miércoles, 1 de junio de 2011

de vergüenza

Es este país nuestro un país de contrastes radicales. Lo mismo su juventud inesperada se echa a la calle e imparte lecciones de civismo y democracia real, que sus llamados "padres de la patria" dan a la luz un diccionario cuyo contenido me avergüenza hasta los límites de lo intolerable. La Real Academia de la Historia acaba de presentar (con el rey y la ministra Sinde de padrinos) los primeros 25 tomos del pomposamente denominado Diccionario Bibliográfico Español en el que, bajo la coartada de artículos firmados dedicados a los personajes del tramo histórico que abarca, se realiza un panegírico tan asqueroso, parcial, filofascista y ahistórico de la República, el franquismo, la Guerra Civil, la transición y la etapa democrática que muchos lo consideramos ya, en término acuñado por nuestro ínclito Eduardo Cruz, como bien me acaba de corregir mi amigo escritor Montero Glez., más un verdadero Miccionario que un Diccionario.

No podía ser de otra manera, hay que reconocerlo, por dos motivos. Porque entre los miembros de esta llamada Academia han ido encontrando su refugio perfecto buena parte de esa deleznable cohorte que forman los jerarcas militares trasnochados, cardenales, marqueses, caballeros de la Orden de Malta, duques, condes, altos cargos de pasados gobiernos peperos..., y otras gentes de similar calaña, y porque fue encargado y pagado de antemano por la impresentable Esperanza Aguirre como flor del pastel en que convirtió su paso por Cultura como ministra del ramo para Aznar en 1998. La actual presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid no sólo encargó su elaboración, sino que dotó a la Academia de una subvención de 6,4 millones de euros (más de 1.050 millones de pesetas) del dinero público para costear esta mamarrachada, gracias a la cual tenemos que leer que Franco fue un valeroso militar que instauró un régimen autoritario pero no totalitario, que Negrín fue un dictador o que la propia Aguirre mantuvo heroicas actitudes en Bombay o en el accidente del helicóptero. Claro que no cabía esperar otra cosa de un diccionario en el que el artículo sobre el criminal Franco lo escribe el historiador Luis Suárez, presidente de la Hermandad del Valle de los Caídos.

Pero, además, que sea un gobierno que se proclama socialista el que presente y avale este auténtico atentado no ya contra el rigor de la Historia, sino contra toda decencia, honestidad y hasta un mínimo sentido común es algo que todavía me avergüenza más que el mismo Miccionario. Que el Ministro Gabilondo, bajo cuya autoridad se encuentra la Academia, no haya retirado de la circulación este pomposo y aberrante mamotreto afirmando en cambio, sin pudor alguno, que "el poder político no debe controlar al poder académico" o que la impresentable ministra Sinde de Cultura apenas haya "solicitado la revisión" de este auténtico compendio del pensamiento fascista español pagado con dinero público me resulta tan inexplicable como no escuchar voz discordante alguna de algún miembro de la AdH, independiente a priori de la rancia gerontocracia dominante, como Luis Alberto de Cuenca o Carmen Iglesias.

En Alemania, país que no es nada sospechoso de progresismo y menos desde que Angela Merkel reposa sus posaderas en el sillón más alto del organigrama gubernativo, cualquier embellecimiento de Hitler realizado desde un estamento oficial y financiado con dineros del contribuyente habría supuesto con toda seguridad la inmediata dimisión de los ministros responsables, la retirada tajante del libelo, la subsiguiente depuración de responsabilidades y una obligada renovación inmediata del organismo coautor del desaguisado. Eso mismo es lo que, desde aquí, exijo. Mientras tanto, en España, apenas tibios comentarios entre la clase política.

Por eso seguimos lxs indignadxs en la calle y por eso consideramos a lxs políticos españoles indecentes e inaceptables. DEMOCRACIA REAL ¡YA!

PD.- Habréis reparado en esas equis aparentemente estrafalarias de la última frase. Así es como en asambleasol y su entorno se escribe para evitar el sexismo y la reiteración. En vez de escribir "los indignados y las indignadas", ellos escriben lxs indignadxs. ¿Listxs, no?

PD2.- A mí, en verdad, Ángela Merkel me importa un pepino.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Pues se lo van a comer con patatas... Y a Merkel que la den por donde amargan los pepinos.

Anónimo dijo...

Soy Montero Glez que no sé bien esto del cacharrito cómo va para los mensajes.
Muy güeno el artículo pero el término Miccionario no es mío, es del gran Acillona. Se me adelantó, que conste. Abrazotes, compañero.

Más claro, agua dijo...

El término "Miccionario", compañeros, no es mío, es del idioma. Mía es la aplicación del palabro a esa colección de cagarrutas de oveja (churra o merina, el hedor no las diferencia).

Aunque también me ha dicho que el engendro es, precisamente, todo lo contrario a un miccionario.Vamos, que es "pa mear y no echar gota". Y tienen razón.

En todo caso, gracias al maestro Montero por el detalle de la aclaración y gracias a ti por la referencia y, sobre todo, por el artículo, que es lo que importa ;-)

Salud y abrazos fuertes!

Anónimo dijo...

Muy bueno Antonio, ese es el camino y de él no debe apartarnos nada, ni nadie
Besotes
Lola