viernes, 26 de septiembre de 2008

millonario

Mientras escribía la entrada de ayer dedicada a la contemplación de una planta, caí en la cuenta de que la que describía era una práctica bastante similar a la de escribir un blog. Las dos tienen en común la profunda soledad del agente, la íntima satisfacción que le producen empero (similar en ambos casos, os lo puedo asegurar), la exclusividad de la perspectiva, siempre personal e intransferible y también, si me apuráis, la serenidad que aportan al actor como valor añadido. Esas que enumero me parecen las semejanzas apreciables en cuanto a los sentimientos del protagonista, que soy yo en este caso aunque podría ser cualquiera, pero encuentro más paralelismos no tan subjetivos: en los dos casos se ignora si la respuesta (lo que ahora llaman feed-back y antes tan solo retorno) del objeto paciente va a ser favorable, desfavorable o, lo que es aún peor, indiferente, independiente del mimo, la atención, el cuidado y el cariño que tu ofrezcas en el intercambio. (Sí, cuanto más lo pienso, más se semejan ambos procesos, aunque deseo pensar que este de escribir es mucho más creativo que el de la mera contemplación).

También se semejan, creo, en los efectos que las dos acciones obtienen, que es algo parecido a lo anterior, pero no es lo mismo. La planta, agradecida, crece y engorda a ojos vistas. Es su manera de gratificar mis desvelos y de coquetear cuando la miro. Hasta me está dando (se está dando solita, no os vayáis a creer) un hijo que ya puja debajo de sus hojas más antiguas. Y vosotros, visitantes y lectores, lo hacéis disfrutando de lo que os cuento, intuyo, y añadiendo vuestros comentarios para el enriquecimiento general cuando os apetece, siempre bien recibidos aunque a mi entender escasos.

A veces, después de terminar una entrada, me siento enormemente satisfecho. No pasa casi nunca, pero sucede de ciento en viento. Son esas entradas que relees una y otra vez buscándoles la última vuelta y limando sus imperfecciones, para que cuando aprietas la tecla de publicar experimentes la íntima satisfacción de las cosas bien hechas. Me ha ocurrido con las dos últimas, la de las galletas y la del aloe, y hacía ya tiempo que no me pasaba. Bueno, pues debo deciros que, habitualmente, son esas precisamente las que menos respuestas vuestras reciben. Sospecho que la paradoja anida entre nosotros, de lo que no me quejo aunque no deje de constatarlo en vuestra presencia, que sigue siendo tan masiva a pesar de mis temporales defecciones sabáticas que una página en inglés, de esas que encuentras buceando, ha valorado este blog, mi blog, vuestro blog, en más de siete mil dólares USA como podréis constatar en la viñeta que pego a continuación. Mira por donde, vosotros me estáis haciendo millonario. Digo vosotros porque no imagino otro valor cuantificable por los americanos que no sea el número de visitantes de una página o al menos ignoro otra fórmula de cálculo de valor aplicable y pienso que vosotros, vuestra continuidad, vuestra reiterada presencia, sois lo más mensurable que hay por aquí.

Pues gracias, gente. Tendré que invitaros a algo.


My blog is worth $7,339.02.
How much is your blog worth?

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Yo no podría comparar el placer de ver crecer una planta con el de escribir porque ver crecer una planta no me produce placer y escribir sí.

El fenómeno este de los blogs no deja de sorprenderme. Creo que, cuando empiezas un blog, lo haces como cuando empiezas un diario. Escribes porque sí y para ti. Pero claro, el blog no es privado; se escribe en un foro público y sabes (y deseas) ser leído. LLega un momento que lo que da vida al blog son los comentarios. A través de los comentarios vas metiéndote en otros bloggs y conociendo "bloggeramente" a otras personas que también escriben.

Este verano me he dedicado más de un día a pasear por diferentes bloggs, a ir de uno a otro y te puedo asegurar que hay escritos muy interesantes, muy bien hechos y que, paradójicamente, tienen pocos comentarios. Y al revés, inmensas chorradas a las que se apunta un batallón. Pero en esto de los bloggs, como en otras cosas, el narcisismo no lo alimenta el número de seguidores.

A mí me gusta lo que dices y cómo lo dices.
Un abrazo

Anónimo dijo...

No sé ni cómo he llegado aquí.
Creo que ha sido por un comentario en un blog y me ha llamado la atención un comentario tuyo por su sensatez ,
y he aquí, que sigo el rastro y encuentro la mala blanca ,
Oye , está muy bien.
Esto de los blogs , supongo yo, es como conocer gente;
ni todas las voces te gustan ,
ni puedes abarcarlo todo .
No sé si volveré ,
pero siempre que entro en uno que mola,
lo digo.
Saludos y enhorabuena.

Anónimo dijo...

Estoy con Oyana. A mí tb me gusta lo que dices y cómo lo dices. No siempre hago comentarios pero raro es el día en que no te leo. Me encanta. Aún cuando no estoy de acuerdo con los que expones, me encanta como lo expones.
Un besazo.

Anónimo dijo...

Estoy con Oyana. A mí tb me gusta lo que dices y cómo lo dices. No siempre hago comentarios pero raro es el día en que no te leo. Me encanta. Aún cuando no estoy de acuerdo con los que expones, me encanta como lo expones.
Un besazo.

Más claro, agua dijo...

Querido amigo Antonio. Lamento repetirme, pero a mí también me gusta lo que escribes. Más concretamente, eso de "Tendré que invitaros a algo" :-)

Anónimo dijo...

Es curioso. Yo también he aterrizado por aquí, gracias a un comentario tuyo de gran sensatez realizado a otro blog. Supongo que la emoción de leer ese comentario con los sombreritos encima de las íes, me arrastró hasta aquí. Cosa que me alegra enormemente, pues aunque sea de manera silenciosa, te espiaré sigilosamente.

Anónimo dijo...

Vaya, así que su blog vale algo más de 7000 dólares según los yanquis, jeje. ¡Ahora entiendo un poco más el porqué del crack de la economía!
Jajaja. Es broma, su pluma es impagable (entre otras cosas porque de momento es gratis).

Martín Garrido dijo...

Lo de los blogs es como todo, hay buenos y también malos (sobre todo malos, además de estúpidos, sin pies ni cabeza, de vergüenza ajena y todos los colores), aunque en este caso el tema es más complejo porque gracias a internet mucha gente que antes estaba en la oscuridad ahora puede mostrarse y decir lo que quiera sin tapujos... Yo he paseado por ahí y he llegado a ver cosas increíbles, porque la gente está muy mal y necesita desahogarse, aunque para hacerlo según cómo sería mejor que se mantuvieran al margen... bueno, allá ellos, al fin y al cabo estamos en un mundo libre (al menos teóricamente)... De una manera u otra a los que más o menos tenemos dos dedos de frente sus tonterías nos sirven para reír, que nunca viene mal.

Un saludo.

DeRedes dijo...

Antonio, ¿no vendería usted el blog a los yankis?.
¡Es que tantos días sin saber de usía despues de escribir estoooo! da que pensar.

Anónimo dijo...

Pa mi que s'ha fugao con los 7.000 leuros... Y nos ha dejao tiraos como una colilla.

Antonio Piera dijo...

Os pido a todos disculpas por este forzoso retraso, pero es que andaba anonadado. Ya se sabe que no es ese el estado propicio para comunicarse. Si acaso, para abrir la boca de par en par sin decir nada. Es como estar ante las cataratas de Iguazú. ¿A quién en su sano juicio se le ocurre decir algo? Las miras, percibes, valoras, aprecias y te sientes absolutamente minúsculo... Como para hablar, oye...
Gracias a los nuevos, esa espía que me espiará, esa/e reyes, ese peliculero Martín Garrido, y a los de siempre, entrañables oyana, Eduardo, anónimo, don Pedro, Grendel, deredes..., ¡qué os voy a contar! Seguro que me he vendido a alguien alguna vez, pero no tengo nada claro haber cobrado lo que esperaba. Así que, últimamente, ni a eso llego.
Un abrazo a todos.