martes, 20 de agosto de 2013
sábado, 17 de agosto de 2013
segundo MICRORELATO, con proceso y coda
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Antonio Piera
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viernes, 16 de agosto de 2013
una lágrima fría
A veces, cuando estoy reposando en vanos intentos de no hacer
nada, me refugio en mí mismo (ignoro si se puede decir me enminismo y no tengo ganas
de investigarlo) y me quedo como in albis, abobao, no me avergüenza reconocerlo.
Suele ser justo entonces. Me puede ocurrir viajando, en el sillón de
preferencia que he instalado en casa y que se pone horizontal a mis deseos o en
cualquier lugar o momento. Simplemente, sucede.
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Antonio Piera
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5:14
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viernes, 9 de agosto de 2013
de Chuchi y Joaquín
Con tanta gente conocida que se mueve por aquí, fundamentalmente
en verano, se han desarrollado en Rota algunos interesantes resortes
lingüísticos. Es muy frecuente escuchar que te comenten, como de soslayo, que “por aquí suele venir el Chuchi, ayer mismo estuve con él”, lo
que viene a querer significar que alguien vió al Gran Wyoming acodado en la barra con unos amiguetes (probablemente hasta mencionen para precisar
a su colaborador local, Maikol) y
se colocó a su lado.
Todavía conservo recuerdo -si no amargo, al menos contradictorio-, de cuando el doctor Monzón peleaba en las cuevas madrileñas reverendos con Lola Canales, en aquellos lejanos entonces de los ochenta, a la sazón mi esposa, precedente histórico de la copla españoleá de Martirio y cuya competencia le traía a tan mal traer al luego famosísimo Wyoming “con la mano entre las piernas, cuando voy montando en bici…”.
Me incitan a trasladarme mentalmente desde Rota a las profundidades de aquella Mandrágora preñada y luchadora, en noches de Cava eternas a lo largo de las que nunca dejé de preguntarme qué narices pintaba por allí Albertito Pérez entre tanto genio suelto como Sabina y un parvenu medio canadiense llamado Javier Krahe de quien ya cantábamos las Madres del Cordero, antes de conocerle, lo de la monjita en el hospicio.
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Antonio Piera
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viernes, 2 de agosto de 2013
¡ búsquese una ambulancia !
Cuando me lo contaron (¿o
este escrito se supone que era autobiográfico, vaya usted a saber?) no me lo podía creer. Inaudito. Un amigo,
también postrado en el lecho del dolor por circunstancias similares a las que
me aquejan, me llamaba anteanoche indignado. “Que te lo juro, Antonio, que me
dijo exactamente esas palabras”. Aclaremos ahora y de una vez por todas el valor exclusivamente metafórico de la frasecita previa (postrado en...), para evitar alarmas y suspicacias, que a la medicina moderna se le da realmente bien inventar medicamentos que refuerzan el ala paliativa de cada tratamiento, antes de proseguir con el relato que hoy ocupa nuestros quehaceres...
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Antonio Piera
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