el último minero
No sé de qué pasta estará hecho el hombre que se quede solo cuando arranque el ascensor que se lleve al penúltimo atrapado en la mina chilena hacia el aire libre. Ni un sonido a su alrededor, ni una voz que rompa el oxímoron* por excelencia, ese atronador silencio que sólo puede sentirse a setecientos metros bajo tierra. Nadie con quien comentar nada mientras contemplas cómo el culo de la cápsula desaparece por el orificio umbilical llevándose en sus angustiosas estrecheces al único con el que pudiste intercambiar apenas un par de frases nerviosas ante la inminencia de la separación anunciada, el último de los mineros. "Se va a ir y me voy a quedar solo". Pues ya ha llegado ese momento. Un vistazo alrededor, comprobando si en el reducto queda algo que llevarse, aunque arriba hay de todo y abajo, como siempre, apenas nada sobra. Algo en que ocuparse durante esos terribles minutos abismales hasta que sea el momento de cabalgar la cápsula Fénix y dejar atrás, metro a metro, el más horrible de los encierros, la más profunda de las cárceles, la más agobiante de las mazmorras. El eco reverberante de cada uno de tus pasos como única compañía, el rumor que llegue del tubo que tiene que ser también tu libertad, acaso el chisporroteo de un aparato de intercom que arriba nadie utiliza ante la premura y la exaltación del feliz y contagioso presente de alegres castañuelas.
El último hombre conoce bien lo que pasa arriba. Está al tanto del circo de vanidades en que se ha convertido desde Agosto el campamento de la Esperanza. Los chubasqueros rojos del presidente Piñera y sus secuaces están tuneados para identificarles como miembros del Gobierno, de ese mismo gobierno que permitió y permite, aunque afirma que no va a volver a permitir, la rijosa y cruel explotación de los mineros por desalmados como los dueños del mina San José, Alejandro Bohn y Marcelo Kemeny, que ni han aparecido por su explotación tras declararse en quiebra para no pagar por el rescate. El que se va a quedar solo sabe la que les espera a sus predecesores arriba, la que han montado los medios para lucrarse a costa de su pánico y del dolor y la incertidumbre de sus familias o las maniobras de los mismos religiosos que nunca denunciaron sus infames condiciones de su trabajo pero que les proveen de chalecos repletos de mensajes divinos apuntándose a la euforia del rescate.
El hombre más solitario del mundo, el último en salir, se llama Manuel González y fue el primero en bajar, voluntariamente, a esos fatídicos setecientos metros de profundidad en una cápsula que le dijeron que era segura. Ya conoce el trayecto. En sus propias carnes, como conejillo de indias. Y ahí seguirá, hasta el final. Hasta que no quede nadie.
Imagino que, antes de volver al suelo, apagará la luz. Manuel González debe ser uno de esos tipos.
PD.- El hombre que está sentado en el centro de la foto es Manuel González.
* oxímoron.(Del gr. ὀξύμωρον). 1. m. Ret. Combinación en una misma estructura sintáctica de dos palabras o expresiones de significado opuesto, que originan un nuevo sentido.
4 comentarios:
Siempre que hay un gran despliegue informativo respecto a un acontecimiento, digamos, "humano" (en el sentido de que los sentimientos están a flor de piel) la desconfianza y el escepticismo me llaman con su dedo tentador, y aquí, junto con lo del Wyoming de ayer, encuentro la confirmación de mi sospechas: afortunadamente, no soy de los que se creen las noticias de Antena 3.
Yo también he pensado mucho en qué sentiría el último al quedarse solo. Y he sentido un tremendo estremecimiento.
Ahora les acribillarán los medios y corren el riesgo de desestabilizarse mentalmente. Han estado sometidos a un tremendo estrés y lo que tenían que hacer es dejarles descansar junto a sus familias, pero se les van a echar encima las televisiones y el dinero fácil (al que es difícil negarse cuando se es minero -y cuando se es cualquier otra cosa-)
Deberíamos ser más respetuosos. Magnífica entrada.
Hasta marzo de este año la presidencia la ocupaba Bachelet...
Ciertamente, Adrián. Lo cual no quita que este turbio oportunista, uno de los hombres más ricos de Chile, defensor de Pinochet cuando Garzón le detuvo en Londres, con la biografía sembrada de procesos, "casos" extraños, traiciones y decenas de denuncias por dudosas prácticas empresariales, resulte persona fiable en cuanto a sus compromisos y promesas de futuro.
Ni Michelle Bachelet hizo nada por mejorar la vida de los mineros chilenos (y eso que el cobre es la principal fuente de riqueza del país), a pesar de su etiqueta "socialista", ni lo va a hacer este superempresario demagogo. Y, si no, al tiempo.
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