viernes, 2 de mayo de 2008

de feria

Para celebrar el día del trabajo, mi chica y yo nos hemos ido a la Feria de Jerez. No está mal, incluso está muy bien, pero el caso es que a mí no me gustan las fiestas multitudinarias, ni los empujones propios de las aglomeraciones, ni constatar la grosería social imperante, las marujas apartándote para pasar primero, para beber primero, para cazar la bandejita de pasteles obsequio del Ayuntamiento primero..., ni los tipos mamados que tiran los vasos al suelo, que dan palmadas para asustar a los caballos, que resumen en risotadas su imposibilidad de levantarse una prójima..., ni los altos precios que reniegan de la crisis y horadan tus bolsillos. Nunca he pisado los Sanfermines, y eso que tengo/tenía casa en Pamplona, raras veces hago inmersión en el Pilar, y de San Isidro ni hablamos. Vamos, que no me gustan las fiestas populares, dicho queda.

Aunque debo reconocer que lo de la Feria tiene su punto. Alzo mi copa por el inventor del rebujito, diabólico brebaje disfrazado de frescura inocente pero que se las pinta solo a la hora de darte el puntito en cuanto te descuidas, que es casi siempre. Entra el taimado sin llamar la atención y luego trepa por tus entretelas y te suelta la boca y te aviva el ojo y te vuelve ocurrente, que ya es poderío. Brindo también por el traje de gitana, el de faralaes de toda la vida. Los tíos no, casi ninguno se viste, que son muy serios ellos y no se van a disfrazar por cualquier cosa. Pero ellas... Como dice mi chica, ese traje hace sexy hasta un saco de patatas. Vale. Ya sé que el año que viene nos va a tocar buscarle uno, porque se le iban los ojos casi tanto como a mí. Sólo pensar en cómo le puede sentar un entero de esos..., uff. Me pone. Lo cierto es que resultan espectaculares. Desde las bebesas de meses hasta las ancianas con un pie en el estribo, sin olvidar, ni por asomo, las insoportables adolescentes que así vestidas obtienen mil perdones de antemano. Es un hermosos espectáculo en todas las dimensiones del término, al que unir sin desdoro el sonido de las sevillanas que nace de las casetas, las luminarias del ferial o la borrachera de colores que todavía, y ya han pasado varias horas, me puebla de estrellitas las retinas.

Y qué decir de los caballos. Hermosos, hermosos hasta el hartazgo. Paseando entre las cuadras que encarcelan al noble bruto confieso haber disfrutado como un memo con una piruleta de olores, capa, alzada, mirada..., además de descubrir en mí un sorprendente atractivo para estas bestias. Amor correspondido, se llama. Ha sido emocionante comprobar cómo muchos de estos animales se acercaban a nosotros en cuanto nos deteníamos, escuchaban mi voz y hocicaban apreciando y persiguiendo nuestras caricias a través de los barrotes. Sementales y yeguas, que de todo había y a todos sin distinción les susurraba, por lo que no debe ser cosa de género.

Regreso a vosotros cansado pero contento, que no hay nada mejor que renegar de las certezas de cuando en cuando. Lástima que no hayáis podido venir.

8 comentarios:

Más claro, agua dijo...

Ay, el rebujito... qué gran invento... no de los muchos motivos para venirse y empadronarse en el sur, ¿verdad, querido amigo? ;-)

Anónimo dijo...

Coincido con usted, apreciado D. Antonio, en lo de las fiestas populares excesivamente populares. Nunca fueron santo de mi devoción. Todo ese circo del Rocío, la Semana Santa, la feria de Abril, San Isidro, etc, siempre me ha resultado (con perdón al que disfrute de ellas) de lo más casposo. Y no por lo que tienen de fiesta en sí -me encanta asistir a las fiestas patronales de los pueblos pequeños- sino por lo que tienen de snob, de escaparate, de presunción, de quiero y no puedo y de espectáculo abochornante ofrecido por gran parte de los asistentes.

Pero me alegro de que lo pasase usted bien.

Abrazos,
Pedro de Paz

Anónimo dijo...

Antonio, fuisteis a visitar la mejor de las ferias. Cada pueblo y ciudad gaditana tiene la correspondiente pero ninguna como la de Jerez y, aunque diferente, la de Sanlúcar.

arquitectomirobenito dijo...

El Mediterráneo es así,color,exhibición,exaltación ,explosión,exageración...que le vamos a hacer¡...Hay cosas peores en el mundo...

Anónimo dijo...

Joder, qué buena vida, vive Dios. Y aún queda la eterna, como en el chiste del cura: Padre, cómo se está poniendo, ¿está buena la paella? Sí, sí, muy buena. Buena vida se da usted. Y aún queda la eterna.

Luna Carmesi dijo...

Como dice Pedro arriba a veces la verdadera fiesta, la mas autentica se encuentra en los pueblos pequeños.

¿Rebujito? Ni idea...
:-O

iakitxu dijo...

pues normal me parece que si a un "blanco de verano" le ponemos unas "macizas" vestidas con su ceñido colorido, uno se ponga más alegre de lo habitual y le den igual los empellones del amistoso-empalagoso vecino de juerga o el aliento de la maruja en el cogote.
salud os

Antonio Piera dijo...

Uno, importante, pero no el único, don Eduardo.
También presume la gente del pueblo, don Pedro, de gastarse sus buenos duros sin mirar el bolsillo, aunque no tengan pa la hipoteca. Toda fiesta lleva consigo la vanidad de exponerse en ella, pero en las carreras de Ascott se nota mucho más que si alquilas el traje de gitana porque no te llega para comprar uno. Luego..., a la gente por aquí le gusta bailar y disfrutar y resulta contagioso.
La de Sanlúcar toca pronto, Júcaro. Aunque tardará más Jerez en acercarse al Mediterráneo, es broma.
La eterna debe ser, super, no parar de hacer rebujitos con media de manzanilla, hielos a gogó y hasta arriba de la jarra de sevenup (la receta para luna).
Y si los empellones son de las macizas, ni le cuento, iakitxu.