martes, 3 de marzo de 2009

hasta luego, Maki

La muerte de Pepe Rubianes no ha sido noticia de portada de los telediarios. En el de la Primera, ¡qué vergüenza!, pasaron sobre su fallecimiento de puntillas. Lo despacharon en menos de dos minutos, con la alevosía de los cobardicas, los mismos que dedicaron más de veinte minutos al Fary o a la más grande. Así de puta es esa España troglodita a la que el actor dedicó la que por la hipocresía y mala leche de algunos cavernarios se convirtió en su frase más conocida, en la que se escudara Gallardón para sacar de su programación su sonrisa etiope y tantos corifeos en denostar su figura, su trayectoria y su persona.

Conocí a Pepe cuando navegaba todavía en la barca de los Dagoll Dagom, aunque le traté poco. Pero siempre le he seguido, a distancia, enamorado de su quehacer diario y de su impoluta biografía de ciudadano comprometido con su entorno, con la gente de la que formaba parte, del mundo con el que le tocó lidiar. Gallego de Vilagarcía de Arousa, catalán adoptado luego, sus monólogos se reinventaban cada día desde los escenarios en los que su negra figura perduraba por encima de las modas y las tendencias. Su español fileteado con morcillas en catalán (¿o eran butifarras?), galego o swahili presidió los teatros barceloneses durante décadas. En el Capitol, su espléndido Rubianes, solamente se mantuvo sin pausa durante nueve años, del 97 al 2006, haciendo disfrutar cada día al público de lo mejor de sus monólogos. "LLevo 25 años trabajando en Catalunya en castellano y jamás he tenido ningún tipo de problema", solía afirmar.

Para mí, sin embargo, de su trabajo permanece en la memoria su creación inenarrable del Makinavaja protagonista de la serie de televisión que se realizó a partir del bestial cómic de Ivá. Ese delincuente tan duro y generoso, tan honesto y brutal como hiciera falta, ese hombre de todos los pueblos, el colega del moromierda, el enemigo de cualquier autoritarismo, el paladín de los más débiles, el que respetaba a las putas y alzaba la saya de las monjas, azote de la pasma y punto fuerte del Bar Pirata era él mismo, un jodido paradigma de su vida de aventurero proscrito, a contrapelo de una sociedad adocenada y dócil, justiciero de causas no siempre perdidas pero a menudo incomprendidas, un hombre culto y bueno con la lengua larga, la cabeza firme y las ideas claras.

Se me va una lágrima indócil por la pechera abajo. Adiós al último chorisso. No debería cortar tan fina la cebolla.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues sí, ¡puta España esta! (perdona si te atraigo a algún troll). Igual que con Hilario Camacho, ni una palabra.
Te recomiendo la lectura de una entrada del blog de Teo Cardalda (el primo de el de Cómplices):
http://teocf.nireblog.com/post/2009/03/02/in-memoriam-pepe-rubianes
(está en galego)

Sea como sea, ¡nos vemos en el Bar del Pira!

Anónimo dijo...

Yo también lamento la pérdida de éste tipo, que tanto hizo por encabronar al facherío. No hay más que ver lo contentos que están en la COPE con la victoria del PP en Galicia, la derrota de los nacionalismos en Euskadi y la muerte de Rubianes. Un país como para coger las maletas y largarte a África, como hizo Rubianes más de una vez.

RGAlmazán dijo...

¡Joder!, D. Antonio, somos de lágrima fácil pero agradecidos. Un tipo genial.

Salud y República

Anónimo dijo...

¡En la blogosfera está vivo! Al menos para sus seguidores.

Anónimo dijo...

Yo lo adoraba. Le conocía de vista, amigo de un amigo y era tierno, tierno y muy tímido. En el escenario se transformaba. Me hizo reir infinitamente. He llorado su muerte.
Gracias por hacerle un homenaje
Un beso