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domingo, 24 de junio de 2007

maldito domingo

Y eso que ha habido de todo, pero el atentado de Líbano, que ya se ha cobrado media docena de jóvenes vidas de soldados del ejército español bajo bandera de Naciones Unidas, al parecer obra de alguna facción radical islamista, lo ha teñido del color de la sangre gratuita, que es más roja que cualquier otra. ¡Qué mala cruz al hombro del mundo la de los fanáticos, enarbolen cualquier bandera, todas de intransigencia! Conste que en esta afirmación se incluyen también gobiernos, faltaría más, con la moderna Israel y los gendarmes del mundo a la cabeza.
Aquí, en España, me está preocupando mucho el devenir de la guerra declarada por la Conferencia Episcopal contra una norma educativa surgida de un gobierno democrático, en vigor en 15 países europeos. Tal parece que los obispos más reaccionarios, respaldados desde Roma por el errático Ratzinger y desde la cúpula por su abanderado Rouco, estén deseando verle de nuevo la cara al radical anticlericalismo que adornara nuestro país cuando aún era agreste y malencarado, como debe ser.
Tal vez sea llegado el momento de preguntarse en manos de quienes deposita el Estado cientos de millones de euros nuestros para subvencionar una enseñanza profundamente sesgada, cuando no antidemocrática.
Para quien no se lo crea, dos perlas cultivadas. Una, lo que argumentaban los propios obispos en 2004 para defender la enseñanza de la Religión (de la suya, por supuesto): "(...) corresponde al legislador determinar cuáles son las materias o asignaturas que se deben impartir en la enseñanza escolar y no debe dejarse al capricho o interés particular de los alumnos recibir o no una determinada asignatura..." ¿Entonces sí y ahora no? Dictaminemos, pues, los obispos sobre moral, que en eso somos expertos.
La otra proviene de la FERE, patronal de los colegios concertados católicos, en boca de su secretario general, Manuel de Castro: "Nadie nos puede pedir que no la demos. Sería rebelión cívica. (...) Vamos a darla por imperativo legal. Lo que se hará es adaptarla, por coherencia con el carácter propio de los centros de iniciativa católica". Espero que se controlen estrictamente los materiales de la citada adaptación, y que no se les permita, bajo ningún concepto, reescribir la asignatura en uso de su proverbial doble moral.

viernes, 15 de junio de 2007

con la Iglesia topas, Amnistía

Era ya lo que nos faltaba para comprender la doctrina de Ratzinger el errático. Que la emprenda con Amnistía Internacional. Delito: apoyar el acceso a los servicios legales y seguros para el aborto a todas aquellas mujeres cuyo embarazo se deba a una violencia sexual o a incesto, o en caso de que conlleve un riesgo para su vida o su salud. Condena: suspensión de cualquier financiación a Amnistía Internacional por parte de organizaciones católicas y también de los católicos a nivel individual. Ponente: el cardenal y presidente del Pontificio Consejo para la Justicia y la Paz del Vaticano, Renato Martino.
Sí, se trata de la misma iglesia que ha convivido, bendiciéndolas en muchos casos, con las más sangrientas dictaduras, la misma que sigue manteniendo relaciones con decenas de países en los que el aborto está permitido legalmente, pero de cuyos estados extrae pingües beneficios (lo de pingües me encanta) o en los que existe la pena de muerte. La medida, que va mucho más allá de una crítica todo lo dura que fuera, me parece de todo punto condenable, por el baboso rastro de hipocresía que destila, por la ingerencia en el honesto trabajo de una organización intachable a la que intenta torpedear bajo la línea de flotación y porque anuncia unas maneras dignas de la bien desaparecida Inquisición.
Porque, si tan seguros están de esta medida los prelados y el mismo Papa, ¿por qué no presionan a los católicos para que no paguen impuestos en los países en los que se permite legalmente el aborto? ¿Por qué siguen manteniendo relaciones diplomáticas y recibiendo millonadas de las manos de estos países sin que se les caiga la cara de vergüenza? ¿Qué razón existe para que no excomulguen a los fabricantes, vendedores y consumidores de preservativos?

Lo cierto es que esta medida no parece más que el síntoma de la evidente deriva en la que se encuentran el prestigio y la credibilidad de la institución, que no en vano se inclinó en su última fumata por el sector más retrógrado de los posibles.

Así les va, cada vez más apartados de la realidad del mundo, y bajando. Felizmente.