otra de desengrase, bien por Sabina
Ser uno entre cien españoles es jodido, porque es bien sabido que cinco de cada cien españoles sufren un percance físico durante sus ratos de ocio, mientras uno corre el riesgo de tener un melanoma, siete sufren una rara dolencia difícil de diagnosticar (al final, House va a tener razón con lo del lupus), cinco de cada cien tienen cálculos renales y tres sufren trastornos obsesivos de la personalidad, aunque bien es verdad también que nueve se beneficiarán de la Ley de Dependencia y que algunos pueden además pasar a la gloria con Franco gracias a José María Gironella o a las papeleras de la Historia de la mano de Curri Valenzuela por hundir España.
En este último caso, además de español hay que ser personaje, salvo que seas una camiseta del Che Guevara, que no sé qué es peor; entonces va esta adalid de Telefacha y te mete en un libro en el que te acusa de hundir España, que más parece que los personajes jueguen entre sí con nuestro país a los barquitos, aunque lo hace, eso sí, porque "la izquierda se está volviendo intransigente y ya no hay talante". ¡Jódete y baila!
Uno de los hundidores de estas tierras, desde luego de los más hundidores que conozco es, sin duda, Joaquín Sabina, que es que no para de hundir, el tío, parece una máquina. No es de sorprender a nadie, pues, que el trovador de las alcantarillas se haya sacado de los mismísimos un bello soneto con el que describir sin acritud el espléndido talante de la citada dama, que las toman donde las dan.
Dice así:
Contra Curri Valenzuela
(Que pierde, cuando muerde, la txapela)
Dizque pergeño ripios Valenzuela,
Curri de curro vil, cursi beata,
telepasquín, gallina caponata,
adoratriz de Aznar, Rouca Varela.
Triste como un drogota sin papela,
lerda como unas bragas de hojalata,
torva como un andamio sin bocata,
rancia como el sobaco de mi abuela.
Iletrada, follona, malandrina,
pobre de mí, tumor de las Españas,
confeso de insolvencias nacionales.
¿Qué culpa tengo yo, doña ursulina,
si en tu pubis anidan telarañas
feas, católicas, sentimentales?
(La caricatura es de nuestro dibujante de plantilla, don Jorge)
5 comentarios:
Don Antonio;
Trayendo de la mano su anterior post algebraico, a esta majadera, gañana mal follada, y onanista digital delante de hoja parroquial, no habria que darle pábulo ni en un pixel de su bien traido blog.
Bien traidos los sonetos del Sabina, pero mejor si se hubiera evitado el calentamiento global si ese libro lo hubiera editado la madre del mismisimo topo Giggio, que son ganas de bien tocar la bolsa escrotal del prójimo, y de eregirse en salvapatrias la Agustina de Capirote de la currita.
A mas leer.
Jeje! Genial! Aunque veo que la rabia le ha influido demasiado y no le ha salido demasiado lucido. Pero, ¿cómo coño -y nunca mejor dicho- sabe Sabina que el marqués de Bradomín anida en los intocables de la ilustre doña Curri?
Advierta usted, némesis, que a mi modo de ver un blog personal debe mantener cierto equilibrio entre lo que cuesta y lo más sencillo, entre lo más profundo y lo ligero, entre lo serio y lo divertido. Así me lo planteo yo, al menos, y por eso no considero un desdoro dedicarle esfuerzo y medio a esta rata carroñera.
Tienes razón, Gustavo, pero no me negarás que el primer cuarteto es de antología. El segundo, de fórmula, y los tercetos encadenados forzados en exceso, hasta fracasar en la métrica del último verso, pese a traer bien traídas las telarañas del marqués.
Joder, a mi me gusta Sabina, ¿qué hago?
Lo que has hecho, Beta, no opinar sobre el soneto sino sobre el autor. Enorme contradicción la tuya. Por cierto, nadie mejor que tu para opinar acerca de la caricatura. Un beso.
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