vuelve el hombre
Ya lo sé. No se ha ido nunca. Siempre ha estado aquí, en la sombra, tirando de los hilos de sus muñequitos. Pero ahora acaba de dar otro paso al frente, y es menester valorarlo, porque éste es de los que no dan puntada sin hilo. Pues, fiche o le fichen, de lo que no se puede dudar ya es de la negra obsesión de Aznar por incrementar su nefasta influencia sobre la sociedad que le repudió, mientras alimenta y alienta un rencor profundo. Por caminos intrincados y retorcidos, vía Murdoch para dinamitar los medios de comunicación, vía Centaurus para aprovechar información privilegiada y machacar económicamente a sus contrarios, vía FAES para que perviva en vídeo la sagrada llama ideológica de su pensamiento iluminado (léase rastrero), este enajenado melenas no desiste de su obsesión por controlar España saltándose la democracia a la torera.
Desde la mediocridad que delata su desmedida autoestima, Aznar es uno de los más grandes peligros de desestabilización que tenemos en nuestro país.
Haríamos bien en no tomarlo a broma.
Copio, a continuación, otro excelente artículo de J.J. Millás sobre este figura, escrito absolutamente delicioso y, a mi entender, una pieza definitiva para comprender el personaje, de cuyo contenido tomé prestado el título de esta entrada.
Que os aproveche:
Un hombre. El hombre en cuyos mítines se gritaba Pujol, enano, habla castellano. El hombre que enseguida comenzó a hablar catalán en la intimidad. El hombre que casó a su hija en El Escorial. El hombre que se fotografiaba con puro, copa y pies encima de la mesa al lado del emperador del universo. El hombre cuya mirada competía en penetración, agudeza e ingenio con la de Bush. El hombre que al dar una rueda de prensa en tejano inspiró la mejor campaña antidrogas de la historia (así te ves tú, así te ven los demás). El hombre que al alba, con viento favorable, conquistó heroicamente la isla de Perejil. El hombre que se apuntó a una ocupación ilegal. El hombre que mirando a los españoles a los ojos aseguró: créanme, hay armas de destrucción masiva. El hombre que profetizó que aquella invasión criminal pacificaría la zona. El hombre que el 11-M, tras deducir lógicamente que el atentado era una respuesta a su apoyo a la guerra de Irak, mintió y mintió a los españoles, intoxicó a los directores de los periódicos y engañó a las cancillerías. El hombre que frente al mayor atentado de la historia de España no convocó el pacto antiterrorista. El hombre que montó una manifestación sin negociar el lema ni el lugar ni la hora. El hombre que tras la derrota del 14-M corrió a la tele para decir que él no había perdido las elecciones, porque el candidato era Rajoy. El hombre que se apuntó a la teoría de la conspiración. El hombre que en sede parlamentaria habló de desiertos y montañas (nevadas). El hombre del Movimiento de Liberación Nacional Vasco. El hombre del sabremos ser generosos. El hombre del terrorismo no se usa en la lucha partidista. El hombre del responsable de un atentado es el autor del atentado. El hombre del responsable de un atentado es Zapatero. El hombre que tras dejar el Gobierno se paseó por el mundo hablando mal de su país, como un embajador inverso. El hombre que de joven no se atrevió a llevar melena. El hombre que estuvo en contra de la Constitución y del divorcio y del aborto. El hombre de fuertes principios religiosos. El hombre al que nadie dice a qué velocidad se conduce ni cuántas copas se toman. El hombre que asegura que no votar al PP equivale a votar a ETA. El bodeguero mayor de Castilla. El marido de Ana Botella. El inspector de Hacienda. El hombre. Vuelve el hombre. (Juan José Millás, El País)
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