¡¡ largaos !!
¡Marchaos todos! Me da igual. Abandonad vuestros puestos de trabajo, dejad de calentar su asiento con lo único salvable de vuestra anatomía. Calzad vuestras ridículas sandalias de dedo por terrenos ardiente y llamadlo arena para mejorar su imagen. Soportad largas filas de vehículos pestilentes, insultad al que os adelanta, a los camiones que os retrasan, o eso creéis, a las motos que rugen de risa al dejaros atrás. Deteneos a comer en gasolineras donde haya muchos camiones, a ver si con un poco de suerte os vacían el maletero y se llevan al perro y a la abuela que habéis preferido no despertar para ahorraros una consumición, llenad el depósito hasta arriba como hicisteis el año pasado y no olvidéis poner el Piolín para luego no quemaros con el volante. Llegad lo suficientemente tarde como para no descubrir hasta mañana que las vistas al mar del apartamento que alquilásteis por teléfono sólo se obtienen desde el ventanuco del retrete y subiéndose a la taza, cuando permiten hacerlo las cucarachas, que la vajilla completa no lleva fuente para los gazpachos, el frigorífico no enfría, los platos son de duralex con menos brillo que vuestras propias existencias, la batidora está jodida, en la tienda hablan en chino y venden los tomates sobrantes del mercado a precio de oro, las sábanas parecen haber recibido en sus brazos los ligues de la tuna de Derecho, la lavadora echa más agua fuera que la que admite en su interior, pero que da lo mismo porque el agua es tan gorda que se puede cortar a cuchillo y el detergente no limpia. Desfilad de mañanita hasta la playa a codazos, cargados como mulas, instalad la mesa, las sillas, la sombrilla sin sacarle un ojo a la prima de los de al lado que se les pegó anteayer, la nevera, los bocatas que estarán deshechos cuando les llegue la hora, quemaos los pies hasta la ampolla, soportad la radio de los de delante, los empujones, los pelotazos, las paletadas, que os revuelquen las olas, que la bandera esté roja, que haya medusas y resaca, que se pierda el nene, que la niña se quede en pelotas cuando se está secando, que la crema para el sol haya caducado, que el after-sun no refresque, que se os ponga colorada el primer día hasta la piel de las orejas, que los mosquitos no os dejen pegar ojo, que el chiringuito de al lado tampoco...
Cuando volváis, los parados habremos tomado el poder y no quedará en Madrid piedra sobre piedra, habremos olvidado regar vuestras plantas, nos habremos follado a todas las turistas, nos habremos repartido con los rateros vuestras vulgares pertenencias y habremos usado vuestros retretes sin limpiarlos luego.
Aunque tal vez me escape unos días...
1 comentario:
Joer Antonio! Mira que puedes llegar a ser malo! Aunque creo que no es necesaria tu maldición sobre la clase media veraneante, ya les pasará eso sin necesidad de un mal de ojo.
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