domingo, 2 de marzo de 2008

elegir

Leí una vez, y creo recordar que lo escribió un conocido autor de comics con un cinismo que comparto, que la prueba más irrefutable de que existe vida extraterrestre inteligente es, precisamente, que no se hayan puesto nunca en contacto con nosotros. Añadiré, por mi parte, que si llegan a caer sobre una España preelectoral entendería que no volvieran jamás a acercarse, siquiera, a un año luz o dos.

Señoras, señores, lectoras, lectores, estoy de esta mascarada hasta muy por encima de la boina que no llevo. Cuando escucho las campañas, las entrevistas, los debates y los slogans que nos bombardean desde hace semanas me miro al espejo. Repaso mis muchas y bien merecidas arrugas, reparo en las canas que pueblan mi menguada barba, que cercan y asaltan ya el otrora rubiajo bigote con ánimo de conquista, concentro mi mirada en el fondo de mis ojos y busco en ellos, con toda la atención de que dispongo cuando me pongo a ello, algún signo, siquiera leve, de estupidez, sea ella congénita o adquirida con largos años de practica. Os juro que la busco desde la certeza de que me resulta imposible pensar que todos los políticos de este país estén equivocados respecto a mi persona. Eso no me cabe en la cabeza.

Rebusco con honestidad, no exenta de curiosidad y una pizca de morbo. Busco respuestas. ¿Qué han visto en mí que me ha pasado desapercibido? ¿En qué se fijan cuando deciden dirigirse a mi persona como si yo fuera un corto mental? ¿Cuál ha sido mi fallo, cuándo he pasado de ser una persona a convertirme, sin darme cuenta, en un comprador de baratijas?

Os ruego que no veáis en mis palabras siquiera un somero deje de desilusión. No estoy en ese nivel, ni he bajado las manos. Me preocupa la sociedad en la que vivo, y aspiro a cambiar cuanto me disgusta de ella en la medida de mis fuerzas. Sigo en activo. Lo que pasa es que sospecho que ellos no y esa sospecha lleva camino de convertirse en una terrible certeza. Me siento como si estuviera en unos grandes almacenes con cuarenta euros en el bolsillo, entre un tendero que me grita las bondades del género que me promete, y que seguirá berreando hasta que se lo compre y otro que me exige que recuerde lo buenos que han salido los pantalones que me vendió en su día, por no hablar de un bajito que dice a todo que no desde las sombras. Todos me tratan como si fuera lelo, me repiten frases cortas paridas por mentes cortas para gentes cortas, al punto que deberé votar con la cabeza, con mi malherido corazón, con todas mis fuerzas o porque semos más, muchos, la tira, osea...

Estoy harto de todo lo que no escucho. Me sobra lo que oigo pero aún más me sobra lo que me falta. Menos mal que soy una puta minoría, que si no iban de culo. Minúscula minoría que querría escuchar propuestas ideológicas, sentir con claridad que la gestión está y permanecerá al servicio de la idea, que la idea es lo que de verdad importa en el camino hacia una sociedad española más justa. La democracia burguesa, ésta que nos rodea es, sin duda, la mejor de las posibles y la preferida del mundo del dinero. Con ella, el capitalismo se siente cómodo y a gusto, porque le entrega el poder absoluto, desmoviliza a la gente y le regala en el mismo paquete voceros que hacen bien el trabajo para el que están contratados. Vale. Es lo que hay. Más vale.

Iré a votar, votaré a lo que se llama izquierda, pero lo haré desde mis premisas, que son las aquí expuestas, y aguantando las ganas de vomitar ante tanta mixtificación y tanto engaño.

También os pido que vayáis vosotros. Pero con la cabeza en su sitio y con la dignidad del que sólo se cree lo que quiere creerse. Como en el final de Bienvenido, mister Marshall. La cabeza alta, la conciencia tranquila y la mente clara.

Nota: Gracias a los amigos que me han enviado esas dos maravillas que ilustran esta cruda entrada.

8 comentarios:

Más claro, agua dijo...

Siguiendo la campaña electoral uno llega a la conclusión de que los extraterrestres... ya habitan entre nosotros...

Juan Carlos Latxaga dijo...

¿Propuestas ideológicas dice usted?. No le pide nada el cuerpo, compañero. Para hacer propuestas ideológicas primero los proponentes deberían de tener ideología, o sea, una toma de posición ante la vida y me temo que en este país hay demasiados especialistas en ser eso que se dio en llamar 'de la situación'. Resulta que los indecisos, es decir, los menos ideologizados, los que hoy carne y mañana pescado, son los que deciden las elecciones. Que la virtud esta en ese centro amorfo de millones de ciudadanos 'de la situación', que lo que menos quieren oir hablar es de ideologías. Usted es una minoría que no merece la pena en téminos de márketing porque su voto ya está decidido. Pero si sigue por ese camino de pedir debate ideológico puede convertirse en una minoría fanatizada y por lo tanto peligrosa para el sistema. Y entonces aténgase a las consecuencias compañero del alma, compañero.

Anónimo dijo...

Me siento identificado entre esa puta minoría. Me alucina comprobar lo que es, para los partidos políticos, una "buena" propaganda electoral. No puedo entender que la cosa sea así. "Si no quieres estar peor, vótanos" Pero ¿Donde están las propuestas, los compromisos, las ideas para solucionar todo aquello que nos preocupa?
Me revuelve el estómago el escuchar, de unos y de otros, lo mal que lo hacen o lo han hecho aquellos que tienen o tenían el poder. Lo único que consiguen es que pienses: joder, que mal lo han hecho y lo hacen. Me gustaría tanto que alguien llegase a pensar, para bien, en el ciudadano de apié...
Me gustan mucho las dos maravillosas viñetas que ilustran esta maravillosa entrada.

Luna Carmesi dijo...

Imprescindible es votar... Como tambien lo es guardarse el ticket de compra en según que almacenes.

(Impresionante documento grafico).

Te mando un beso chaval.

Bowman dijo...

Votaré, como hombre, aunque sólo sea por todos los que han luchado, han muerto o han sufrido prisión u otros padecimientos varios para que, hoy, pueda hacerlo.

Y a mis adoradas mujeres les diría que lo hicieran, por la parte que les toca, con más razón aún.

Lo que me recuerda ahora (y perdon por el off-topic) un claro ejemplo, ya pretérito, de seguidismo cegato hispánico en el que las diputadas de cierto partido votaban en contra de una propuesta de otro para rebajar el IVA de las compresas y los tampones (que parecían gravados con impuesto de lujo, ya ves).

Lo que demuestra, amigo Antonio, que las lelas (y los lelos) que comentas existen.

Y, por tanto, mientras haya mercado (gentes cortas), habrá fabricantes y mercaderes (mentes cortas) y se venderá el producto (frases cortas)

Anónimo dijo...

Completamente de acuerdo con Bowman. No debe despreciarse la obligación moral que supone el ejercicio del derecho al voto. Aunque sólo sea como muestra de respeto ante aquellos que tanto lucharon, tanto penaron y tanto sacrificaron para que, a día de hoy, pueda ejercerse esa libertad con plenas garantías. Incluso aunque, como en mi caso, se opte por emitir un voto nulo -que no en blanco, ojo, que la Ley d'Hont es muy puta-. Pero, aún ási, estamos obligados moralmente a ejercer ese derecho, Aunque no nos interese ninguno de los candidatos y se esté mejor en casita viendo la tele.

La abstención no es una opción, es el recurso de los conformistas y los paniaguados.

Abrazos,
Pedro de Paz

Anónimo dijo...

Ahora hay que ir a votar con más razones que ayer. Es la única manera que tenemos de darle una lección de libertad a esos asesinos.

Anónimo dijo...

Este domingo hay que darle un disgusto al facha de Rajoy y a su amigo Rouco. Por encima de todo voto útil. Que no se pierda ni un voto por culpa de la abstención, votos en blanco, o votos a pequeños partidos que , con todos los respetos, no van a servir más que para malgastar votos y hacerle el juego a los fachas.