los martes me toca
No os he hablado todavía, aunque me temo que sí lo he dado a entender a menudo, acerca de las innumerables ventajas que ha representado para mí la decisión de colgarlo todo y venir a la vera de mi amada. Era, sobre todo, por no poneros los dientes largos, que de pequeño me enseñaron que no es caritativo hacer ostentación de cuanto se posee o disfruta pese a que ver por la tele cómo se lo monta la mayoría en la sociedad que nos alberga me haga, si no perder la fe en aquellos honestos consejos, sí sospechar que probablemente debí ser uno de los pocos que fue a clase el día en que impartieron esa asignatura.
Bueno, el caso es que no había querido entrar en descripciones pormenorizadas de los hallazgos que estamos desarrollando juntos en esta nueva vida, pero no me resisto a contaros que una de las costumbres que mi chica y yo hemos instaurado recientemente (apenas llevo un mes por estos lares) es la de darnos masajes mutuamente un día a la semana. Los lunes se los doy yo y los martes me toca a mí recibirlos. No unos masajes cualesquiera, concretaré más, sino auténticos masajes a la carta, masajes que se llevan casi una hora de esfuerzo, mimo, presión, carantoña y sobeteo, muy profesional, eso sí.
Hoy quiero que insistas en los costados, por aquí, -me ha dicho esta mañana señalando la zona que guarda bajo las axilas. Pues allá que he insistido hasta la saciedad, pasando y repasando, nivea mediante, hasta sacarles brillo, sin olvidar desde luego los hombros, la zona lumbar, tan agradecida, los omóplatos, en cuyos resquicios suelen ocultarse esos nudos y contracturas tan puñeteros que hay que calentar antes para deshacerlos luego pasando y repasando con suavidad y firmeza, ni el cuello, el externocleidomastoideo ni esa tan delicada curvatura allá donde la espalda pierde su honesto nombre para tomar el más rotundo y apetitoso de culo, palabra redonda donde las haya, en algunos caso más que en otros, desde luego. En los masajes que vienen cuando se da la vuelta prefiero no precisar no vaya a ser que se reorienten los contenidos de este vuestro blog hacia materias eróticas cercanas a la más saludable pornografía.
Hoy he disfrutado con ese cuerpo divino de mi pareja y mañana le toca a ella lidiar con esta inmensa extensión ahora sentada ante el ordenador. Me temo que en los dos casos salgo ganando. Je, je, je.
5 comentarios:
Masajes junto al mar... No se me ocurre mejor manera de empezar la semana.
Que usted lo disfrute, amigo ;-)
¿Culo o codo?
¡Usted si que sabe!...
y usted qué ha hecho para merecer semejante paraiso, si puede saberse?
Nada, super, no hice nada. Las cosas me vinieron dadas. Debe ser mi proverbial buena suerte.
Culo, David, sin duda alguna. Gracias josé, lo intento.
Eduardo, si no la mejor, sin duda una de las mejores maneras, sin duda.
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