lunes, 15 de septiembre de 2008

revival

Cuando me creía que ya la cosa estaba dominada vuelve a comenzar como si nada hubiera pasado. Profundizo. Me informo, deshabilito, descargo, retoco y vuelta a empezar. Troya ataca ahora con amagos más débiles pero su constancia es de libro. Insisto. Retrocedo para tomar impulso. Me cargo el Explorer. Lo dejo reducido a la nada, ya no es el preferido de mi máquina. Que se joda, por dejarse tan fácil como una jenny fumada. Toqueteo el registro, incluso. Busco motores, autoruns y tal, mato dlls como un poseso, extermino archivos, que caen como moscas, pero ahora mismo puede ya decirse que tampoco volviendo a traición ha podido conmigo. Menos mal que mi chica me lo recordó. ¿De dónde eres tu? Preguntó, sabiendo la respuesta. Aragonés, le dije. Pues eso, contestó ella.

No es extraño que las cosas vuelvan a uno. Las mal cerradas e incluso algunas que ya no recordabas, y últimamente me pasa. De repente, me aparece una respuesta en el facebook de un amiguete tan lejano que hacen falta prismáticos para recordarle. Ahora es el dueño de un periódico nacional y sigue jugando, lo que me encanta y enternece. También de golpe, como pasan estas cosas, vuelve del pasado un proyecto monumental del que anduve enamoriscado y que di por perdido hace casi un año. Regresa como si tal cosa, haciendo bueno el decíamos ayer de Unamuno, y hasta es posible que me exija respuestas.

También reaparece mi Zaragoza vía móvil, en varias ocasiones, ahora que se acaba de terminar la pesadilla Mundial, vegeta el Real malamente en Segunda y amenazan las fiestas con su imán a todo gas. Me hablan del Plata redivivo y me emociona pensar que el Tubo sea de nuevo con su retorcido atractivo de fritanga exterior y malos pasos. La última vez estaba en obras y me pareció condenado a desaparecer.

Me llega a lectura una novela recién parida, con olor amniótico impregnadas sus páginas por la que desfilan de nuevo (vuelven) personajes que en mano de su autor amigo reencuentro y disfruto. Oiréis hablar de ella, porque es y va a ser un tiro, pero esperaré a que salga para recomendarla. Ya voy por la segunda lectura y me llegó ayer, imaginaos lo que me estaré divirtiendo.

Reaparecen así, en fases concretas. Parecería que su concentración quisiera indicar algo. Cosas, personas, recuerdos, vivencias, imágenes, discusiones y hasta argumentos se vuelven a hacer presentes exigiendo su reconocimiento no ya como historia sino como presente indicativo. Puede que algunos sean virus, pero no habrá caballo troyano que consiga que mi disco duro reaccione a nada que no sea la más exquisita expresión de mi propia voluntad. He dicho.

Nota. La ilustración es de Genovés.

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues ha dicho usted muy bien.

Cuando vi "2001 una odisea en el espacio" me pareció una gran fantasía el hecho de poder imaginar que las máquinas intentaran dominarnos (aunque no era ese el tema principal). Ahora veo que no es que ellas lo intenten, es que nos hemos sometido de tal manera que somos incapaces de recordar un número de teléfono porque para eso está la agenda del movil. Por eso, me apunto a su frase final.
Un abrazo

Más claro, agua dijo...

Si ese libro es el que me imagino, estamos sincronizados en el goce. A ver si convencemos al autor de que se baje al Sur para celebrarlo ;-)

Anónimo dijo...

¿Qué representa la ilustración de Genovés?
Y, otra cosa. Odio parecer pedante, pero bueno: el "decíamos ayer" no era de Unamuno, sino de Fray Luis de León (yo también casi meto la pata y pongo Gonzalo de Berceo). Un saludo.

Antonio Piera dijo...

Pues habría que preguntárselo a don Juan, Gustavo, que tituló esta obra "Hoy como ayer", por lo que me pareció bien traída para ilustrar el "Revival" en que vivo. Y tiene usted razón. Lerdo yo al atribuir la famosa Dicebamus hesterna die a don Miguel, pero es de estas cosas que se te meten en la cabeza y ni revisas. Disculpas a todos.

El libro al que me refería no es ese, Eduardo, pero igual da. Y no me llamo Antonio si no consigo de la bondad natural de don Pedro una inmersión en este Sur de nuestros amores.

Anónimo dijo...

A la que logre desenliarme de ciertos asuntos promocionales -y otros personales-, tenga por seguro que no me costara en absoluto hacer esa inmersión, mon ami. Me lo apunto en la lista de "citas inexcusables".

Abrazos,
Pedro de Paz