domingo, 1 de julio de 2012

saludo al Frente Cívico

No hace falta reiterar aquí (aunque acaso sí haya que hacerlo en otros foros) el esfuerzo que algunos llevamos haciendo por la auto-organización de la ciudadanía como elemento imprescindible para desbloquear una situación política en España que se caracteriza por ser una inmensa mentira que afecta a la inmensa mayoría. No sólo expresándolo y repitiéndolo hasta la saciedad, sino echándole coco y bemoles al asunto como hicimos desde que, a mediados de diciembre del pasado año, empezamos algunos locos a organizar y proponer desde la Comisión Interterritorial de Acción Política en Andalucía (CIAPA) creada en el seno del movimiento 15M. Fruto de aquél primer impulso fueron los dos documentos titulados ¡Unidad, AHORA! que los lectores de este blog bien conocéis, y que fueron en su día acogidos con "división de opiniones", recogiendo tanto entusiasmos como vilipendios. Añadiré que eso nos dio igual, ya que creímos que había que escribirlo y lo escribimos. Sin más.

Ahora que se habla tanto de unidad, a mí me gustaría comentar un par de cosas acerca del papel de los partidos políticos (en adelante pps) en esta fase. Por nadar contracorriente, vamos. En el primer mundo del siglo XXI, en el que ya no se entra en un pp por sentirse y formar parte de una élite social, como dice Juan Marcos y repetí en mi anterior entrada, creo que los que se apuntan a un pp lo hacen, sobre todo, por compromiso. En el mejor de los casos. En el peor, casi diría en el normal, se apuntan para medrar.

Cualquier fino analista político, de los que hay legión, sabe que la estructura de los pps es piramidal (con más disfraces o llanamente) y que, en España desde luego, su finalidad última es la de sustituir, interpretar, aprovechar o conducir las opiniones, aspiraciones o necesidades de la población. Cuando se supone que acabó el franquismo, tras la muerte del dictador, muchos entendieron que la libertad alcanzada se demostró al permitirse la existencia legal de los pps, sin darse cuenta la mayoría de que la propia Constitución sancionaba las bases de una democracia delegada pues, aunque en su título primero afirma categórica que "la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado", cinco artículos más abajo desvela una manera particular de interpretar tan rotunda como justa aseveración: "los partidos políticos expresan el pluralismo político, concurren a la formación y manifestación de la voluntad popular y son instrumento fundamental para la participación política". Interpretación partidaria: patente de corso.

Lo que objetivamente nos pareció una conquista ha resultado, finalmente, el dogal del que se ha colgado por el cuello a la democracia española. Los partidos políticos, ahora con todas las letras; todos y cada uno de los partidos políticos tienen en España la encomienda constitucional de secuestrar la soberanía popular. Y eso es, ni más ni menos, lo que hacen. Quieran o no, lo busquen o lo encuentren, con la anuencia de sus militantes o sin ella, su papel en la sociedad del siglo XXI es, objetivamente, la mayor traba institucional que encuentra la ciudadanía a la hora de protagonizar su propio destino, pasando a ser filtro cuando decían ser instrumento. ¿Qué ha cambiado?

La comunicación, internet, las redes sociales, el correo electrónico, los mensajes por el móvil, los blogs, el periodismo digital, han construido en poco tiempo una realidad social diferente. La ciudadanía se reconoce, contacta, intercambia, opina, se rebela, se ríe o llora, se junta o se asocia a través de su presencia en el espacio cibernético que luego encuentra su continuidad en las calles y plazas. Cientos de miles salieron el pasado año a la calle para demostrarlo y muchos millones manifestaron su simpatía y solidaridad con ellos, dándoles la razón. Luego, con el paso del tiempo, el movimiento no supo devolverle a la ciudadanía esa fuerza masiva convertida en acción política organizada, y el asunto se quedo (se está quedando) en una buena intentona y un espléndido resto de movilizaciones segmentadas, fuerte y sólido ya, pero a mi parecer insuficiente. Ahí queda la semilla, la evidencia de la posibilidad, la prueba del nueve. Yo, al menos, sigo en el 15M, peleando por que no se pierda su dinámica agitadora, trasgresora, movilizadora y ciudadana.

Precisamente por todo esto antedicho saludo con alegría y entusiasmo la propuesta de Julio Anguita de organizar y cohesionar un Frente Cívico que empodere a la ciudadanía como fuerza política. Porque percibo su propuesta en la misma onda que la que he defendido siempre y porque no están los tiempos para componendas y zarandajas. Porque es enormemente urgente articular ese poder, si no queremos que se nos coman por las patas. Porque los del 15M sabemos que esa fuerza existe, la hemos comprobado cien veces, pero necesitamos que tome cuerpo y se haga real y presente como la vida misma. Porque, sin organización, la fuerza se nos va por la boca. Por eso trabajaré con todas mis fuerzas por potenciar, difundir, fortalecer y desarrollar esta iniciativa del referente, aunque también lo haré por defender en el seno de este Frente Cívico las cualidades de transparencia, horizontalidad y, sobre todo, de control ciudadano contenidas en el segundo documento de ¡Unidad, AHORA! que tenemos la intención de redefinir en breve.

Alguno me preguntará, o no, ¿pero es que todos los partidos políticos son iguales? ¿Deben desaparecer? ¿Sirve de algo trabajar por la unidad de aquellos que pretenden una sociedad más igualitaria y justa? No, afirmo categóricamente. No sobran. Nadie sobra en esta lucha tan desigual. Cada cual tiene derecho a defender al pueblo desde el sitio de la barricada que haya elegido. En un Frente Cívico cabemos todos, debemos estar todos. Individualmente les necesitamos a todos, militen donde militen. Pero yo solo me fiaré de los partidos, como tales, si renuncian expresamente a su papel de representantes o delegados de la ciudadanía. Solo me fiaré de los partidos políticos que se pongan, incondicionalmente, expresamente, con armas y bagajes, al servicio de la ciudadanía organizada. Todos los demás, se llamen como se llamen, me sobran.

2 comentarios:

Euplinio dijo...

No te puedo hacer comentario crítico alguno, porque comparto lo que has escrito. Yo no lo sabría hacer mejor.

La única duda que tengo (y por ello, quizás pena también) es que el dicho de un amigo no se cumpla en estos momentos: lo que conocemos como izquierda, siembre ha sido como el ejército de Pancho Villa.

Eduardo dijo...

Lo mejor del artículo: el anuncio de la puesta al día de "Unidad, ¡ahora!"
El grado de concreción de la propuesta original es una garantía. Es urgente y poner en su sitio a tanto proyecto de unidad que anda suelto...