sábado, 25 de agosto de 2007

llueve

Detrás de los cristales, llueve y llueve y eso que estamos en agosto. Yo ya ando inquieto. Me pasa todos los años, desde hace bastantes, por esta época. Me entra como una aceleración en las tripas y los dedos se me hacen huéspedes sobre el teclado, ansiosos por retomar el pulso político, la pelea diaria, la intervención directa en los grandes asuntos aunque sea a través de este humilde ventanuco.

Sobre los chopos medio deshojados, ayer comprobé en el Parque del Oeste lo deprisa que crecen los condenados, parece que fue anteayer cuando los plantaron, desnudos y enclenques, y ya pasan de los siete metros para prestar su sombra al caminante, que ese y la decoración de nuestros poemas es su oficio. Revienta una furgoneta etarra alquilada en Portugal y los alrededores del cuartel de Durango se salpican de cristales rotos y de metralla, como era habitual hace un tiempo. Otros que sienten ya el hormigueo del atentado en sus huesos con el curso político, malditos sean. Su chupinazo le da ocasión a María San Gil, que nunca la ha necesitado, afirmo de paso, para despotricar contra el Gobierno.

Sobre los pardos tejados. Me alegra que lo de su cáncer esté mejor, pero no puedo decir lo mismo de lo suyo en general, que sigue por donde solía. Otros años, por cauterizar estas ansiedades que confieso, me solía guardar unos días para disfrutar el septiembre gaditano, obteniendo de paso el privilegio de evitar las primeras andanadas, que casi siempre son las peores. No sé si podré hacer lo mismo ahora, encajado en época de mutaciones, pero ya me gustaría. Las calas del faro de Conil nos pondrán falta, seguro, mientras sobre los campos llueve.

Te podría contar, de hecho lo estoy haciendo bajo cuerda, que estoy mustio porque llueve pero acelerado ante los cambios que me ponen como una moto y las ventanas de mis narices se abren más allá de lo ordinario porque olisquean el aroma de la presa. Me tengo que calmar, respirar hondo, disfrutar el oxígeno reparador, sentir cómo se funde con mi sangre, hablar, quizás, con esa porcelana que se ha vuelto mujer y planificar juntos lo que haremos para la cena, olvidando, la queja, de esta balada de agosto.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Chapó Antonio! Lo has niquelao alternando con la cancioncilla de Serrat. Me ha gustado mucho esta entrada.

RGAlmazán dijo...

Muy buena la entrada, compañero. Se ve que Serrat es de tu cuerda como de la mía. Una canción de las más poéticas, adornada con tus pensamientos de agosto.

Salud y República

Anónimo dijo...

Felicidades. El texto es una invitación para volver a tu blog.