viernes, 16 de febrero de 2007

Tampoco hace tanto tiempo

Todavía, a estas alturas, he tenido que escuchar en algunos foros, que presumen de eclécticos, palabras de relativo "reconocimiento" al papel de iniciación cultural que llevó a cabo la llamada Sección Femenina, apéndice del franquismo dedicado a la mujer, en España. No me resisto a publicar un fragmento del libro "Economía doméstica", publicado en 1958 y considerado entonces libro de texto en la preparación de bachilleres y maestros. Algunos, los amigos que siguen las peripecias de este blog, ya lo conocen porque se lo envié por correo electrónico, pero espero que sirva de sano recordatorio para los más, que seguro son los que ni siquiera en sus peores pesadillas pudieron imaginar que estos textos, y otros similares, están en los orígenes de lo que hoy somos.
Dice así: (…) Ten preparada una comida deliciosa para cuando él regrese del trabajo. Especialmente, su plato favorito. Ofrécete a quitarle los zapatos. Habla en tono bajo, relajado y placentero.
Prepárate: retoca tu maquillaje, coloca una cinta en tu cabello. Hazte un poco más interesante para él. Su duro día de trabajo quizá necesite de un poco de ánimo, y uno de tus deberes es proporcionárselo.





Durante los días más fríos deberías preparar y encender un fuego en la chimenea para que él se relaje frente a él. Después de todo, preocuparte por su comodidad te proporcionará una satisfacción personal inmensa.
Minimiza cualquier ruido. En el momento de su llegada, elimina zumbidos de lavadora o aspirador. Salúdale con una cálida sonrisa y demuéstrale tu deseo por complacerle. Escúchale, déjale hablar primero; recuerda que sus temas de conversación son más importantes que los tuyos. Nunca te quejes si llega tarde, o si sale a cenar o a otros lugares de diversión sin ti. Intenta, en cambio, comprender su mundo de tensión y estress, y sus necesidades reales. Haz que se sienta a gusto, que repose en un sillón cómodo, o que se acueste en la recámara. Ten preparada una bebida fría o caliente para él. No le pidas explicaciones acerca de sus acciones o cuestiones su juicio o integridad. Recuerda que es el amo de la casa.
Anima a tu marido a poner en práctica sus aficiones e intereses y sírvele de apoyo sin ser excesivamente insistente. Si tú tienes alguna afición, intenta no aburrirle hablándole de ésta, ya que los intereses de las mujeres son triviales comparados con los de los hombres. Al final de la tarde, limpia la casa para que esté limpia de nuevo en la mañana. Prevé las necesidades que tendrá a la hora del desayuno. El desayuno es vital para tu marido si debe enfrentarse al mundo interior con talante positivo.
Una vez que ambos os hayáis retirado a la habitación, prepárate para la cama lo antes posible, teniendo en cuenta que, aunque la higiene femenina es de máxima importancia, tu marido no quiere esperar para ir al baño. Recuerda que debes tener un aspecto inmejorable a la hora de ir a la cama... si debes aplicarte crema facial o rulos para el cabello, espera hasta que él esté dormido, ya que eso podría resultar chocante para un hombre a última hora de la noche. En cuanto respecta a la posibilidad de relaciones íntimas con tu marido, es importante recordar tus obligaciones matrimoniales: si él siente la necesidad de dormir, que sea así, no le presiones o estimules la intimidad. Si tu marido sugiere la unión, entonces accede humildemente, teniendo siempre en cuenta que su satisfacción es más importante que la de una mujer. Cuando alcance el momento culminante, un pequeño gemido por tu parte es suficiente para indicar cualquier goce que hayas podido experimentar. Si tu marido te pidiera prácticas sexuales inusuales, sé obediente y no te quejes. Es probable que tu marido caiga entonces en un sueño profundo, así que acomódate la ropa, refréscate y aplícate crema facial para la noche y tus productos para el cabello. Puedes entonces ajustar el despertador para levantarte un poco antes que él por la mañana. Esto te permitirá tener lista una taza de té para cuando despierte.


Hubiera podido subrayar las mayores barbaridades, pero me he resistido a ello como gato panza arriba por respeto a vuestro mejor entender. No me diréis que la cosa no tiene coña, pero también quedan los posos de una enorme y muy profunda tristeza en cuanto dejas de reirte.
Acerca de la ilustración, espero que si alguna de las jugadoras del Club de Fútbol Sala Navalcarnero se descubrieran ilustrando este texto casi paródico, sepan disculparme por utilizar su imagen, pero no se me ha ocurrido nada más antitético.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Increible. Lo que pueda manifestar aquí, no es, ni por asomo, cercano a la incredulidad que produce el saber que alguien pudo impartir esas "lecciones del saber estar"
Increible