miércoles, 6 de octubre de 2010

al corriente

Como sé que mis noticias acerca del acontecer cotidiano por estos lares os preocupan e inquietan, solo deciros que lo del grillo sigue fatal, empeorando por momentos sobre todo desde que he caído en la cuenta de que me las tengo que ver con un animal desquiciado y potente. Desquiciado porque, al estar en el hueco del ascensor, ha perdido el norte y canta todo el rato, en vez de por las noches como sería natural. En su cubículo es siempre de noche, así que se pasa todo el santo día (y la noche, por supuesto) desnortado cantando sierra que te serrarás que un día nos lo vamos a encontrar en dos pedazos. Como una cosa llama a la otra, que está escrito, estaba yo el otro día leyendo y disfrutando de la excelente prosa y mejor ironía de Felipe Benítez Reyes a través de su premio Nadal 2007 "Mercado de espejismos", que de paso os recomiendo vivamente, cuando caí sobre el párrafo que os copio sin su permiso: "Para colmo, se me coló en casa un grillo que se pasaba la noche cantando, y cada noche me irritaba más su concierto. Supongo que resultaría favorable para mi reputación decir ahora que el canto del grillo me daba compañía en tiempos difíciles, pero sería falso: logré localizarlo y lo maté. De un pisotón, como se matan tantas cosas invisibles...".

Se ve que este hombre es de aquí, de Rota, y sabe bien de qué va eso. Aunque, ya puestos, me gustaría saber cómo se las apañaba en el caso que me obsesiona porque no encuentro manera de darle un pisotón de esos al estar anidado el insecto en el techado de la cabina, y por el otro lado que si al menos hubiera estado del visible acaso hubiera acabado con él de un certero cabezazo, siempre y cuando las piernas me dieran para levantar mi mole en suspensión, pero ni por esas (aunque, ahora que lo pienso, si estuviera del lado visible de la cabina tampoco cantaría durante el día y a lo mejor ni durante la noche, con la tira de neones que lleva, que no es rumboso ni nada el fabricante de los ascensores con el consumo ajeno). Y ahí sigue, potente como decía, porque no para el tío, y desquiciado porque en su habitat no funciona la alternancia que debemos el común de los mortales, bichos incluidos, a la rotación de la Tierra. Tal vez me esté obsesionando y sobredimensiono (¿existirá este verbo?) las caracterísiticas de esta langosta negra y capitidisminuída, pero hirientemente parlanchina. Todo es posible en Rota, ya se sabe. ¿O era en Granada? Es tanta la confianza que voy teniendo con él que hasta había pensado en ponerle nombre, algo sencillo, vulgarcito, apañao, familiar. Tal vez Pepe, ¿no os parece?

Bulería bien, gacias, mejorando su encarnadura gracias a los excelentes cuidados del Chaqueta y su compañero, que han hecho las delicias del veterinario, sorprendido ante la estupenda evolución de la herida. Cuando le doy una zanahoria tengo que retirar a toda prisa la mano no vaya a ser que se crea que forma parte del lote, así que con hambre es que va bien la cosa. Lo único es que se le mete aire por la herida y está el bicho gordo de gas que parece un globo, aunque me han dicho que eso se le quita en cuanto cierre. Yo, por si acaso, he conminado a sus cuidadores para que la aten con una cuerda, no vaya a ser que se vuele, que es lo que me faltaba.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿que te te refieres a un grillo o a zapatero?
s.i.

Antonio Piera dijo...

¿Pero no ves que Zapatero no es negro?