miércoles, 28 de noviembre de 2007

el bar

Mira que hacía tiempo que no iba al bar. No a un bar, que eso casi todos los días, café y porras, aperitivos y eso. No. Hablo del bar. De el bar. De ese: te espero a tomar unas cañas, después del trabajo. Dos tíos. Luego tres. Sentados, saltando de tema en tema, conversaciones repletas de lugares comunes, referencias cruzadas, información fragmentada, anécdotas, risas, criticoneos a los ausentes, cotilleos, pon otra ronda, y una fritas, pues anda que tu...

Ha sido como volver a empezar, incluyendo una exquisita sensación de dèjá vu, o veçu, que se remonta en mi caso a largos años atrás, cierta calidez en las tripas, que es donde se sienten primero las pasiones antes de distribuirse a lo largo y ancho de tu cuerpo, cerebro incluido. He ido reconociendo, como sin notarlo, una a una, esas delgadas láminas transparentes y etéreas que te amarran a la silla, que van envolviéndote hasta poder presentarte como un puñetero regalo listo para su envío al remitente. Me preguntaba, en plena vorágine de sentires como los descritos, a santo de qué si, me sentía tan bien disfrutando pausadamente la intrascendencia, me había privado de ello tan radicalmente. Cualquier respuesta sería injusta hacia algo o hacia alguien, sospecho.

Digamos, simplemente, que no estuve mucho por la labor. Que tenía cerrado el interruptor que ilumina esa zona neutra de la vida, la de las cosas que se hacen por puro placer y sin otro sentido. Que se habían apagado las luces que realzan los actos sin sombras ni motivo, los que no tienen un móvil claro ni otra razón aparente que la de tomarse unas cervezas en buena compañía.

7 comentarios:

RGAlmazán dijo...

Una gozada, D. Antonio. Esas charlas entre amigos que hace tiempo que no se ven y empiezan a recordar... una gozada.
Dejarse ir por la sombra de ayer, estando en el hoy. Un lujo. Le entiendo y le envidio. Hace tiempo que no tengo un encuentro así.

Salud y República

Más claro, agua dijo...

Cuando vuelvo a los paisajes de mi juventud y entro en uno de aquellos "bares de siempre" no hay nada como que el camarero te reconozca, te salude como si sólo hubiera pasado un fin de semana y te ponga la cerveza como a ti te gusta ;-)

Anónimo dijo...

Describe usted una cálida sensación muy similar a la que sentí la última vez que nos inflamos a cañas usted y yo, ambos dos, por la zona de Conde Duque. Y aún anda en el aire una propuesta pendiente. Ya sabe que yo sólo puedo los días laborables. Y los viernes son para mí dia laborable.

No sé. Usted mueve.

Abrazos,
Pedro de Paz

Luna Carmesi dijo...

Con cafe, con copas, con cervezas, tapeando o no, que placer disfrutar de una charla con buena gente.
Besillo.

Anónimo dijo...

Podríamos quedar en un bar y tomar cañas los comentaristas del blog, no?
La pena que soy de Barcelona y la gente de por aquí paice que se mueve solo por los Madriles.
En todo caso, esta noche toca birrita y partida de futbolín con los colegas del curro. A su salud, mestre!

Anónimo dijo...

Hasta ahora, los mejores momentos, los más relajados, despreocupados y alegres que he tenido, han sido en las conversaciones de bares. Ha habido gente cercana que nos ha llegado a decir: "Joer, es que vuestras historias siempre empiezan en el bar... Y si no empiezan, acaban." Un abrazo, Antonio: nos vemos en los bares.

nata dijo...

pues esas son las cosas que importan -además de las importantes-, las que se hacen porque sí, sin móvil, sin miras, por el puro placer de hacerlas y disfrutarlas. y no imaginaba yo que tú -por lo que escribes, por cómo lo escribes- fueras un tipo que se privara de ellas; en cualquier caso, creo que la respuesta -injusta o no- a esa privación está en ti. desde el cariño de "comentarera" te lo digo.

nunca es tarde si la dicha es buena, antonio, disfrútalo. un beso.

(lo mismo lo he entendido todo mal, ando un poco boba)