se murió Quintín Cabrera
Ayer jueves, por la tarde, falleció Quintín Cabrera, un amigo al que no conocía. Componía, escribía, cantaba, vivía adoptado aquí aunque nació en Montevideo y en su pasaporte ponía que era del mundo. Hoy a las cinco y media de la tarde le hará humo y cenizas el fuego en Alcorcón y será ya presencia y recuerdo. "Las ciudades son libros que se leen con los pies", cantaba.
Todo lo que queráis saber de él está aquí, hasta diez partes médicos de guerra escribió de su puño en el curso de su declive para seguir siendo mientras se iba en su particular crónica de muerte anunciada.
Del imponente respeto que ha trasmitido día a día el canto de vigilia que, en su pelea perdida por la vida, le ha dedicado su amigo y mío Antonio Gómez, reproduzco aquí estos versos autobiográficos para que le conozcáis quienes, como yo, no tuvisteis el gusto. Que sus cenizas abonen lo que la humanidad tiene de bueno.
INFORME PROVISIONAL
Desde niño me dan miedo las iglesias.
Desde siempre no me gustan las sotanas,
los porteros, las medallas, los galones,
las Mama Chicho y los viajes del Papa.
Confieso odiar la pompa y el boato,
sin señalar, para que no se enojen.
Los himnos triunfalistas me dan náuseas,
y todo lo que sean uniformes.
El servilismo de algunos dependientes
nunca lo soportó este ciudadano,
igual que al prepotente porque manda,
el Cubalibre y el tufo de butano.
Me asusta la “libertad dentro de un orden”
(el cascabel al gato, ¿Quién le pone?),
porque son los que inventan las fronteras
los mismos que expiden pasaportes.
Los que todo lo saben me exasperan,
y los que dan de comer a las palomas
(aunque veo muy bien que éstas defequen
sobre los gloriosos bronces de la historia).
Siempre me han repelido los valores
de la jerarquía super jerarquizada
de los que se transforman en jerarcas
jerarquizando todo aquello que inventaran.
No aguanto a los chistosos por decreto,
a testas coronadas y a chorizos.
No soporto a los “rappers” ni a las madres
de todos los que son niño prodigio.
Asaz sensible soy en mi cabrero
con los enterradores de la lucha de clases,
que comen de la mano del que manda
justificándolos para justificarse.
No me gustan los borrachos, aunque sean
de los que se ponen tiernos y amistosos;
ni a los famosos porque salen en la tele,
que salen en la tele porque son famosos.
En el toreo “hincho” por el toro
y por los indios en las de vaqueros.
Por el Betis, manque pierda, en esta tierra,
y por el viejo Wanderers en Montevideo.
Subvierto los valores que subyacen
en esta subcultura tan subdesarrollada.
En acabando este primer informe
que firmo al pie de la fecha indicada:
A tantos de tantos del presente año,
le sirve a usted, aunque no sirva a Dios,
el ciudadano que todo esto suscribe:
Quintín Jorge Cabrera Beduchaud.
6 comentarios:
No te diré nada que tú ya no sepas: Antonio Gómez es una de las mejores personas que he conocido en mi vida hasta ahora, de una humanidad desbordante. Ya le puse en ese post que lo que estaba haciendo por Quintín, aunque fuera a nivel simbólico, era impresionante.
Salud!
El poema me ha recordado a la mala reputación de George Brassens...
Siempre nos enseñas cosas, Antonio, al menos a mí que soy bastante inculta.
Un beso grandísimo.
Coñe Antonio pon un título al post, que si no aparece como “array”. El Cabrera se merece algo más, como por ejemplo citarle por su nombre. Y si me apuras además para Google y demás vainas facilitas la búsqueda. La peña no busca “array”, pero “Quintín Cabrera” probablemente si lo hagan…
De nada.
Lo leí, Gustavo, y no podía estar más de acuerdo. Gómez es un encanto, más raro que un perro verde, al que aprecio un montón.
No seas tan modesta, oyana, todos aprendemos de todos si no se nos ha hecho viejo el músculo de aprender, que es el mismo que el de envejecer. Mientras siga vivo y flexible ya pueden pasar los años que da igual.
Ya lo he cambiado, Adrián, gracias por tu interés. Sencillamente, lo que pasó es que no me apetecía ninguno de los títulos evidentes. Pero tienes razón. ¡Hágase la luz!
Pienso que la verdadera biografía de una persona no se encuentra en los hechos, en los sucesos que tuvieron lugar en el transcurso de su vida, sino en sus pensamientos, en sus filias y fobias, en sus miedos y en sus sueños. Y qué mejor acercamiento a todo ello que las palabras que su pluma un día derramó. Es innegable que en su corazón palpitaba la rebeldía que (en cierta manera y en el buen sentido) era un ser salvaje. Siempre tuve simpatía por los Inconformistas con causa. Descanse en paz.
Triste noticia. Muy triste.
Feliz transmigración, Maese Quintín.
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