la semana vacía
Miro esta semana, que está transcurriendo más lenta que el caballo del malo, como se decía en mi barrio, y me da vértigo. Es una jodida semana inutil y gastosa, en la que no encuentras a nadie en su sitio, en la que todo el mundo, contactos, amigos, conocidos y amiguetes se ocupa y preocupa de satisfacer desde el bolsillo, cada vez más menguado, la interminable lista de pedidos, compras, encargos y búsquedas, por no hablar de esas nefastas comidas y cenas por cualquier sinrazón o motivo, en la que todavía, con la que está cayendo, siguen floreciendo bobadas como la del amigo invisible, según me cuentan. Los tipos raros como un servidor miran todo esto de través, porque aunque no lo protagonices en tu devenir diario, te roza, te contamina y te impide el normal desarrollo de cualquier gestión.
Pero, lo que caracteriza por demás esta vacua semana es, sin lugar a dudas, la espera. Acaso por ella se hacen los días tan largos, que el que espera desespera decía mi abuelo mientras nos hacía rabiar alargando el plazo que todos sabíamos inmediato, pero del que disponía a su antojo, el muy cabronazo, antes de darnos la propina anual en billetes crujientes y nuevecitos de 25 pesetas amasados gracias a su amistad con el cajero de la Caja de Ahorros de Pamplona, que ya se llamará ahora kutxa o algo asín. Era el hombre, siempre lo fué, poquita cosa, prolijo y modoso, siempre con traje, camisa y corbata, y recuerdo que calzaba unos zapatitos diminutos, no más del 36 le calculo ahora, brillantes a cegar porque el hombre, viudo de hace tiempo, pasaba horas puliéndolos antes de irse a la cama.
La espera a la que me refería era la espera de la lotería. Convencidos ya de que trabajando nadie se gana decentemente la vida, hartos de los trucos que no funcionan, de los atajos que resultan todavía más largos, de trampas y apaños para alcanzar fin de mes, buena parte de los mortales españoles ha confiado su suerte y la de su familia al embrujo de la lotería de Navidad, esa insana costumbre gracias a la cual muchos llegan a estas fechas con la lengua fuera y los bolsillos del revés de puro tentar al destino. Porque todos saben que, para que te toque algo decente, que acabe con las mil trampas acumuladas y salde deudas y dé para una casa propia, suprema ensoñación del españolito medio, hay que gastárselo, y este mes por ello ya no lo salva ni la paga extra. Así que en esas estamos, prietas las filas, esperando la decepción cierta pero con ese atisbo de esperanza que duerme como un bendito en el fondo más profundo del alma de cada uno.
Por cierto..., ¿no os sobrará uno acabado en trece?
10 comentarios:
vaya que si sigue floreciendo el amigo invisible: este año un artefacto metálico que tras el soplo de una compañera he sabido que era una pulsera. ¿Hay algo más absurdo que tener que regalar a quién no conoces algo de 3 euros (ni uno más ni uno menos) que le guste o le divierta o haga reir a los demás?. Horroroso. Mantente alejado Antonio (aunque parece que lo estás)!.
besos, isa
D. Antonio está Ud. de un escéptico que tira pá atrás. Para que quiere Ud. el dinero, buen hombre, gaste, gaste que la sociedad de consumo se lo agradecerá. Y beba y coma, que su hígado le está pidiendo guerra.
Salud y República
Qué mala rima tiene eso de "uno terminado en trece", amigo Antonio. Tenga cuidado con lo que desea, no sea que se le cumpla... :-)
Que ya estamos a Jueves Papa-pitufo!!
;-)
Si que son dias confusos, de dificiles gestiones... pero para mi no transcurren lentos, casi diria yo que hay prisas, prisas por conseguir objetivos, por graficar desarrollos, por cerrar asuntos imperiosamente...
Pero... bueno... Que vengan los festivos, sin centros comerciales, sin colas, sin agobios, aunque sea en el sofa disfrutando de un clasico de cine.
Besos.
Este comentario no tiene que ver con el post, pero quería decirte que me estoy leyendo "el disparatado círculo...", y me está encantando,qué divertida, me he enamorado del autor!!!. Gracias por recomendarla en tu blog.
besos, isa
Si, es una semana fatídica en la cual, gente que se había comprometido a solucionar algo (averías, trabajos, etc) tiene la excusa perfecta de no haber podido porque "esta semanita es..."
Si no me gusta la Navidad, la semana previa, tampoco. Y, encima, no juego a la lotería...
Pues no. Pero tengo mis esperanzas puestas en un décimo acabado en siete que dicen que este año va a partir la pana. Que acaba en siete seguro. Dicen.
Un abrazo. Y mucha suerte.
Pedro de Paz
Lo siento mucho pero el numero que va a tocar es el mio.. asi que no te hace falta uno acabado en trece.
Salud, mucha salud para el proximo año.. jajajaja... saludos del browner
D. Antonio, le noto quemao y achurruscao, lo justo para darle un par de vueltas a unos trozos de cabrito y dejarlo en su punto. Relajese hombre de Dios, que esto hasta semana santa son un par de semanas como quien no quiere la cosa. Hagale caso a Luna, y véase, por ponerle un ejemplo un hit parade navideño como Que Bello Es Vivir, o si me apura un clásico ideal para estas fiestas como la Matanza de Texas ( la del 74), ya verá como se toma el turrón a dos carrillos.
De la loteria? no tengo esperanzas en ella. Confio más en un bragetazo con una rica heredera casadera en edad de merecer... Me dijeron que la hija del de Zara esta libre.
Gracias por tu recomendación, Isa, permanezco tan alejado que apenas me llegan los ecos de las carcajadas de algo tan divertido.
¿Escéptico yo? No le creo, don Rafael. Si acaso, amablemente distante, como le comento a Isa.
No caerá esa breva rimada, don Eduardo, de femenina mano amiga.
Mira, pitufina, guapa, eso de papa-pitufo (donde por cierto me contaron que hay quien ve una velada crítica de Carlos Marx y el comunismo ¡¡!!), vamos a dejarlo. Si acaso, el pitufo-cabroncete, o algo así.
Ten cuidadin, Isa, con esas declaraciones de amor desbocado, que el autor nos lee y nos está mirando. No vaya a ser que...
Pues está usted jodido, anónimo, porque razón no le falta. Lo dicho, semana prescindible.
Ya será menos, don Pedro. Su seguridad me abruma. En unas horas saldremos de dudas, cuando a algún ildefonsino/a se le atragante la voz y se le nuble la vista. No sé por qué, me da que ni usted ni yo tendremos otra suerte que la de ser cual somos (si se le puede llamar así).
Lo mismo le digo, browner.¿Sabe que al día de hoy le llaman el día de la salud? Por aquello de la frase de consuelo más repetida...
¿Me está llamando cabrito, Némesis, por lo fino? No me quite usted años. Lo del braguetazo sospecho que es aún más improbable.
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