domingo, 16 de diciembre de 2007

lo veo o no lo veo

Hay cierta tendencia a contemplar con mirada acrítica los carteles del pasado. Parece como si evocar los supuestamente felices tiempos de la niñez le apagaran a uno las luces que habitualmente le alumbran, sean éstas las que sean, y por eso no es difícil sorprender a quienes acuden a las exposiciones retrospectivas con la mirada ensoñada, la palabra premiosa, el paso comedido y una cara de idiota digna de alguno de los anuncios que contempla con embeleso. No me hurto al ejemplo, que ya hablaba en la anterior entrada de mi visita a una exposición de éstas, y sospecho que mi apariencia externa no difería demasiado del que ahora me permito criticar.

Hasta que, a pesar de la anestesia general mencionada, mi mirada vaga y emocionada cayó sobre el anuncio de chocolates que ilustra este post. ¡Coño! Se me dispararon de golpe los profundos resortes del periodista que duerme en mis entrañas al contemplar este cartel, y volvieron a sus órbitas los ojos de mirar la actualidad, más avezados y menos generosos que los que llevaba puestos, más críticos, léase crueles, y menos bienpensantes, por supuesto, y volví a mirar una y otra vez el anuncio, hasta llegar a hacer la foto.

Esa mirada aviesa del tipo de la gabardina..., la misma gabardina..., ese gesto de jugar a lo escondido con los niños y niñas que le rodean..., esa extraña dialéctica exhibicionista que se desarrolla a la vista del espectador..., esa excesiva alegría del nene... Lo que mis ojos ven en este anuncio es un claro mensaje subliminal que, ahora mismo, sospecho que nadie aceptaría a las puertas del colegio de sus hijos.

¿Estoy loco? ¿Contaminado? ¿Véis vosotros lo que yo veo, o es mi mirada la que falla y me tengo que poner gafas de amianto?

4 comentarios:

albokari dijo...

Pues sí, Antonio: antes de llegar al desenlace me he fijado en el cartel y a mí también me ha parecido algo "raro". Todo el cartel es raro: hace pensar que el hombre no sea el padre de las criaturas que, supongo, le piden el chocolate -supongo-. Y, ¿qué me dices de la niña (o niño) que se asoma alegremente detrás de la puerta? Llama la atención, ¿no?

Anónimo dijo...

totalmente de acuerdo, a mi además de esa cara de "ya vereis" me dan mal rollo los guantes. ¿Por qué los niños van tan frescos y él con gabardina, bufanda y guantes?. Ummm, no me gusta un pelo.

Luna Carmesi dijo...

Los guantes..Los guantes!!!
Pero que chungo!!
jajaja... tienes razón.
Me has hecho recordar un primo mio que es entrenador de un equipo femenino de voleibol, ademas de preparador fisico en varias categorias. En fin, me comentaba que debia tener extremo cuidado con los gestos de 'compañerismo' con sus jugadoras y alumnas...ellas no lo tenian, pero él si, mas que nada para evitar malentendidos, no con ellas, sino con sus familiares... Curioso...Pero es lo que nos dan estos tiempos...

Antonio Piera dijo...

Sí que parece que el tierno infante, o infanta, haya probado más de una vez el chocolate, Gutavo, y hasta que vuelve contento por más.
Los guantes, anónimo, la bufanda, la gabardina..., pero sobre todo esa mirada y ese gesto, de todo menos amable y bonachón.
Ahora, Luna, con esas cosas es mejor pecar por defecto, que a un niño de 5 años le echaron del cole en USA por besar a una niña bajo la acusación de acoso. Tempus fugit, creo que se dice, y "a peor" contestan en mi barrio.