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jueves, 31 de mayo de 2007

...y se hostió


Lo malo que tiene tirarse en paracaídas es cuando no se abre. Alguien debería habérselo explicado a Sebastián cuando Zapatero le enrolló con lo de Madrid, y el hombre empezó animoso a sacar pecho. He venido para quedarme, afirmaba a los cuatro vientos. No hay duda de que ganaremos en Madrid, pero en el caso poco probable de no conseguirlo seguiré en el Ayuntamiento. Aseguraba.
¡Pobrecillo! Ni idea de dónde estaba, ni de la que le esperaba en una FSM hecha de políticos con el culo pelao aunque totalmente incapaces de poner en pie para la capital una alternativa coherente. Especialistas en medrar, vacilar, llevárselo y permanecer aferrados al espacio duramente conquistado, el cuchillo entre los dientes y la mirada aviesa, ya desde cuando Tierno se refería a quien sería su sucesor con el gracioso remoquete de Juanito Precipicios. Agrupados en banderías, grupetes, filias, fobias, familias y servidumbres, todos contra todos hasta la derrota final. Lo del Mercado de Valores, una nadería al lado de estos esteparios.
¿Una muestra? Ahora va Leguina y larga: "Tampoco se puede echar la culpa sólo a los candidatos, ¿que no han estado muy brillantes? Obvio era. Pero no son sólo los responsables, hay detrás bastantes problemas. El primero es la forma de trabajar de este partido en los últimos años. Yo, en esta campaña, sólo he hecho dos mítines. Podría haber hecho más pero no ha querido Ferraz. Allá ellos". Y añade: "Rafael Simancas ha convertido a la FSM en una alfombra para que por ella pasara la ejecutiva federal, especialmente, José Blanco. Y, cuando uno se pone de alfombra suele pasar una cosa elemental, que a uno lo pisan y si viene algún perrillo, lo mea, y eso es lo que ha pasado". Y concluye: "Le pregunto a Zapatero: ¿por qué dos veces seguidas ha ofrecido la Alcaldía a dos amigos personales suyos? ¿Cómo que no tiene responsabilidad en lo que ha ocurrido? ¿Por qué se marchó Trinidad Jiménez sin que el PSOE tuviera un recambio?"
Pero..., ¿dónde ha largado don Joaquin de esta guisa? Pues, ni más ni menos que en telefacha, perdón, telemadrid. Es curioso este hombre, revolcado por Fernando Morán, revolcado por Zapatero cuando apoyaba a Bono, tras 20 años sin comerse una rosca de las de la foto, ni lista ni tonta ni ná, va ahora y descubre un solo culpable, con efecto retroactivo.
No tiene papo ni nada, el literato.

lunes, 28 de mayo de 2007

balance privado de esta elecciones

Ahora que todos andan tan contentos porque han ganado, y aprovechando este brevísimo impasse de un par de días antes de que vuelvan a tirarse los trastos a la cabeza, que seguirán, os quiero gratificar con algunos pensamientos y elementos para el análisis de estas elecciones, puesto que nadie me los ha pedido. Antes, dibujemos el punto de partida:

- Si yo fuera Rajoy no estaría tan contento. Cambiar 160.000 votos por la pérdida de gobernabilidad en dos comunidades autónomas y nueve grandes ciudades, además de un par de miles de concejales, no me parece un trueque favorable.
- Si yo fuera Zapatero no bailaría en una pata. Subir en número global de concejales a cambio de perder en Madrid por humillante goleada y sobrevivir en base a acuerdos de difícil interpretación no me parece para tirar cohetes.
- Si yo fuese Llamazares no sería feliz. Haber perdido más de un 13% de los votos que tenías, pese a incrementar los concejales y sin aprovechar para ser la alternativa frente a la crispación se parece demasiado al estancamiento, cuando no al fracaso. Hasta Córdoba peligra.
- Si yo fuera un político convencional no aplaudiría con las orejas, porque la participación ha bajado pese al énfasis virulento de las campañas, lo que demuestra que la crispación no consigue interesar al ciudadano. El desinterés se viste de abstención.




Lo que pasa es que la lectura global de número de votantes de cada partido no es más que el chocolate del loro en unas elecciones locales, salvo que se utilice para insistir en la peregrina idea de que esta consulta resultaría equivalente a unas primarias, lo que no es cierto. Entre otras cosas, si así fuera, la izquierda vencería por más de un millón de votos en unas generales, y sabemos que no será así. Leer estos resultados como intención de voto a un año me parece un error manifiesto.

Sí aparecen datos que resultan reveladores. A la muerte de los “cinturones rojos” de las grandes ciudades se añade el certificado de defunción del de Valencia, que era de los pocos que resistía. El proletariado ha dejado de existir oficialmente y la conciencia de clase está siendo sustituida a marchas forzadas por la tele digital y porque el metro llegue a la puerta del barrio. En Madrid, tan sólo Vallecas aguanta el tirón.

El electorado no parece sensible al discurso típico de la corrupción urbanística (léase Murcia o la costa mediterránea) al pensar que lo mismo robarán unos que otros. Sólo con cierto radicalismo frente a la exageración (auge de IU en el feudo del “pocero”) se puede obtener respuesta en las urnas.

De la política del PP frente a los nacionalismos, basta mirar los resultados. Que Batasuna sume los 160.000 votantes, no es más que más de lo mismo. Nada nuevo bajo el sol euskaldún. Que no se detenga a sus manifestantes en las mesas electorales, una vergüenza.

No me resisto a mirar hacia Madrid, en fin, pese a que sus resultados me han levantado ampollas en la piel. La dejación de sus obligaciones por parte de la FSM del pesoe da urticaria. El desprecio por el electorado que supuso proponer a Sebastián y mantener a Simancas, anteponiendo el equilibrio interno de partido al compromiso con tu propio electorado, ha recibido un varapalo impresionante. A ver si aprenden. Al peso que han adquirido electoralmente Aguirre y Gallardón cabe oponerle no sólo lo mejor de cada casa, sino una campaña repleta de ideas y de alternativas, trabajada, contrastada y muy bien presentada. Al dinero en propaganda (que el PP ha gastado a espuertas), sólo cabe enfrentarle más dinero, a la imagen más imagen… Si no, apaga y vámonos. Palabras frente a metro y quejas frente a obrones, no van a ningún lado.

En cuanto al poder local, cada vez creo más en alternativas honestas de gestión y en erradicar definitivamente las promesas de una campaña. Como ideología, la justa, la contenida en la naturaleza de los cambios propuestos.
La palabrería, señores, está dejando de surtir efecto.