, pintan y hacen música, dirigen organizaciones o empresas y no paran de hablar. Les llaman los creadores de opinión y no se merecen pisar la Tierra que están quebrando mientras miramos hacia otro lado.

jueves, 7 de octubre de 2010

de Nobela

Crepitan los teletipos (al menos es lo que estarían haciendo ahora mismo si estuviéramos en los ochenta, que ahora me temo que han pasado a la reserva como trasmisores de las urgencias); bueno, imaginemos que crepitan los teletipos evacuando que a Mario Vargas Llosa le acaban de dar el Nobel, con su menudencia añadida del milloncejo de euros libres de impuestos. Oye, pues me alegro. Es un tipo que me caía bien hasta que se fue ganando a pulso caerme mal con su cada vez mayor acercamiento al neoliberalismo hasta convertirse en la envidia de Milton Friedman en la hipótesis de que el fundador del neoliberalismo siguiera vivo (aunque seguro que hasta su fallecimiento en 2006 le corroía la citada envidia, eso fijo). No me gustó su campaña por la presidencia de Perú en 1990 (que le arrebató el gran Fujimori a los puntos), ni que se nacionalizara español tras esa derrota, ni sus voces tan airadas contra las dictaduras latinas pero que olvidan a casi todos los dictadores mientras sean de derechas, no me gustan sus vericuetos argumentarios ni sus volteretas dialécticas para demostrar irrefutablemente que salen cinco cuando sumas dos y dos, vamos, que Mario Vargas Llosa, como ser humano, no me cae nada bien. Como escritor, pues no es lo mismo, porque escribe el cabronazo como los ángeles, aunque impregnado, estigmatizado por la mano que mece la pluma, que es lo que anda detrás de cualquier escribiente.

A Mario le enamoraba Jean Paul Sartre cuando era joven (cuando era joven él, no Sartre, que siempre fue un viejales cascarrabias), de quien se declaró en multitud de ocasiones devoto y fervoroso seguidor, porque creía en el compromiso -en libertad plena y sin más ataduras que las de su conciencia– del escritor con el mundo en el que vive. Por eso, don Mario critica habitualmente el rol del intelectual en nuestros días: "En la civilización del espectáculo, el cómico es el rey. En nuestros días, el intelectual se ha esfumado de los debates públicos, por lo menos de los que importan. En la civilización del espectáculo, solo interesa si sigue el juego de la moda y se vuelve un bufón" (extraído de una conferencia suya archialabada que hablaba de la "civilización del espectáculo" tan en boga). El viejo Sartre, en 1964, les envió a los suecos un cuidadoso corte de mangas cuando renunció al Premio Nobel de Literatura para "no ir a hacer el mono a Estocolmo", según describió gráficamente su costilla Simone de Beauvoir. Y se quedó tan campante.

No creo que Vargas haga lo mismo, ni lo espero. Ni siquiera que imite lo de Bernard Show en 1926, quien tuvo que aceptarlo tras su primitiva renuncia y lo entregó luego íntegramente a una fundación, al estilo Obama. Es más, conmovido y emocionado, según sus propias palabras, le ha faltado tiempo para anunciar que acudirá a recogerlo al mismo Estocolmo donde su admirado de entonces no quiso bailar al son que le tocaban los dinamiteros. Claro que siempre le quedará el recurso de incrementar con esa pasta el fondo necesario para la puesta en marcha del Museo de la Memoria que ha aceptado dirigir recibiendo el encargo de manos del actual presidente peruano Alan García, el mismo al que en muchas oportunidades calificó de populista e irresponsable, sobre quien a menudo (entonces) deslizaba en sus discursos la hipótesis de que se habría enriquecido ilícitamente en su primer gobierno, y ahora sin embargo su amigo.

Y me voy a callar, no sea que el uno o el otro me larguen un puñetazo (al estilo Gabo), que son ambos, el presidente y el que fuera aspirante, bien machotes.

PD.- El grillo, en sus trece. Al menos no se ha convertido en un pingüino.

miércoles, 6 de octubre de 2010

al corriente

Como sé que mis noticias acerca del acontecer cotidiano por estos lares os preocupan e inquietan, solo deciros que lo del grillo sigue fatal, empeorando por momentos sobre todo desde que he caído en la cuenta de que me las tengo que ver con un animal desquiciado y potente. Desquiciado porque, al estar en el hueco del ascensor, ha perdido el norte y canta todo el rato, en vez de por las noches como sería natural. En su cubículo es siempre de noche, así que se pasa todo el santo día (y la noche, por supuesto) desnortado cantando sierra que te serrarás que un día nos lo vamos a encontrar en dos pedazos. Como una cosa llama a la otra, que está escrito, estaba yo el otro día leyendo y disfrutando de la excelente prosa y mejor ironía de Felipe Benítez Reyes a través de su premio Nadal 2007 "Mercado de espejismos", que de paso os recomiendo vivamente, cuando caí sobre el párrafo que os copio sin su permiso: "Para colmo, se me coló en casa un grillo que se pasaba la noche cantando, y cada noche me irritaba más su concierto. Supongo que resultaría favorable para mi reputación decir ahora que el canto del grillo me daba compañía en tiempos difíciles, pero sería falso: logré localizarlo y lo maté. De un pisotón, como se matan tantas cosas invisibles...".

Se ve que este hombre es de aquí, de Rota, y sabe bien de qué va eso. Aunque, ya puestos, me gustaría saber cómo se las apañaba en el caso que me obsesiona porque no encuentro manera de darle un pisotón de esos al estar anidado el insecto en el techado de la cabina, y por el otro lado que si al menos hubiera estado del visible acaso hubiera acabado con él de un certero cabezazo, siempre y cuando las piernas me dieran para levantar mi mole en suspensión, pero ni por esas (aunque, ahora que lo pienso, si estuviera del lado visible de la cabina tampoco cantaría durante el día y a lo mejor ni durante la noche, con la tira de neones que lleva, que no es rumboso ni nada el fabricante de los ascensores con el consumo ajeno). Y ahí sigue, potente como decía, porque no para el tío, y desquiciado porque en su habitat no funciona la alternancia que debemos el común de los mortales, bichos incluidos, a la rotación de la Tierra. Tal vez me esté obsesionando y sobredimensiono (¿existirá este verbo?) las caracterísiticas de esta langosta negra y capitidisminuída, pero hirientemente parlanchina. Todo es posible en Rota, ya se sabe. ¿O era en Granada? Es tanta la confianza que voy teniendo con él que hasta había pensado en ponerle nombre, algo sencillo, vulgarcito, apañao, familiar. Tal vez Pepe, ¿no os parece?

Bulería bien, gacias, mejorando su encarnadura gracias a los excelentes cuidados del Chaqueta y su compañero, que han hecho las delicias del veterinario, sorprendido ante la estupenda evolución de la herida. Cuando le doy una zanahoria tengo que retirar a toda prisa la mano no vaya a ser que se crea que forma parte del lote, así que con hambre es que va bien la cosa. Lo único es que se le mete aire por la herida y está el bicho gordo de gas que parece un globo, aunque me han dicho que eso se le quita en cuanto cierre. Yo, por si acaso, he conminado a sus cuidadores para que la aten con una cuerda, no vaya a ser que se vuele, que es lo que me faltaba.

martes, 5 de octubre de 2010

me largo p'a Gliese

En cuanto termine la nave que me estoy construyendo en un "campito" que me he agenciado de prestao, este que lo es se va para Gliese 581 a colonizarlo. Veinte años luz no son nada para mi cohete, que se traslada por el espacio estelar mediante energía mental. Allí me espera un planeta virgen que es el triple de la Tierra que dejaré atrás. Como cabemos pocos (en la nave, no en el planeta), me llevaré a mi chica, un par de buenos amigos y tres o cuatro hermosas e inteligentes muchachas en edad de procrear, que habrá mucho tajo para fundar allí una colonia. Así que, desde ahora, he abierto un riguroso turno de candidaturas para que se inscriban quienes deseen acompañarme en tan desesperada como deslumbrante aventura. Como no todo va a ser follar, que canta mi admirado Javier Krahe con tanta visión de futuro, me llevaré en vez de condones una buena caja de libros, aperos y semillas, herramientas y pasta de dientes. ¡Ah!, y algún insecticida por si hay grillos.

No vendrán ni el juez Arce porque no puede impartir Justicia un vago que hace bandera de la ley del embudo, ni los altos cargos de la CEOE como José de la Cavada por mandria y Díaz Ferrán porque allí no queremos empresarios inmorales campeones del trapicheo, ni Zapatero por embustero, ni Rajoy por tramposo insolidario, ni Camps aunque venga en pelotas, ni Leguina por botarate, ni Curri Valenzuela por rijosa y tendenciosa, ni Aznar por todo lo que es, ha sido y puede ser, ni Espe, ni Juan Carlos el Borbón por inútil, ni Sarkozy con su cuadro de baile sin palmeros..., ni ninguno de cuantos han ido reduciendo a cenizas del pasado la libertad, la justicia, la igualdad, la honestidad, la solidaridad, la fraternidad y la honradez hasta convertir esta Tierra nuestra en un lugar inhabitable para los seres humanos.

Dicen que en Gliese (en casa le quitamos familiarmente el numero porque parece la matrícula o el precio, que es peor) puede haber agua para beber y bañarse y seguro que en este paraíso las calabazas son como mesas camilla y los tomates como la cabeza de Maradona. Por nuestro bien espero que encontremos animales de apoyo para la labranza porque Bulería no nos cabe ni aunque se haya curado. Lo primero que haremos en cuanto nos hayamos asentado un poco, después de follar, por supuesto, será cambiarle el nombre al planeta porque el diptongo "ie" (¿de qué me suena, mierda?) debe ser sin duda de difícil pronunciación para nuestros vecinos de allí y habrá que mantener con ellos las mejores relaciones. Estoy barajando nombres, pero, de partida, se va imponiendo Terramar.

¿Os apuntáis?

PD.- Estaría bien si se viniera Krahe. Juntos formaríamos un "consejo de ancianos" muy golfo.

domingo, 3 de octubre de 2010

despiste

Ando estos días como con el alma en un puño, desnortao. No sé por qué, aunque por experiencia intuyo que mi ser intuye a su vez un inmediato periodo vital en el que habrán de fructificar cambios, novedades o mutaciones varias. Suelen tener esa manera mis tripas de avisarme de las peripecias que se avecinan, es su modo de alertarme este fugaz toque de atención para que esté preparado, esta especie de nerviosismo descontrolado y sin causa alguna evidente. Lo que pasa es que, como además no se concreta, la espera me hace pasar unos días más despistado que el grillo de mi ascensor. ¡Ah!, ¿no os lo había contado? En mi ascensor hay un grillo. No en el hueco, negro como mis pulmones, en el que su mimetismo sería perfecto, sino subido sobre la tapa de la cabina. Lo sé, aunque no lo he visto porque, cuando viajo en ella parriba y pabajo el pertinaz soniquete de su canción desesperada ni se acerca ni se aleja. Permanece. Viaja conmigo. Me persigue. Me horada los tímpanos. ¿Qué hace un grillo viajando en un ascensor? ¿Qué busca, qué persigue, qué interés se le viene, Jesús mío?, que decía aquella del brazo incorrupto, creo. ¿Acaso cree que en ese lugar tan absurdo encontrará alguna grilla que atienda su mal de amores? ¿Entonará hasta el final de su aliento su monocorde perorata que me tiene de los nervios, caso de que este subgénero de ortóptero omnívoro aliente? ¿Qué come el jodido bicho? ¿No estará royendo con sus serradas patitas el cabestrante del que pendo, entre cantata y cantata? ¿No afilará sus poderosas mandíbulas con el cobre del cable de la corriente hasta el apagón final? ¿No es un tanto ridículo que la vida de uno cuelgue de un hilo por el que trepa un grillo que lleva un despiste que te cagas?

Como yo, vamos. Cuando me aquejan estas ansiedades (lo que se suele dar de Pascuas a Ramos, felizmente porque no habría cuerpo que lo resistiera si abundara), mi solución es esperar lo que pase mientras me aferro a lo más concreto, a los valores más seguros. No sé si es la mejor, pero a mí me funciona o me ayuda, cuando menos, a hacer más liviana esta tortura. Esta vez, por ejemplo, me estoy apoyando en Alberti, Carlos Cano y Julio Anguita. Para daros una pista fiable de la serenidad que me aportan tan insignes compañías, dos de ellas por desgracia en el otro barrio, os voy a poner un par de vídeos. En uno, Cano canta por Alberti a la tierra que me acoje y a la Base que me amenaza. No lo conocía y me ha parecido un hallazgo. En el otro, la lucidez e integridad de uno de los más espléndidos políticos que tiene este país permite arrojar la luz de la coherencia sobre la crisis que nos afecta. Espero que ambos os aporten la misma serenidad que a mí.



viernes, 1 de octubre de 2010

la yegua herida

A Bulería le salió rana su sueño de jefa de la manada. Acostumbrada a hacer en el grupo su santa voluntad, a comer y beber la primera a base de pescozones de matriarca sulfurada a la que se debe pleitesía por edad y experiencia, se le rebelaron las súbditas y, presa del pánico que agrava la incomprensión galopó hasta darse con la pechera en una valla metálica y se la hundió hasta el esternón (caso de que lo tengan estas bestias, que nunca se sabe o yo, al menos, lo ignoro), pero bien profundo, eso seguro. Una herida muy fea, la piel hecha girones y una gruesa puñalada hasta las cachas.

La vi cuando la estaban haciendo la segunda de las muchas curas que la esperan antes de recuperar su trote alegre y tan chulo como su nombre. Va para un par de meses, si se da bien la encarnadura, me comentó el veterinario mientras revisaba los drenajes y cuantificaba el alcance de la infección y el traumatismo. Apenas sujeta por el bocado, la yegua se dejaba meter mano con guante en la herida abierta y permitía los trasteos del galeno por sus interiores dañados con una humildad no exenta de orgullo, levemente alterada aunque serena. Había en su mirada de ojos interminables aceptación hacia la implacable lógica de las cosas, del género "el que la hace, la paga y no hay más que hablar". Sin queja alguna, aguantaba estoicamente el inevitable trapicheo en sus pechos, la profanación de sus interiores a través de la ventana abierta en su pellejo, descarnada y tumefacta en los bordes, felizmente rosada en sus carnes ofrecidas e impúdicas como un filete grueso poco hecho.

No sé por qué me recordó esa yegua herida a mi España, a mi gente. Quizás porque ante una huelga general de obligado cumplimiento por orgullo, aunque ineficaz de partida, que luego ya veremos, también se ha sentido anteayer así como ella, abierta, descarnada, trasteada por unos y por otros, traicionada en su integridad, desconcertada, acosada por una realidad fea y sangrante, herida y, además (que no es decir poco), burlada. Me han parecido similares la frustración y el coraje de ellos y de ella, los ellos que pastaban en un mundo feliz mientras otros especulaban su ocaso, ella también al solecito mañanero hasta que, de pronto, ¡zas!, todo se tuerce y el paro galopante te abre en canal y las sombras se apoderan de tu futuro y la vida te expone las tripas en público y sin vergüenza.

Envidia de Bulería, ella que tiene veterinario.