miércoles, 27 de junio de 2012

el difícil camino de la unidad popular


Casi todos los que seguimos pensando en ciudadano damos por sentado que, para parar la ofensiva antidemocrática y sobreexplotadora del nuevo capitalismo neoliberal, llamémosles los amos del mundo, hace falta la unidad. Hermosa palabra.

Los que conocéis el pie del que cojeo bien sabéis de la pelea política que, desde el 15M –y ya tiene mérito- llevamos adelante con la creación y actuación de la CIAPA y sus documentos “Unidad, AHORA” uno y dos, así como la posterior pelea en Andalucía por construir una Plataforma Andaluza por la Unidad, ante las elecciones autonómicas, que fue boicoteada por la dirección local de IU, la misma que luego aprovechó su resultado electoral para ponerlo a disposición del PSOE, y las perentorias autoexigencias de la que entonces era la dirección del Partido Andalucista.

Todo ese camino está convenientemente recogido en una crónica periodística documentada “La verdadera historia jamás contada. Una candidatura de los de abajo, clara, unitaria y diferente, pudo ser clave en las elecciones andaluzas”. A los que no conozcan mi cojera, les bastará una reposada lectura de este documento para ponerse al día.

Esta semana que hoy domingo 24, día de san Juan, termina, ha sido especialmente pródiga en movimientos políticos en pro de esta unidad concreta. Personalmente he participado en los dos que más han llamado la atención. El protagonizado por Julio Anguita y el que me llevó ayer a una asamblea celebrada en Sevilla bajo la idea ‘Andalucía abierta’.

Hablemos de la primera. En Sabadell, aprovechando un acto cualquiera, Anguita lanzó un guante de compromiso, colocándose como dinamizador y referente de un proceso pensado para empoderar a la mayoría, eso que los compañeros americanos definieron como el 99 por ciento. Poniendo su incuestionable honradez y su bien ganado prestigio popular en juego, el profesor aportó su visión de la realidad histórica que vivimos y la/s formas que concibe desde su experiencia para iniciar y sacar adelante un proceso de unidad que dote a la mayoría de los elementos-fuerza que necesita, proponiendo que sea la propia ciudadanía la que lo elabore y desmarcándose personalmente de cualquier otra representación.

La lectura, obligadamente reposada, del documento que dio a la luz pública el viernes 22, aporta un análisis, una propuesta de metodología y otra de programa inmediato entendido como la argamasa que pueda hacer progresar dicha propuesta, como podéis leer aquí. “Sólo un Frente Cívico, una mayoría ciudadana organizada en torno a soluciones concretas es capaz de crear la fuerza necesaria para colocarla en la balanza del poder en contraposición a otros poderes económicos, y sociales que siendo muy minoritarios, detentan en exclusiva el ejercicio del Poder”. Esta es la clave de dicha propuesta.

A mi entender, Anguita se ha sentido tan presionado por lo que él percibe como la profunda desorganización de las imprescindibles alternativas a las estrategias del capitalismo, que se ha sentido en la obligación ética de dar un paso al frente y proponer su figura como referente para que la lucha ciudadana la capitalice y se sirva de ella. Mi respeto a su valor por eso.

El sábado 23 de este junio, acudí en Sevilla al seminario Andalucía Abierta. Lo convocaban una serie de personas y políticos con los que tengo mucho en común, como Luis García Montero, Juan Torres, Pilar González, Concha Caballero, Curro Garrido o Carlos Martínez, que no asistió. Con algunos de ellos, como ya sabréis, estuvimos trabajando en la Plataforma Andaluza por la Unidad, que todavía nadie ha disuelto, por cierto. Para entendernos, había allí sobre todo gente de Primavera Andaluza (como Rafa Rodríguez de León, José Antonio Pino y la propia Pilar González) y de lo que puede considerarse su órgano portavoz, el espléndido blog Paralelo 36, en el que podéis leer la nota de Europa Press reflejando este intento de construir “un movimiento social y político” que pase por conformar “un nuevo espacio político andaluz, abierto, plural, moderno, democrático y deliberativo”. Compartí también la multitudinaria asamblea, éramos cerca de 200, con gentes de EQUO como Esteban de Manuel, que asistió en “las setas” a la primera presentación pública del documento ‘Unidad, AHORA’, de Izquierda Abierta, republicanos de UCAR y hasta alguno, como yo, del 15M. Otra iniciativa unitaria que respeto, aunque la encuentre menos horizontal y más ‘sopa de letras’ hasta que conozca más en profundidad sus métodos y maneras.

Me pareció muy curioso, con los antecedentes comunes que acabo de señalar, que la única referencia a nuestra trayectoria unitaria común la tuviera que hacer yo en mi intervención, y me cuesta dios y ayuda comprender cómo es posible que tampoco nadie hiciera allí mención alguna (al menos hasta que me tuve que marchar porque perdía el tren de vuelta) a la tan reciente propuesta unitaria de Anguita. Da para reflexionar un rato acerca de la fragilidad de la memoria histórica cuando no se “considera necesario” invocarla.

Hoy, hablando de otra cosa, me han llegado al correo unas palabras escritas por Marcos Sedano, compañero embarcado desde el 15M en las tareas propias de #constituyentes, que podéis leer aquí. En ellas habla Marcos de una batalla ideológica, en clara referencia a la propuesta de Anguita. Podéis interpretar vosotros mismos su tono general.

A mí, todas las piedras en el camino de la unidad me fastidian bastante, pero no consiguen cambiar un ápice mi forma de ver las cosas. Me da lo mismo quién sea y por dónde y cómo se lo haga, lo único que me importa es sumar. Creo que será la propia dinámica del movimiento la que ponga en su lugar a cada uno. A los que dinamitan los procesos, a los que buscan su prestigio personal, o su proyección individual, o simplemente tener la razón, a los que desde la honradez trabajan para avanzar junto a este pueblo machacado y, en muchos caso, incapaz de localizar en concreto al enemigo, a los que se lo curran cada día dando un pasito más, a los que siempre empujan, a los que maniobran turbiamente con su medrar como exclusivo horizonte, les digo exactamente lo mismo: la Historia escribirá sus logros y sus miserias.

Creo firmemente que los hombres y mujeres de bien, que miran la realidad y, al comprenderla, se comprometen con la necesidad de cambiarla, los que entienden la unidad como el arte de sumar y se felicitan cada vez que algo, alguien o cualquiera añade efectivos a nuestro frente de batalla. Seguiré presente en tantos frentes como me sea posible y, en todos ellos, haré la mejor defensa que pueda de la imperativa y agobiante necesidad de poner de lado lo que nos pueda separar para que podamos avanzar gracias a lo que nos une.

Pero, desde luego y siempre, teniendo claros los principios con los que esta unidad caminará hacia el empoderamiento real de la ciudadanía. Hablemos, pues, de estos principios.

Hay un hecho novedoso que debe estar presente en cualquier análisis de la realidad: por primera vez en la Historia, como afirma mi amigo Juan Marcos,  las élites no tienen más conocimiento, capital o recursos humanos para imponer sus decisiones que la ciudadanía. Los políticos ya no son los más listos, ni los más cultos, ni los más preparados, aunque se resistan a aceptarlo. Entre la ciudadanía son legión los que les superan en todos los terrenos. Por lo tanto, la única vía de la que todavía disponen para imponer sus criterios, mientras haya democracia burguesa, es la vía política y está claro que, en ella, el sistema de partidos es una pieza cómplice necesaria…, para ellos.

No se trata de que haya partidos buenos y/o partidos malos, ni siquiera de que algunos sean mejores que otros, o más fiables, o más humanos, o más permeables. Ni cambia su naturaleza porque se acaben juntando los mejores de todos en alegre montón (llámese frente). El poder constituyente y constitucional es del pueblo, reside en el pueblo y debe ser el mismo pueblo el que decida cómo, cuándo y de qué manera ejercerlo. La época de que los muchos deleguen en unos pocos se está acabando, incluso puede decirse que ya se ha acabado. Con los conocimientos, la tecnología y la comunicación en red, ¿para qué se necesitan representantes? ¿Por qué hay que delegar en quienes, en cuanto prueban el poder, se desvinculan de sus electores? ¿Para quién son ellos necesarios, si no es para el mismísimo poder?

Salimos a las calles, ocupamos las plazas y aseguramos que no nos representan. Lo gritamos muy fuerte a los cuatro vientos cuando éramos muchos. Pero luego, después de descalificarlos, no supimos ver cuál era el siguiente paso a seguir. Del rechazo a los políticos pasamos a rechazar la política, cuando la única revolución pacífica posible tenía que pasar por hacer política y tendrá que pasar, necesariamente, a través del voto. Tras tomar la calle -y precisamente para que tomar la calle sea efectivo para el presente y el futuro de la ciudadanía-había que tomar el Parlamento. Hay que tomar el Parlamento, pues, para cambiar esta Constitución y estas leyes. Y cambiarlas desde allí. Si queremos cambiar las cosas de verdad, ese apeadero es un paso necesario para alcanzar la estación final. 

Mientras sigamos al margen de esta realidad, mientras sigamos pensando que eso no nos corresponde y dejemos a los partidos y a sus políticos medrar con libertad, nuestra lucha infatigable estará –en el mejor de los casos- abonando el campo a los oportunistas. Basta con ver los ejemplos de Egipto o de Grecia, o de Túnez y contraponerlos con el ejemplo islandés. Allí donde no se ha hecho efectivo el poder ciudadano, legitimado en y por las urnas, le han birlado a la ciudadanía todo el contenido trasformador y revolucionario de esa lucha que les salió tan cara.

El poder ciudadano reside en las asambleas de centro, de barrio, de distrito, de pueblo o de ciudad. En asambleas cada vez más poderosas e influyentes tanto porque se hagan fuertes en la defensa cotidiana de los intereses y necesidades de la ciudadanía contra las continuas agresiones de la cara neoliberal del capitalismo (organizando cooperativas integrales, bancos del tiempo, moneda social, oponiéndose a las privatizaciones y a cualquier recorte, impidiendo los desahucios y englobando los mecanismos de las PAH…, ) como por ir definiendo los objetivos políticos de la ciudadanía, los contenidos de la nueva Constitución, las maneras horizontales pero efectivas de coordinarse con las asambleas vecinas, las formas de controlar el trabajo de los delegados o representantes elegidos para realizar cualquier tarea específica…

Los políticos honrados, aquellos que realmente desean poner sus conocimientos y esfuerzos al servicio de la ciudadanía, tienen que entender que éste y ningún otro es el camino. Ponerse a las órdenes del que manda, que es y ha de ser el bloque ciudadano. Comprometerse a cumplir lo que les trasmitan las asambleas, a aportar y contribuir para el empoderamiento directo de la ciudadanía, arriesgando su propia estabilidad económica. Aceptar la disciplina que se señale desde el poder popular. Sean del partido que sean, o formen parte del frente que sea, sobran todos los políticos que no entiendan o que no apliquen honradamente estas condiciones.

La ciudadanía no va a regalarle el poder a ningún partido o frente de partidos. Nos hace falta. Necesitamos el poder político para cambiar esta sociedad en la que ya no podemos vivir. Para que la transición sea pacífica, la conseguiremos a través del voto, ya que es verdad que somos mayoría, que somos el 99% los explotados y oprimidos. Pero solo iremos a votar cuando podamos elegir a ciudadanos y políticos que estén al servicio de las asambleas populares.  Políticos o independientes que apliquen la política que les indiquen las asambleas. Que se sienten a nuestro lado y discutan en las asambleas las medidas a tomar como uno más, pero que acepten las decisiones de la mayoría y obren en consecuencia porque estarán libremente controlados por la ciudadanía y dispondremos de elementos de compromiso jurídico para hacer que cumplan esas decisiones. Estamos escarmentados, no nos fiamos de las promesas, ni de las palabras. Poder ciudadano, control sobre los electos, democracia directa.

Para todo lo demás, que cada palo aguante su vela.

5 comentarios:

chema dijo...

Antonio, si yo supiera escribir habria escrito lo mismo.
chema

Antonio Piera dijo...

Leer esto, viniendo de ti, me honra, ciudadano Chema.

JuanSantiso dijo...

Me sumo al significado de los comentarios anteriores.
Me gusta y apoyo sobre todo tu afirmacion de k lo importante es sumar, venga de donde venga.
Algunos deberian practicarlo mas, personalmente me alegro y apoyo todas las iniciativas k se estan produciendo ultimamente- a raiz del surgimiento del Movimiento 15m- bienvenidas sean y desearia k su objetivo final sea sumar y no dividir, en grupusculos k tanto daño han hecho a la izquierda.
Me gusta tu blog y el tono k utilizas, y te seguire.

Eduardo dijo...

¡Chapó! (Como de costumbre) Me quedo con la lamentable "anécdota" de que en esa asamblea sevillana nadie, salvo Antonio, hiciera la menor mención a la movida que tuvimos en Enero-Febrero. Y es que, en el acto de presentación del libro "Por una Asamblea Constituyente" celebrado en Málaga por Mesas de Convergencia bajo la presidencia de Torres López, se dijeron cosas poco bonitas del 15M a las que, para colmo, los presentes no pudimos responder....por falta de tiempo.
Así las cosas ¿cómo unir a ese grupo que aparece cada vez más, a los ojos de quien quiera ver, como una camarilla de notables? No se si me paso, pero...

Euplinio dijo...

Me sumo al comentario de Chema, fina pluma. Me quedo con dos ideas del texto:

- que los políticos ya no son los más listos (con todo lo que conlleva de pasado, presente y futuro)

- que deben de estar a las órdenes de la ciudadanía (idea que entiendo como de gestión en general)

Y una cándida pregunta-reflexión: ¿los políticos actuales estarían por la labor?