lunes, 1 de noviembre de 2010

trivialidades

Antes, en Rota, se comían las espléndidas calabazas que daba la arenosa tierra de por aquí. Ahora sospecho que excavan en ellas hasta vaciarlas, las recortan con ventanas a modo de ojos y horrible sonrisa y les ponen dentro una vela para celebrar, al yanqui modo, como noche de jaloguín lo que antes eran los Tosantos. No me quejo por ello. Las cosas cambian. Este es uno de los pocos lugares, además, en que la influencia norteamericana tiene alguna poderosa razón de ser, por aquello de la Base. Pero no es menos cierto que me da bastante congoja comprobar cómo en España prende mejor lo foráneo que lo autóctono en el ánimo de las mismas gentes que rechazan las tradiciones propias por aburridas y antiguas. Es una parajoda, que diría un amigo listo que tengo. Una torpe, reiterada, incomprensible y boba paradoja, ciertamente, pero también me parece una reacción frente al habitual contenido religioso de las tradiciones de este país cada vez más laico. Puede que esta dependencia tradición-catolicismo explique un poco que las autóctonas vayan de capa caída y vayan siendo sustituidas por las más terrenales aunque sean ajenas. ¿A que no pasa lo mismo con los Carnavales? Vaya usted a saber...

Dejando este tema de lado, os quiero contar otra trivialidad. Hace unos días, leyendo un genial texto/collage de Felipe Benítez Reyes, uno de los varios escritores de calidad que pululan por esta literaria Rota de mis entretelas, se me ocurrió contestar a un capítulo de su libro con una trillada anécdota, no por conocida menos graciosa, y me apeteció escribirla un poco "a su modo y manera". Una chorrada, evidentemente, una especie de divertimento que os reproduzco a continuación ya que el asunto de hoy va de trivialidades. Ahí va:

El auténtico destino de la sirena roteña.- Sostiene Benítez, en su maravilloso libraco de formulaciones tautológicas, que todos los marineros han soñado alguna vez que follan con una sirena* (sic). Doy por bueno su arriesgado aserto y lo asumo, por lo que no ha de ser mi afán llevar la contraria en este escrito a tan egregio autor, a quien admiro cabalmente, sino antes bien proclamar las consecuencias que tal afirmación hubieran en los mares roteños, en cuanto a mi entender alcanza. Que no diré yo que tan lúbricas como sospechosas ocurrencias no hayan podido hallar su acomodo en algunas mentes marineras (soñar y desear no siempre son la misma cosa, aunque a veces lo parezca), lo mismo que yacer con ovejas pudiera caber o cupiera en calientes cabezas de pastores de escasa continencia, sino que tamaños desvaríos sexuales son muy a menudo rechazados por sus autores no por impropios y desmedidos, que antes bien por francamente irrealizables, preferentemente en el marino ejemplo (que no en el otro ejemplo, como intuimos algunos). Pero tal rechazo no se explicaría -y ahí discrepo con el autor- tanto porque al subir la sirena a bordo comprobaran que su imagen no se ajustaba a sus primarios patrones iconográficos (más sic), como él asevera respecto a la imagen de cabezahuevo que acompaña al texto, sino antes bien, diría yo, al resultar imposible para los excitados soñadores locales, tras revisar profunda y concienzudamente el haz y el envés del femenino híbrido mitológico de tan hermosos cantares como senos, hallar en ella un por dónde una vez que ya habían asumido en plenitud cada uno de los muy previamente controvertidos porqués. Fuera tamaña su decepción, nunca resuelta -además- por la involuntaria protagonista, que, en contra de lo que arbitrariamente sostiene Benítez, me consta que los frustrados marineros vendieron a la cooperativa como pescado solamente la mitad inferior de la criatura, guardando el capitán para sí (tras sajarla cuidadosamente por la línea de puntos que unía o separaba, según se mire, las partes humana y pisciforme de la bella), la mitad superior; la cual, coronada con un gorro frigio que rodaba por su casa sin encontrar mejor acomodo, preside desde entonces, retrepada en un pedestal, el acceso principal de su vivienda, a modo de busto evocador de aquella Marianne de la revolución francesa que tanto se parecía a Brigitte Bardot, aunque los rasgos de este ejemplar evocaran, más bien, los de la delegada de cultura de la localidad.

¿Habéis probado la cola de sirena a la roteña? Casi nada.


* Pag 53, pfo 2º, Formulaciones Tautológicas, Informes y Collages de Felipe Benítez Reyes, Zut Ediciones, 2010.

4 comentarios:

Nacho M. dijo...

Con permiso.

Leyendo su post en este blog del que soy devoto seguidor, he llegado a la conclusión, que puede ser errónea, de que las sirenas también fueron víctimas del machismo recalcitrante. Sé que esta aseveración me puede llevar a áridos jardines de difícil salida, pero siguiendo un método comparativo no hay más que ver que el también híbrido humano animal, llamado centauro, en el plano sexual sospechosamente ganó con el cambio.

En cuanto al difícil, exótico y exquisito plato que nos recomienda a lo más que me he acercado es a la corvina, a la que algunos ejemplares que he contemplado pueden llegar a semejarse a orondas sirenas.

Reciba un cordial saludo.

¡Salud!

Anónimo dijo...

Yo siempre había sido antijalogüin, pero no tanto: me repatea tanto el que celebra esta festividad (que, digan lo que digan unos y otros, tenía reflejos idénticos en esta nuestra tierra, por aquello de los celtas; mi pueblo, Huertas de Ánimas, verbi gratia) por moda, como el que se opone a ella desde el chovinismo (ya que luego se hincha si una tradición española prende en otro país y se enfurece si hay puristas allí que se oponen a ello). Si la gente se divierte, pues mira que bien tú, aunque la razón, si me lo preguntas, es como siempre económica, y quizás sea una moda pasajera (cosa que dudo porque lo llevo diciendo desde hace 10 años o así).

Anónimo dijo...

Muy buen dia, dia maravilloso este primero de noviembre, el sol fuera y picante si le buscas, como lo busca la sirena-delegada, que busque mejor soluciones a los problemas del pueblo, y ZP que haga lo mismo, y Rajoy mas aun.
Estos si que son fantasmas y paso noches de terror con ellos.Aunque siempre estara el sireno de F.B.
que ayuda a olvidar. Salud y leanle
S.I.

Antonio Piera dijo...

Tiene razón, amigo Nacho. El centauro tenía a su favor un más que generoso conqué. Pruebe usted la corvinata, ya que estamos en ello, o la sin par urta de pincho al modo de aquí. Delicatesen.

María, hermosa vecina, el escrito sí que es mío, aunque al modo y manera de Benítez (presumo), por lo que la sangrienta y cortante metáfora me es debida, aunque no me ufane de ello.

Gracias por venir, Gus y Sergio. Bien traídas las acotaciones y a seguir esa recomendación a la lectura.