fuera de la red
Han sido estos unos días hermosos, desde el miércoles hasta hoy. Tanto en Madrid, a donde me condujo mi obsesión por mirar de cerca y con la lupa de aprender todo lo que se mueve en el terreno de las alternativas a esta realidad política apestosa y bajo mínimos (los de la decencia, la credibilidad, la honradez, la honestidad...) como en las playas de Chipiona a los mandos de una mesa de terraza junto a dos de mis más apreciados personajes del mundo del caletre.
Ya os comenté en parte lo de la capital, que por cierto estaba guapísima con su solecito de anticiclón pero todavía sin calzarse la boina irrespirable. Una agenda prodigiosa me regaló tiempo para hincarme de hinojos ante el monumento al cocido que fabrican en el Schotis, en compañía de mi chaval mayor y su mujer, homenaje al placer que me permitió además desvirtualizar (como dice él) a uno de mis contactos en red más frecuentes y diversos, don Adrián Vogel, el jefe de El Mundano, contertulio frecuente y visitante asíduo de mis páginas, al mismo ritmo que yo devoro con placer esa suya de músicas, fútbol, política y otras zarandajas. No nos conocíamos, lo nuestro era solo cibernético y fue un placer convertirlo en presencial, que ya era hora. Ved en su página las fotos. Para que no faltara detalle al desarrollo de la tal agenda mágica y versátil ya alabada, aún pudimos mi amiga Nieves y yo mismo asistir a la representación de una obra de teatro a las doce de la mañana gracias al soplo de otro amiguete de la red y más llamado Julio Castro, alma mater de La República. Fue en la Escuela Superior de Arte Dramático y disfrutamos de "Perros en danza", de María Velasco. Fue un placer presenciar el acercamiento de unos tan jóvenes alumnos a lo tan a menudo oculto de nuestra Historia, la caída del legítimo gobierno republicano a manos de militares sediciosos, abordada con tal calidad, conocimiento, originalidad y recursos escénicos e interpretada con ribetes de talento. Una inesperada sorpresa, digno colofón de tan breve como intensa escapada a los madriles.
Este sábado pude conocer, reconocer, abrazar y charlotear ampliamente con Eduardo Cruz (Más claro, agua) y Montero Glez. Otro encuentro que pasó de virtual a táctil en un suspiro, merced a los buenos auspicios de Eduardo, todo un brillante personaje y buena gente hasta caerse de espaldas. Estuvimos juntos la mar de a gusto, hablando de casi todo, descubriendo amiguetes comunes, matizando posiciones incomprendidas a veces en la distancia, mirándonos, disfrutando el rato con el placer que sólo aportan las buenas cosas. Contaba Cruz lo de las ediciones directas en eBook, que nos interesaron mucho, hablaba Roberto de los viajes antiguos que tanto le comen ahora la oreja para su próximo trabajo, o de cómo mastica las puestas de sol cada atardecer mientras repasa en la memoria su torturado cuaderno machacado a palabras, frito de ideas y la pasión brillaba en sus ojos. A la vera, la hija del sevillano de Bilbao ponía a prueba los reflejos de su madre o vaciaba potitos a pares y mi Patty inmortalizaba el instante con tan poca luz y como enorme voluntad. Desfilaban Juanín, Reverte, Baquero, Camarón o Pedro de Paz sin marcar el paso y sin que nadie les cortara un traje, junto a imágenes del pasado, visiones del presente y proyectos de futuro, sin demasiado orden pero exultantes de entusiasmo.
Nos fuimos luego los visitantes y allí quedó Montero con sus cosas, tras despedirnos con un abrazo tan fuerte que se quebraron las patillas de mis gafas de leer mientras hacía por creerme, al hilo de su comentario, que cada vez me parezco más a Hemingway. Será en la barriga, me pienso.
7 comentarios:
Fue un placer "desvirtualizarle". Y aprovecho para decir que aprendí el palabro de Antonio Cambronero, quien me contó que era invención de José Luis Orihuela.
Espero repetir estos encuentros. Somos gente de edad y el contacto personal es algo que apreciamos y valoramos: nos proporciona el tiempo y el respeto debido.
Yo también lo espero. Fuera de la red, boquean los peces respirando un aire que no les vale, pero los humanos recuperamos el de siempre, hablamos con la boca y no con los dedos, escuchamos con las orejas y no con la vista, en fin, ponemos en orden nuestros sentidos. Tiene su mérito este "retour à la normale".
Ah, y el del oro de Moscú, que no se te olvide, amigo Hemingway, que se puede marcar el punto en las páginas de cultura de un nuevo diario.
Saludos a Patty, al Acillona y al Adrián.
(Montero Glez)
Si sólo te digo "Habrá que repetir", creo que ya te lo he dicho todo ;-)
Agradecido por vuestra generosa simpatía, emocionado por la crónica y la foto, y, como dice el Maestro, a la espera de noticias del "el del oro de Moscú" ;-)
Abrazos grandes!!!
Todos esperando carta. Como yo.
Si vuelves por aquì, Antonio, a ver si desvirtualizamos, aunque en nuestro caso será retomar amistad. Con cocido, Equo o sin ellos. Un abrazo. Clara B
Ese es el tipo de veladas que a uno le jode sobremanera perderse. Por desgracia, ese día estuve a otras cosas bastante más jodidas (echa un vistazo a mi blog) pero no os quepa duda que estuve con vosotros en espíritu. Un fuerte abrazo.
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