refranes

No recuerdo si os he contado que ando arrastrando ciertas
dolencias que me han obligado, por el momento y espero que por corto plazo, a
depender de otros para mantener la movilidad en la que me desenvuelvo
habitualmente. Pero ese es el caso, al menos en una de sus vertientes, y en ese
plano exacto es en el que debo deciros con orgullo y repleto de satisfacción
que los amigos sí han dado un claro paso al frente y han cubierto con creces (y lo siguen haciendo) hasta las mínimas
apariencias de necesidad para prestarme raudos su más desinteresado apoyo
logístico en el sector automoción y transporte.
Quiero creer, y ciertamente creo, que tal abundancia de
respuestas positivas a mis necesidades particulares se pudiera deber a cierta
reciprocidad bien entendida, nunca como deuda sino como respuesta adecuada. Al
menos, os aseguro que es lo que más me gustaría que estuviera sucediendo. Pero,
vamos, que esté sacando lo que en su día metí, así, sin anestesia, debo deciros
públicamente que no me tranquiliza. Que, incluso, me predispone algo en contra.
Que me niego a aceptar la lógica de ese frío refrán.
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