viernes, 31 de diciembre de 2010

¿año nuevo?

Aunque los buenos deseos de felicidad y bienestar hacia deudos, parientes y amigos deban seguir manteniéndose en periodos de crisis como estos,cada vez me resulta más difícil hacerlo sin sonrojarme. O sí lo hago, pero con la boca pequeña del incrédulo. ¡Feliz año nuevo!, lectores que por aquí quedáis de pasados esplendores, recalcitrantes amigos todos.

Pero no me pidáis que mienta, porque me temo que la que nos espera sea de abrigo. Recuerdo que, cuando se desencadenó esta última crisis, muchos nos dedicamos a intentar desentrañarla y presagiar sus alcances. Era ya entonces innegable que la avaricia de los mercados, es decir de bancos y demás especuladores, había sido castigada por su propia miseria, jugando eso sí al riesgo con los recursos ajenos (dineros privados) para obtener beneficios propios. Presenciamos entonces cómo los gobiernos, acojonados, se servían del dinero público para acudir en socorro de esos mismos bancos privados y minorar los riesgos de una caída brutal del sistema. Estos enormes parches (ante los que muchos exigíamos condiciones de control financiero, que favorecieran la recuperación potenciando préstamos a familias y pymes y que se escribieran negro sobre blanco plazos e intereses para la devolución de estas intervenciones), sirvieron sin embargo para todo lo contrario. Los mismos especuladores que habían creado la crisis entendieron pronto que su fuerza se había multiplicado y que tenían a sus pies a los debilitados Estados, de forma que se empezaron a aprovechar de esta reciente realidad especulando y acosando, mediante operaciones de deuda, a los mismos gobiernos que habían descapitalizado sus arcas para reflotarles.

Era (y es) como si tu vas tan ricamente en tu barco y encuentras gente que grita que se ahoga y te quitas el chaleco salvavidas y se lo tiras, tras lo que se suben al barco y ocupan el lugar de la tripulación, acosan a los navegantes y cambian a su antojo el rumbo, siempre bajo la amenaza de que, si no haces lo que te dicen, se vuelven al agua y se ahogan, arrastrándote al hundimiento. No será lógico, ni humano, pero es lo que está pasando.

Ahora, pues, los gobiernos obedecen las instrucciones de empresas privadas que califican los riesgos a su antojo (las mismas que en mitad de la crisis seguían apostando por bancos en bancarrota sin que les temblara el morro), y todos juntos consideran que los trabajadores españoles ganábamos demasiado, producíamos poco y teníamos excesivos privilegios, con lo que le ordenan a un supuesto socialista a sus órdenes que nos enderece y nos ponga firmes. Porque de sanear la economía, corregir excesos presupuestarios, minorar las sangrías autonómicas, cargar de impuestos a especuladores, recuperar dinero negro o acabar con el fraude fiscal, ni se habla. Ni de tocar los privilegios de las clases dirigentes, ya sean las económicas o las político-económicas enquistadas en las estructuras de partidos, patronal, sindicatos, ayuntamientos o autonomías.

Yo os desearía un feliz año 2011, pero me temo que a finales de enero nos espera un rescate que será una nueva vuelta de tuerca que añadir a los subidones de la luz y del gas, el IVA, la gasolina, el tabaco y los transportes, para que la vaca de la población entregue su leche hasta las últimas gotas y los mercados sigan haciendo así su agosto.

Asín que me temo que será poco feliz este nuevo año negro.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Feliz año nuevo, muy bien Maria,
eso es lo que tenemos que hacer, yo soy autonomo, por calificarme de
algo, y lo que hago es currar mas,
no es la solucion, pero me quedo mas tranquilo,lo que esta claro es que juegan con nosotros como quieren.
Por cierto Lisboa y Sintra preciosos.
Feliz epifafinia del Sr, o buen dia de Reyes y disfrutemos de las caras de esos niños inocentes y felices, que va a caer telita en los meses proximos.
Un saludo S.I.

Más claro, agua dijo...

Comencemos, pues, el nuevo año con las pi(sto)las cargadas...

FELIZ DOS MIL BANG BANG ;-)