os debo una explicación
Desde aquel balcón del Ayuntamiento, un genial Pepe Isbert resumía el discurso vacuo y reiterativo de la autoridad municipal con el inenarrable: "como Alcalde vuestro que soy, os debo una explicación...". Me sonrío para dentro cada vez que evoco aquella imagen, que para mi coleto siempre valió mil veces más que mil palabras, con el gordo Morán asintiendo complacido a su lado en Bienvenido, mister Marshall. Lo cual apenas tiene nada que ver con lo que hoy voy a publicar, pero sirve para introducir el tema de explicar previamente el desconsiderado abandono con que castigo en verano año tras año a esta querida página, agravado ahora por la moderna actividad revolucionaria que me implica desde que tomé la Plaza de España aquí, en Rota, en compañía de otros. Entre las apreciadísimas visitas de amigos y familiares queridos a este rincón de las españas y esta indignada respuesta callejera que me ocupa, ando fatal de tiempo, además de que me siga liando con dos de pipas como acostumbro, de modo que voy a copiar y pegar a continuación un artículo que acabo de escribir a petición de la IU local para su remozada revista, en el que intento ilustrar las razones y causas de nuestro movimiento 15M y así, de paso, os lo cuento a vosotros, por si fuera de vuestro interés. Ahí va.
De Rota, la Villa, camisetas amarillas
Cuando alguno de los muchos ciudadanos que sienten curiosidad por el movimiento 15M – tan a menudo insatisfecha-, me preguntan por los contenidos de nuestras reivindicaciones, o quieren saber quiénes o cuántos somos, les suelo enseñar un papel. Un día de antes del verano, cuando las asambleas eran diarias, uno de nosotros propuso que tomáramos todos la palabra para expresar en voz alta por qué estábamos reunidos, por qué acudíamos a las asambleas. Cada uno, tras explicarse con el corazón en la mano, debía sintetizar o resumir sus razones en una palabra, y se nos ocurrió tomar nota y elaborar con ellas un árbol de palabras. Ese es el papel que muestro a los curiosos y que reproduzco aquí para que me ayude a explicarme mejor al intentar resumir qué es y qué representa la Asamblea Democracia Real Ya de Rota.
Al repasar este árbol de palabras se puede apreciar sin duda la enorme variedad de razones y motivos de los que estamos aquí. Algunos, esperanzados, otros aburridos pero todos muy hartos e indignados cada vez que comprendemos que nos la han dado con queso. Que los poderes públicos no nos representan, que no son ni actúan como pensábamos que lo hacían, que a menudo han hecho de la política, que no es otra cosa que la manera de servir mejor a las aspiraciones y necesidades de los ciudadanos, tan solo una forma de vida. Cada vez que comprobamos tal cosa, y creedme que basta con someros repasos a la prensa diaria o con apreciar los actos y declaraciones de nuestros munícipes, por mencionar algo más cercano, nos hierve la sangre, porque hemos descubierto además, en estos apenas dos meses que llevamos en la calle, que no somos conformistas.
¿Qué nos ha pasado, si hace poco más de sesenta días estábamos todos en casa enrollados con nuestros quehaceres? ¿Qué nos ha conducido a afrontar con decisión y una punta de orgullo las incomodidades de nuestra actual pelea diaria? Yo diría que dos cosas, principalmente: la decepción, por un lado, larvada en los adentros de cada uno tras años y años de esperanzas frustradas, de impotencia ante actuaciones de los políticos (tan desconcertantes como inexplicables en clave de honestidad), de asco frente a cada uno de los millares de indicios de corrupción, de rabia ante unos legisladores que ignoran por sistema al pueblo y protegen a los poderosos, de estupor ante una Banca feroz que no conoce límites en su brutal avaricia y a la que toda la clase política le baila el agua porque dependen de su dinero, que ha inventado una crisis especuladora para después aprovecharse de ella, de unos sindicatos y partidos domesticados a golpe de subvenciones y prebendas, de unas instituciones refugio de los represores de la no tan lejana dictadura..., decepción por sentirnos a menudo agraviados, despreciados y olvidados, porque nos pretendan obligar a que renunciemos a nuestros sueños de bienestar, de trabajo en paz, de justicia y libertad.
Pero, por otra parte, la enorme alegría de comprobar que no estábamos solos, que éramos miles, quizás cientos de miles, los que estábamos y estamos indignados y hartos, tanto los que nos lanzamos a tomar las calles y las plazas como los millones que nos miran con simpatía desde las encuestas, o que pasan a nuestro lado cuando nos encuentran sentados en el suelo y, simplemente, sonríen. La alegría de sentirse y saberse acompañado, rodeado, asumido, comprendido y abrazado por tantos que son tan uno como uno mismo. El bestial subidón de las concentraciones de la Puerta del Sol, el clavel reventón de la más exquisita horizontalidad y del asamblearismo más participativo e innovador, de los imprevisibles recursos organizativos surgidos de la nada, del eslógan perfecto, de las comisiones de trabajo y respeto, del dominio de las redes sociales, de la frase más acertada, del pensamiento más libre y positivo. Hacía falta una explosión como la del 15 de Mayo para asomar al mundo entero que no somos de un pueblo de bueyes y que los yugos que nos quieren poner habrán de acabar rotos sobre sus espaldas, sobre las espaldas de ellos, las de quienes han creído (desde la Europa de los falsos mercados, desde el neoliberalismo más negro, desde el capitalismo especulador, desde las covachas de los políticos pesebreros, desde las falsedades de los dueños de la información, desde su crisis esgrimida como espada de Damocles...) que podían hacer con este pueblo cualquier cosa que pretendieran.
Aquí, en Rota, tenemos unas lupas muy grandes para mirar a través de ellas cuanto digan y hagan nuestros políticos locales, unas camisetas amarillas que nos identifican cuando salimos a intervenir en todo lo que le afecta al pueblo, que es todo, y muchas ganas de que se acabe para siempre el tiempo en el que nos podían hacer de todo. Que hemos dicho ¡Basta!
Como opinión personal,
Antonio Piera
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1 comentario:
...Y echado a andar. Acompáñate de jóvenes pues no tienen el lastre de la memoria, si acaso el de la historia.
Yo sigo quieto, preguntándome cómo y cuándo perdimos la ilusión. Dónde fueron a parar nuestras amadas utopías -tan inalcanzables por ahora como la Estrella Polar- que nos señalaban el Norte. Suerte Antonio en éste nuevo empeño y espero que algún día me alcance la ilusión y dejar así de sentirme históricamente derrotado.
Un abarazo.
¡Salud!
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