Sendero peligroso
No estoy seguro si con este titular me refiero al tema que motiva mi opinión de hoy, o al berenjenal en que me estoy metiendo de nuevo tocando un asunto, cuando menos, vidrioso. Pero de los cobardes no se ha escrito nada, aunque casi tan poco como de los valientes defenestrados, así que me tiraré de nuevo al agua sin flotador y pasaré a comentar la curiosa polémica que ha desatado el anuncio de Dolce & Gabanna que ilustra esta entrada. El Instituto de la Mujer ha solicitado a la marca italiana la "retirada inmediata" del anuncio porque considera que el anuncio incita a la violencia contra las mujeres y de él "puede deducirse que es admisible la utilización de la fuerza como un medio de imponerse sobre las mujeres". Jopé. A esta denuncia se han sumado la Federación de Consumidores en Acción (FACUA) y el partido Los Verdes, por considerar que el anuncio vulnera el artículo 3 de la Ley General de Publicidad, que prohíbe todo anuncio que "atente contra la dignidad de la persona o vulnere los valores o derechos reconocidos en la Constitución".
Le he dado vueltas a la foto al derecho y al revés, he remirado cuidadosamente el puñetero anuncio con lupa, y en él sólo veo sexo, como en tantos anuncios que no provocan tan furiosos alegatos. Sexo que a mí me parece compartido, libremente aceptado por ella y por ellos, o incluso puede que sea la visualización de ciertas ensoñaciones acerca del dominio, a mucho tirar. El uso del sexo en la publicidad es discutible. Yo estoy en contra, lo digo bien claro, y además este anuncio me recuerda alguna de las campañas más provocativas de la escuela de Benetton. Pero, vamos, de ahí a que me aseguren que este anuncio justifica la violencia contra las mujeres...
No estoy de acuerdo, no lo veo así, incluso diría, mirándolo bien, que es la mujer, aparentemente vencida, la que domina la situación, provoca a los machos, que parecen de todo menos agresivos, con su pelvis avanzada..., incluso puedo apreciar un aparente CINCO contra UNA de evidentes reminiscencias sexuales de autosatisfacción.
Anda uno harto, también hay que decirlo, al comprobar día a día cómo en televisión se están emitiendo continuamente anuncios en los que, por ejemplo, un hombre es cambiado por otro, como un objeto en mal estado, por poner mal una lavadora, o ese otro en el que un machote es agredido por su pareja por no rascarle bien los pies. Me viene a la cabeza uno de la marca Tintes Iberia en el que aparece una mujer hablando de la imposibilidad mental de que un hombre aprenda a separar la ropa de color y la blanca a la hora de poner otra lavadora y se ve a un tipo con ademanes de deficiente mental. En otro más, este de coches, se aprecia a un fulano al que, por no cerrar la puerta con la suavidad deseada por ella, una mujer le propina una tremenda patada en la espinilla...
Son también, a mi modesto entender, imágenes de agresiones sexistas de lo más fuertes y lamentables, pero nadie dice nada acerca de ellas.
Se me ocurre que quizá estos organismos tan celosos de los pequeños detalles que tanto se agradecen en prensa, bien podrían centrar la mayor parte de sus esfuerzos en potenciar el pleno igualitarismo en la educación de nuestros hijos e hijas, que ahí sí que queda muchísimo por hacer. Mientras tanto, un poco de pudor no les vendría mal.
A ver si va a ser cierto lo del varón domado.
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