jueves, 25 de octubre de 2007

agresiones

Todos hemos visto el vídeo, el fulano es un chuleta macarra y fascistoide más corto que el salto de un sapo, el argentino no tenía papeles, la fiscalía, el ministro... El asunto así planteado me interesa lo justo, el segundo de condenarlo y listo. Si acaso, otro instante de reflexión acerca del alcance de la xenofobia entre los españoles, por si no lo tuviera clarísimo.

Lo que realmente me intriga y me revuelve las tripas es nuestra actitud al respecto. Nuestra de vosotros, queridos visitantes, y mía. Me gusta pensar que, de haber estado presente, me hubiera acercado al personaje y le hubiera espetado, con voz tonante, algo así como: ¡Por favor, caballero, deje de molestar a la señorita!, engallándome para parecer más alto pero enfatizando el tono, que además de firme como una roca debería ser mesurado. Lo que no tengo ya nada claro es qué hacer ante una respuesta airada o chulesca o directamente agresiva del susodicho personaje. Tengo claro que lo suyo es interponerse entre víctima y agresor, situar el cuerpo propio como pantalla protectora de la agredida. Vale. Digamos que lo hago. Digamos que me atrevo y doy el paso ignorando lo que siempre me dijo mi madre, tu, hijo, no te metas en nada, y a lo que nunca hice caso. ¿Qué pasa luego? ¿Que te mamas dos hostias? ¿Que le alcanzas media mangurrina aprovechando que se te viene encima, en plan legítima defensa? ¿Que se levantan varios más y le afean su conducta hasta que se baja en la siguiente parada? ¿Que, si le has alcanzado y le sangra la nariz, va y te denuncia ante la policía? ¿Que tira de navaja? ¿Que se entera luego de quién eres y te espera a la salida? ¿Que en mitad de la bronca la chica ya no está? ¿Que las grabaciones del metro sirven para que la poli te identifique y se inicie un calvario de idas y venidas a comisaría? ¿Que...

La verdad, yo no sé lo que haría, aunque me guste pensar que a pesar de todo daría el paso. ¿Lo sabéis vosotros? ¿Os lo habéis preguntado? ¿Os ha inquietado al menos saberlo? Joder, estamos construyendo una sociedad individualista e insolidaria en la que caben todas éstas y bastantes preguntas más. A veces pienso que, si me repite el infarto en plena calle, tal vez debiera llevar al cuello al lado de la cajita de cafinitrina un cartel que diga "No puedo estar borracho porque no bebo más que lo justo" para no desalentar a las pocas almas solidarias que todavía podrían llevarme a un hospital para salvar mi vida.

Pero, de todo lo dicho e imaginado, lo que más me preocupa es pensar que hubiera podido mirar para otro lado.

13 comentarios:

Más claro, agua dijo...

Es un gran debate que requeriría su tiempo. Yo, desgraciadamente, no puedo afirmar con rotundidad que saldría a defender a la chica. ¿Me podría el miedo? ¿sería capaz de enfrentarme a ese chimpancé? Quiero pensar que sí, que me enfrentaría, pero...

Anónimo dijo...

Mi instinto y mi caracter me empujarían a que mi primera reacción fuese increpar al agresor en un tono más chulesco aúnque el suyo ( un tono que tampoco necesito impostar demasiado. Crecí en Alcorcón, con eso lo digo tó :D ) al tiempo que sostengo fuertemente la llave más larga de mi llavero (la del cerrojo Faz) entre los dedos índice y corazón por si, en un descudido, fuese necesario chinarle la jeta al susodicho.

Claro que el problema acaba siendo este: Un joven valenciano muere al recibir un golpe tras mediar en una pelea de pareja

Cuando lees cosas como esas, te preguntas "Y realmente, si me veo en un cogollo como ese, ¿qué coño haría?". Por que, como dicen en bolsa, "rentabilidades pasadas no garantizan rentabilidades futuras". El que hayas salido victorioso en más de una ocasión de lances similares no es óbice para que un día te la encuentres de frente. Por el mundo circula gente tan pirada y mangui como uno mismo.

Pero, en el fondo, el problema no está en que el menda se achante.

El problema está en que el susodicho también coja la llave más larga de su llavero entre los dedos índice y corazón.

Abrazos,
Pedro de Paz

Anónimo dijo...

Pienso igual que tú: me gusta pensar eso, como me gusta pensar que al igual que S. Martín partiría mi capa para cubrir a aquel que iba desnudo; también me atemoriza el que me pudiera la impotencia y el miedo. No sé si iba alguien más en el vagón, esa cámara sólo capta ese espacio; pero si hay más gente, en principio tendrían que saltar todos: lo malo es que a veces te dejan solo y te comes tú el marrón.
Por último pido un respeto hacia los chimpancés.

Browner...Seguro? dijo...

Mira.. yo estoy de acuerdo contigo y he entrado en los comentarios con la idea de contarte lo del chaval valenciano, me acabo de dar cuenta de que Pedro de Paz ya lo ha incluido en su comentario, por lo tanto sobran mis palabras al respecto.

Pero es que desgraciadamente es lo que hay, yo creo que si el vagon esta lleno si que me atrevo a plantarle cara, pero yo solo contra el pues la verdad no se si tendria valor o podria mas el miedo a ser agredido, no me he visto en la situacion y deseo no verme nunca en ella, pero lo que si se es que me sentiria muy mal y que me gustaria darle dos "HOSTIAS", pero quizas el miedo fuese superior.

Blasfuemia dijo...

A mi también me gustaría pensar que me levantaría e increparía al tal Sergi, incluso intentaría sujetarle, interponerme. Pero soy consciente de la realidad: si sólo estuviera el agresor, la agredida y yo, a poco que se me remontara el muchacho yo me encogería, porque es más alto y más fuerte que yo. Y no quiero sentirme mal por ser consciente de que una de las posibilidades de acción que yo hubiera tenido podría haber sido acojonarme. Seguramente luego me hubiera acercado a la chica, la habría acompañado a denunciar... no sé. Me habría indignado, seguro. Pero puede que también hubiera tenido miedo. Tener miedo al miedo es peor que el propio miedo, así que el primer paso será reconocerlo.

A mi me está encrespando bastante este tema, porque (lo he repetido ya varias veces) percibo mucha hipocresía sobre lo que se está diciendo y haciendo. Educación. Esa es la clave. Porque lo que nos han puesto en imágenes está pasando ahora mismo en algún colegio, instituto, calle, tren, metro... simplemente porque la victima es "diferente" (débil, extranjero, homosexual, discapacitado, tímido...). ¿Dónde estamos mirando?

Juan Pedro Ayllón dijo...

Tiempos chungos para los caballeros andantes. Ya me ocurrió algo similar a lo que al pobre chico valenciano y pasé de defensor a agresor. A estos hijos de la grandísima Messalina no les vale una chulería verbal más grande que la suya, sino una buena hostia con el puño cerrado, a traición, con carrerilla, y a ser posible que les queden secuelas para el resto de su miserable vida.

Lo malo del tema de la chica ecuatoriana es la repercusión tan brutal que ha cogido el cabrón-agresor... parece una Vedette.

J. G Centeno dijo...

No creo que debamos cargar las tintas sobre los que permanecen impasibles, es un mal social, del que todos somos, en mayor o menor medida, responsables. El individuo en cuestión, que por otra parte es un simpatizante de Yniestrillas, y eso le define, debería estar en la cárcel, y con él todos los que piensan como él, hasta que modificaran su forma de pensar. Pero lo más preocupante es el racismo que subyace en el conjunto de la sociedad, y que aunque parezca increíble ha salido a la luz con algo tan, aparentemente, intrascendente como la pugna entre Alonso y Hamilton.

RGAlmazán dijo...

Yo también estoy en la misma línea. Pero, ¿qué haría? Chi lo sa?

Sé lo que me hubiera gustado hacer, pero es fácil desde la barrera. Hay que vivir ese instante y luego ver qué ha pasado.

SAlud y República

Luna Carmesi dijo...

La violencia se esta volviendo cotidiana. Se mama con ella. Se hace natural y rutinaria.
Hace tres dias hablamos de este payaso en mi blog, y dos comentaristas se metieron en lios por mediar en peleas... suena triste, pero es lo real. La solución? creo que va mas alla de lo que se le haga ahora este imbecil.
Un dia mostraste aqui un blog que podia ser el de este tipejo.

Antonio Piera dijo...

Todos conocemos con sospechosa insistencia algun caso en el que interviene es el que sale perjudicado, como cada vez que un hombre muerde a un perro. Lo que pasa es que sospecho que la intervención de cualquiera en medio de la violencia de otros es menos noticia si se salda con un: fuese, y no hubo nada. O tal vez sea que me gusta pensar así.
De acuerdo, uno a uno, con todos vosotros, yo también había observado lo del "puto negro ese" refiriéndose a Hamilton (podéis leer algo similar en una reciente entrada de Beta acerca de las tetas de su madre).
Cuando hablamos de los efectos sociales de casi cuatro años de oposición ciega, de exaltación de conceptos "nacionalistas" españoles como enfrentamiento a otros nacionalismos no menos sesgados..., de manis de la AVT, de desfiles casi franquistas con abucheos a los dirigentes democráticos y tal y tal no nos damos cuenta del poso que todo ello está dejando en la sociedad, de que se han impulsado los radicalismos, de que los trolls se ensoberbecen, de que rebrotan viejas nostalgias, de que se fortalecen racismo, violencia de género, xenofobia, nazismo...
Ese era el riesgo grave de una oposición brutal de santo y seña, y estas van siendo las consecuencias (por ahora).

Anónimo dijo...

Volviendo al asunto del post, a mí no me preocupa tanto la actitud de la persona que presencia esta agresión en particular como el individualismo creciente en nuestra sociedad, y especialmente el que observo en las grandes ciudades.

Diez minutos en la estación de Atocha bastan para comprobar que una juventud sin valores no cede el asiento a las personas mayores, que pasan varios minutos hasta que alguien se detiene para darle una indicación a un invidente, que se le ayude a una madre a subir el coche del niño por unas escaleras mecánicas averiadas, que se atienda a un matrimonio mayor abrumado por el bullicio de una estación desconocida...

Anónimo dijo...

No estoy de acuerdo del todo con tu apreciación, Jaime. Lo que cuentas es cierto, pero achacárselo todo a la juventud es un error. Yo tomo el metro a diario, y veo que cuando ocurre uno de estos casos son más gente joven la que se levanta a ayudar que gente de mediana edad. No es por colgarme medallas, pero yo suelo hacerlo (no siempre, es verdad, no soy un santo), y voy a decir algo que nunca he dicho, si lo pienso: cada vez que haces algo así, te da la impresión que los "compañeros de viaje" -los que van en el vagón- te miran raro, casi hasta mal, como si hubieras hecho algo imperdonable: tal vez sea el haberles dejado en ridículo, no lo sé, pero es la impresión que me da.

Marta Salazar dijo...

perdón por mi ignorancia (es que vivo en Alemania y no soy espanola => tampoco leo la prensa espanola, sólo algunos blogs estupendos que hay en Spain), mi amiga Luna me recomendó venir...

qué argentino?

yo sí la habría defendido... no me habría quedado sentada.

No se trata de ir a pegarle al chimpacé, ja ja!

Pero se le podría haber gritado de lejos! Seguro que surte efecto.

La verdad es que soy experta en este tipo de cosas, no, no es que me crea Superman, pero un par de veces me he visto en situaciones similares (incluso con ladrones), siempre he reaccionado y nunca me ha pasado nada malo (espero que mi ángel de la guarda me proteja y no me pasen),

en suma, lo único que quiero decir (aparte de preguntar qué más se sabe del asunto) es que siempre hay que actuar.

Aunque sea, tomar una foto con el teléfono para identificación posterior del agresor... o fijarse bien en cómo se veía para testificar ante la policía... E ir a la policía, porque lo peor es que generalmente, no hay testigos.

Un saludo grande!