sábado, 14 de julio de 2007

se acabaron los sanfermines

Por lo menos, a partir de ese hipócrita pobre de mí, hipócrita porque todos saben perfectamente que su cuerpo ya no da para más y que si no se acabaran estas alocadas fiestas de San Fermín habría que terminarlas por decreto, podré levantarme de nuevo a una hora más adecuada para un parado, que lo de las siete y media amenazaba con resultar una pésima costumbre. Cuando me levante mañana, que tampoco será tan tarde, no os vayáis a creer, será únicamente para acudir a mi diaria cita con vosotros, leyendo primero el trabajo ajeno y preparando las entradas de este encantador aunque fatigoso curro que me he buscado a beneficio de inventario.
Se acaban unos sanfermines que han dejado en mi retentiva imágenes tan espectaculares como la que os ofrezco, que no es un montaje, de una de las barrabasadas a modo de cornada brutal ocurridas a lo largo de estos ocho días de festejo ininterrumpido y borracheras sin cuento (gracias, Ana).
Confieso que, pese a tener familia en Pamplona, jamás he dado el paso de intentar participar de invitado en estos festejos, principalmente porque la masificación no me atrae y también porque no acabo de encontrarle la gracia a que me remojen con todo tipo de líquidos y fluidos únicamente por el hecho de ir limpio.
El toro sí que me gusta, aunque no sea asiduo, y paso de puntillas por el borde del tema de la tauromaquia ya que, aunque reconozco y repudio la tortura a que se somete al bicho, también entiendo que sin ese precio el toro de lidia desaparecería, y no sé, de verdad, qué es mejor.
¡Ah! Hoy celebramos también la toma de la Bastilla, fête national de la France, así que felicito a los habituales visitadores franceses de esta página, que haylos.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Vive la France!

Camilo Uribe dijo...

nunca entendi el placer de correr por que un toro viene tras de ti, pero supongo que tiene que ver con que nunca tuve a un toro corriendo tras de mi

Antonio Piera dijo...

Sospecho lo mismo, don kmilo. Seguro que tiene que ver con la adrenalina. Lo más parecido que encuentro, rebuscando en mi biografía, es correr perseguido por los grises en mi primera juventud y, ahora que lo pienso, sí que era atractivo.