viernes, 23 de marzo de 2007

regresiones, trasgresiones, disgresiones

El asunto de la regresión de las libertades, de la poda que se está aplicando a las conquistas sociales de nuestro pueblo en nombre de no sé qué conceptos equiparadores o políticas preventivas es algo que me preocupa enormemente. Me preocupa, sobre todo, porque lo están haciendo desde el poder político actual, porque lo están haciendo desde el Partido Socialista, y me preocupa también porque no está apareciendo en la sociedad la respuesta que debería, como tampoco alternativa ninguna.
Cero reacción, electroencefalograma plano.
Parece como si el músculo de defender las libertades se hubiera atrofiado, al igual que buena parte de los cerebros de los intelectuales privilegiados, que en otro tiempo hubieran sido la punta de lanza de las protestas inmediatas ante cualquier recorte. Tal parece que nuestros pensadores ejercen desde el estómago agradecido.

Este es un tema extenso y complicado, para el que nos vendría bien a todos que interviniérais aportando vuestros ejemplos u opiniones. Me encantaría que pudiéramos convertir este blog en un espacio para el debate de asunto tan proceloso. ¿Mira que si me quedo solo? A ver si voy a ser el único al que le preocupa que no se considere a las prostitutas como trabajadoras del sector servicios, que la defensa de no sé cuál derecho de los menores (tiemblo) pase por cepillarse uno de los sectores punteros de nuestra economía, como es el del vino, o dos si contamos con los petardos de la Comunidad Valenciana, que se pueda utilizar la denuncia ante los juzgados para cargarse las fiestas en la calle anteponiendo el derecho individual a los conquistados por todo un pueblo...



Me acaba de llegar a las manos (aún no lo he leído) un libro de una jurista argentina afincada en París titulado ¿Qué habéis hecho de la liberación sexual?. Su autora, Marcela Iacub, es una feminista atacada y estigmatizada por las feministas oficialistas francesas. De entrada, debo deciros que la solapa ya me pone.
Dice así: "Louise Tugènes, la protagonista de este insólito recorrido por lo que se ha dado en llamar el 'nuevo orden sexual', parte de unas preguntas: ¿cómo puede hablarse de liberación sexual en un país como Francia donde una cuarta parte de la población penitenciaria está en la cárcel por delitos sexuales?, ¿cómo pueden encajarse dentro de esta supuesta liberación los intentos de abolir la prostitución y la pornografía? Louise cuenta casos reales, habla con gente diversa, la interroga, la escucha, discrepa de las organizaciones feministas en boga, que la consideran una tránsfuga al campo machista, arremete contra las vanguardias sexuales que pretenden liberarnos aumentando la violencia policial, y sus conclusiones finales son un sarcasmo. A Louise no le asusta escandalizar ni nadar contra corriente: expone sus verdades y las deja allí, como bombas de relojería que pueden estallar en cualquier instante".

Acabo de dejar en un blog donde se comentaba sobre este libro un comentario del que os reproduzco un extracto: "(...) están creando para nosotros una sociedad en la que la supervivencia ocupa tanto espacio que el ejercicio de las libertades se impide de hecho. A partir de ahí, al no poder disfrutar de estas libertades la mayoría de la gente, aparece un espacio digamos que libre para que los legisladores recorten las libertades sin que nos sintamos afectados, porque en la práctica apenas nos afectan. Y lo están haciendo.
En España y en el mundo (primero en el mundo, que para eso se impone la hipocresía de la sociedad yanqui, sin oposición salvo las excepciones pintorescas del cono sur), los gobiernos están dando sin pausa pasos atrás en las libertades individuales, sometiéndolas al ejercicio del paternalismo estatal como el mal menor. Ese es el campo de cultivo en el que algunas de las ministras feministas españolas, con la anuencia de un bobo teórico como el señor Presidente, están aplicando sistemáticos emplastos legislativos pretendidamente igualitarios, cuando son auténticos recortes de las libertades que se habían conseguido antes, en la lucha contra el franquismo. Ponen prohibiciones donde deberían poner educación, a la antigua usanza. Imponen aparentes igualdades recortando las que había en vez de avanzando más allá. Rasean e igualan por abajo en vez de por arriba".

Uno, que adora nadar contra corriente.


1 comentario:

Anónimo dijo...

No eres el único que ve con cierta alarma, cómo se nos comen la merienda. La primera vez que se recortó una libertad poniendo como excusa la seguridad, vi que los fascistas habían encontrado un enorme resquicio por el que entrar en nuestras vidas con total impunidad. Todos nos acordamos, supongo, cuando el entonces ministro de interior, Corcuera, intentó aprobar la "Ley de la Patrada en la Puerta", en virtud de la cual, la policía tenía derecho a entrar en tu casa sin orden judicial, simplemente con la "sospecha" de que se estuviera cometiendo un delito.

Muchos han sido los intentos posteriores de ponernos vigilancia incluso en el water. Las cámaras proliferan en nuestras ciudades para protegernos ¿quién nos asegura que esa es su única utilidad?

No voy a ser yo quien ahora despotrique contra las fuerzas del orden, de hecho, admiro la labor que desempeñan cuando no se convierten en instrumentos políticos de represión (¡qué delgada es la línea! ¿verdad?), pero me cuesta creer en la inocencia de un gobernante cuando me registra en un aeropuerto, o símplente cuando hace vaciarme los bolsillos en la puerta de unministerio "por mi propia seguridad". No tengo nada que esconder, nada que ocultar, pero quiero tener la libertad de llevar una china y papel de fumar en mi bolsillo sin tener que dar explicaciones, ni tener que hacer ostentación de ello... entre otras muchas cosas.